Lepenismo
Muerto Le Pen no se acab¨® la rabia e inculcan lepenismo casi todos los altos dirigentes europeos, convencidos de que han de arrebatar a los nacionalistas populistas la bandera de la xenofobia, pero adapt¨¢ndola. Acaba de publicarse un estudio sobre Le Pen del profesor y poeta Ferran Gallego, el autor del imprescindible De Munich a Auschwitz. Una historia del nazismo. Se trata de un libro oportuno, no oportunista, que sit¨²a al epifen¨®meno Le Pen en el vial de la tradici¨®n reaccionaria francesa y en conexi¨®n con los nuevos planteamientos autoritaristas neoliberales: desde Haider a Berlusconi. Para Gallego, Le Pen no es una excrecencia del sistema, sino una consecuencia que est¨¢ lepenizando el discurso democr¨¢tico.
La derecha convencional francesa, se dice, ha minimizado el lepenismo, pero al precio de quedarse con sus fantasmas xen¨®fobos, incluso con la s¨¢bana puesta, y as¨ª hacerles un sitio en legislaciones represivas futuras. Berlusconi pide que los inmigrantes vayan con las huellas digitales en la frente para comprobar as¨ª su legalidad y Aznar, antes de cesar como reina madre semestral de la Europa de las Patrias, reclama un extremado celo con respecto a los movimientos migratorios. No hace falta que lo pida. El celo es tan extremado que en Espa?a se sustituye la mano de obra magreb¨ª o la llamada subsahariana por la europea del Este, demostraci¨®n de la existencia de una koin¨¦ indoeuropea todav¨ªa mal relacionada con los inmigrantes africanos que llegaron en patera antes de que se diera la s¨ªntesis celt¨ªbera.
Los virus del lepenismo son posmodernos con respecto a los del fascismo, que aparec¨ªa como la modernidad del pensamiento reaccionario tradicional. Le Pen se reencarna no s¨®lo en las derechas del mismo dise?o, sino cada vez m¨¢s en las derechas convencionales y las izquierdas tercera v¨ªa, gran liquidaci¨®n fin de temporada; unas y otras har¨¢n suya la xenofobia con la excusa de quit¨¢rsela al lepenismo. La socialdemocracia m¨¢s socialista de Europa ha sido apresada en Francia por la objetiva pinza de la derecha y la extrema derecha. No es pinza nueva. Existe al menos desde 1958, cuando el golpe de Estado de De Gaulle evit¨® el de los generales lepenistas: es un decir.
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