Examen de la oferta estival
Expertos universitarios analizan la proliferaci¨®n de cursos de verano en el Pa¨ªs Vasco
El verano es tiempo de fiestas, sol, playas, vacaciones... y cursos universitarios. Inter¨¦s acad¨¦mico e inter¨¦s tur¨ªstico se unen, o al menos eso aseguran sus promotores, en una iniciativa que ha registrado un crecimiento exponencial en Espa?a durante los ¨²ltimos a?os. El Pa¨ªs Vasco no es una excepci¨®n al fen¨®meno. Al modelo por antonomasia en la comunidad aut¨®noma, los cursos de verano de la UPV en San Sebasti¨¢n, le han seguido propuestas surgidas desde la propia universidad p¨²blica en Vizcaya y ?lava, as¨ª como del centro delegado de la UNED en Bergara, que ha puesto en marcha tambi¨¦n sus propios cursos. Euskadi acoge este verano un total de 178 cursos convocados por estas dos universidades, frente a 85 del a?o pasado convocados exclusivamente por la UPV. Ni Deusto ni Mondrag¨®n organizan estas actividades.
La oferta es amplia dentro de un modelo que no deja de crecer, pero que, al mismo tiempo, plantea cuestiones sobre su valor acad¨¦mico real, el servicio efectivo que presta a alumnos y profesores o sobre su popio car¨¢cter: si son algo m¨¢s que un escaparate para lucimiento y beneficio de algunos o una excusa para hacer turismo y llenar el curr¨ªculo.
En opini¨®n del director de los cursos de verano de la UPV, Ricardo Echepare, su validez se encuentra fuera de toda duda y queda lejos de ser una moda pasajera. 'En Espa?a los cursos de verano nacieron en los a?os 30 de la mano de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza con dos objetivos: mejorar la formaci¨®n de estudiantes y profesores y divulgar la cultura espa?ola. Los tiempos han cambiado, pero los cursos siguen siendo v¨¢lidos en la medida que responden a una realidad, a una necesidad generada en la sociedad del conocimiento en la que nos hallamos', argumenta.
Muy distinto es el juicio que le merece la proliferaci¨®n de cursos de verano al presidente de la asociaci¨®n de catedr¨¢ticos de la UPV, Juan Ar¨¦chaga. Su escepticismo es expl¨ªcito sobre la utilidad de estos actos, lo mismo que su lamento por el, a su entender, elevado apoyo econ¨®mico que reciben. 'Su valor universitario es bastante pobre y, pese a ello, reciben importantes subvenciones de entidades financieras o p¨²blicas que persiguen su propia publicidad en lugar de invertir en investigaci¨®n, en infraestructuras universitarias...', critica.
'Bolos de artistas'
Tampoco se libra de sus objeciones el abanico de asuntos que se abordan en estos cursos. 'Los temas son variopintos, siempre te¨®ricos, sin experimentaci¨®n alguna... algunos de ellos son incluso estramb¨®ticos y, en general, su valor cultural es m¨ªnimo. En el caso del Pa¨ªs Vasco, la oferta me parece anodina y poco atrayente, aunque he de reconocer que esa apreciaci¨®n depende de los gustos de cada cual', agrega.
Menos tajante se muestra el historiador y vicerrector del campus de ?lava de la UPV, Antonio Rivera. 'Sobre la calidad de los cursos de verano, se puede decir que hay de todo. Hay profesionales, aut¨¦nticos especialistas, para los que los cursos se convierten casi en bolos de artistas, lo cual es l¨ªcito y leg¨ªtimo. Tampoco podemos olvidar que vivimos en la sociedad del espect¨¢culo', subraya.
En cualquier caso, Rivera considera que el an¨¢lisis o la interpretaci¨®n de los cursos estivales debe tener muy en cuenta cu¨¢l es la finalidad que buscan, tanto quienes los ofertan como los que los demandan. 'No creo que la oferta sea exagerada. Cada uno se ha adaptado a lo que dispone. En todo caso, lo que tienen delante los alumnos que desean participar en estos cursos son, o bien, recibir clases sobre cosas que ya sab¨ªan o disfrutar de una ense?anza a la carta durante siete o quince d¨ªas en un entorno agradable. Es verdad que con esta f¨®rmula nunca se ha descubierto el Mediterr¨¢neo, pero tampoco hay que llevarse a enga?o sobre su fin', recalca.
El director de la UNED de Bergara y catedr¨¢tico de Derecho de la UPV, Juan Jos¨¦ ?lvarez, s¨ª considera que los cursos de verano pueden ser, en su justa medida, ¨²tiles para la universidad y para sus alumnos. 'La universidad tiene que venderse en un mercado cada vez m¨¢s competitivo y los cursos de verano son un instrumento para ello. La clave para su ¨¦xito se basa, a mi modo de ver, en su especializaci¨®n y en lograr que se conviertan en un referente en el ¨¢mbito de los cr¨¦ditos de libre configuraci¨®n', afirma.
?lvarez insiste en que los cursos ofrecen una opci¨®n de lograr unos cr¨¦ditos fuera de los horarios, 'ya de por s¨ª muy recargados', del calendario habitual. 'De hecho, en otros pa¨ªses no hay una ruptura temporal de dos o tres meses como aqu¨ª. Los cursos estivales podr¨ªan servir tambi¨¦n como engarce acad¨¦mico tanto para alumnos como profesores', concluye.
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