Coches bomba para una cumbre europea
Los cuatro coches bomba de Fuengirola, Marbella, Zaragoza y Santander y el paquete bomba de Mijas fueron el siniestro regalo enviado el pasado fin de semana por ETA a los jefes de Estado y de Gobierno de la Uni¨®n Europea reunidos en la cumbre de Sevilla, presidida por Espa?a. El qu¨ªntuple atentado no caus¨® esta vez muertos, pero dej¨® la sangrienta estela de diez heridos (un ciudadano brit¨¢nico contin¨²a en estado grave) y provoc¨® da?os materiales en edificios y autom¨®viles. Dado que la publicidad forma parte inextricablemente de las acciones terroristas, la presencia de los medios de comunicaci¨®n de todo el mundo en la cumbre era un irresistible aliciente para realizarlos.
En 1992, los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona y la Exposici¨®n Universal de Sevilla fueron vistos anticipadamente por ETA como una ocasi¨®n excepcional para hacer doblar la rodilla al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez; la ca¨ªda de la c¨²pula etarra en Bidart permiti¨® la celebraci¨®n de ambos acontecimientos sin incidentes. El Gobierno de Aznar no ha logrado impedir, sin embargo, que la amenazadora sombra de ETA turbase un acontecimiento tan importante como la conferencia europea de Sevilla. A la vista del tiempo transcurrido desde 1992 (seis a?os de esa d¨¦cada han estado bajo gobierno popular), la creciente colaboraci¨®n de Francia (iniciada a efectos pr¨¢cticos en 1984) y el respaldo del PSOE al Ejecutivo en esta materia a trav¨¦s del Pacto de las Libertades (a diferencia de la irresponsable manipulaci¨®n del terrorismo por el PP cuando estuvo en la oposici¨®n), la capacidad operativa residual de ETA mostrada con estos atentados deber¨ªa aconsejar prudencia al presidente Aznar antes de cantar victoria.
Adem¨¢s de entregar su enlutada tarjeta de visita a los dignatarios europeos, los coches bomba del pasado fin de semana pretendieron crear inseguridad no s¨®lo a los 40 millones de espa?oles, sino tambi¨¦n a los 60 millones de turistas que nos visitan anualmente. La l¨®gica expansiva del terror aspira a tomar psicol¨®gicamente como rehenes al mayor n¨²mero posible de personas para explotar sus miedos y desviar la angustia provocada por los criminales hacia unos Gobiernos incapaces de garantizar la seguridad p¨²blica. La estrategia del desistimiento se propone desgastar la capacidad de resistencia del Estado democr¨¢tico de derecho mediante la presi¨®n de una opini¨®n p¨²blica desmoralizada y temerosa. La atribuci¨®n de las responsabilidades ¨²ltimas del terror a un misterioso conflicto pol¨ªtico de vieja data, cuya soluci¨®n estar¨ªa boicoteada por un Gobierno intolerante, trata de convertir a los verdugos en v¨ªctimas, una insostenible inversi¨®n de papeles avalada en buena parte por el nacionalismo moderado y por la Iglesia vasca.
El rimbombante documento dirigido por ETA 'a las instituciones y ciudadanos europeos' en v¨ªsperas de la cumbre de Sevilla y de la explosi¨®n de los coches bomba conmina a las instituciones europeas a detener 'la colonizaci¨®n y la opresi¨®n' de Euskal Herria a manos de Espa?a y Francia. El 'fascismo espa?ol' y el 'jacobinismo franc¨¦s' ('la falsa grandeza e igualdad de la Rep¨²blica') secuestran los derechos de los vascos y les condenan a ser 'ciudadanos de segunda clase' dentro una 'reserva ind¨ªgena'. El intimidatorio manifiesto pasa factura a las democracias europeas por sus deudas con los vasco-franceses que combatieron 'contra los nazis' y con los vasco-espa?oles que murieron en la guerra 'contra los fascistas espa?oles'. Pero Espa?a y Francia 'act¨²an contra la historia' al negar a Euskal Herria su derecho a la 'autodeterminaci¨®n'. ETA ha expresado 'una y mil veces' su deseo de 'superar la opresi¨®n y el conflicto armado': para conseguirlo bastar¨ªa con que las instituciones de la Uni¨®n Europea forzasen 'un cambio en las actitudes' de Espa?a y Francia y les obligaran a aceptar 'la independencia y el socialismo' de Euskal Herria como Estado soberano formado por el Pa¨ªs Vasco, Navarra y los territorios ultrapirenaicos franceses. Hasta no alcanzar esa reivindicaci¨®n irredentista, ajena a la voluntad de sus habitantes, 'ETA continuar¨¢ con la lucha armada': porque 'Euskal Herria no tiene futuro en la actual Europa de los Estados'.
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