Vigor democr¨¢tico
Ma?ana entra en vigor, tras su publicaci¨®n en el BOE, la nueva Ley de Partidos, que abre paso a la eventual ilegalizaci¨®n judicial de Batasuna. La frontal oposici¨®n de los partidos nacionalistas plantea un problema pol¨ªtico, pero ello no resta legitimidad a una ley que nace con el apoyo del 95% de los diputados; es decir, de los representantes leg¨ªtimos de la sociedad espa?ola, incluyendo la mayor¨ªa de los diputados vascos: 11 de ellos han votado a favor de la ley y 8 en contra. Si en el c¨®mputo se incluyera a Navarra, la relaci¨®n ser¨ªa de 16 a 8 a favor de la ley. No s¨®lo son vascos los nacionalistas.
Anasagasti se ha quejado de la exclusi¨®n de su partido en las negociaciones para sacar adelante la ley. En un tema tan delicado habr¨ªa sido deseable contar con el respaldo del PNV. Sin embargo, la experiencia indica que ese partido nunca ha apoyado de entrada iniciativas tendentes a acabar con la impunidad del nacionalismo violento. A veces las ha apoyado tiempo despu¨¦s (como en el caso de las extradiciones), pero en principio siempre se ha opuesto. Es l¨®gico buscar el apoyo del nacionalismo democr¨¢tico, pero sin someterse a su ritmo. Su argumento principal de que la ley criminaliza las ideas y no s¨®lo los comportamientos violentos lo ha mantenido inalterable antes y despu¨¦s de que se aprobaran las enmiendas de CiU y el PSOE destinadas a depurar cualquier ambig¨¹edad al respecto. Luego cabe dudar de que hubieran apoyado no ¨¦sta, sino cualquier ley. Y la idea de que es innecesaria porque ya existe la posibilidad de ilegalizaci¨®n por la v¨ªa del C¨®digo Penal resulta un sarcasmo a la vista de sus reacciones ante cada paso del juez Garz¨®n en esa direcci¨®n.
Otro argumento es la dudosa eficacia de la ley para acabar con ETA. Puede ser, pero a veces hay que tomar iniciativas no s¨®lo por los efectos positivos que se esperan, sino para evitar los negativos de no hacer nada. En contra del criterio expresado por los obispos vascos, si se demostrase la vinculaci¨®n entre ETA y Batasuna y no se hiciera nada se estar¨ªa contribuyendo a la desmoralizaci¨®n ciudadana, componente esencial de la estrategia terrorista de deslegitimaci¨®n de las instituciones y desistimiento de la poblaci¨®n.
Si se demuestra que detr¨¢s de Batasuna est¨¢n las pistolas de ETA, ese partido no puede ser legal. No puede serlo mientras refuerce sus argumentos con lo que Otegi ha denominado 'persuasi¨®n armada' y considere leg¨ªtimo el acoso o la eliminaci¨®n de los electos o candidatos de los dem¨¢s partidos. Una formaci¨®n pol¨ªtica que act¨²e como parte de un proyecto de intimidaci¨®n colectiva no puede financiarse con fondos p¨²blicos ni beneficiarse de las otras ventajas de la legalidad. Evitar esos abusos es lo que la ley plantea, y de ah¨ª que resulte tan ofensivo que los electos nacionalistas consideren que su aprobaci¨®n supone un 'ataque directo a la libertad ideol¨®gica' y una 'agresi¨®n sin precedentes al pluralismo pol¨ªtico'. Que le pregunten a la alcaldesa de Lasarte.
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