Una 'Tizona' en dos mitades
Dos testamentos proyectan sobre la espada de Rodrigo D¨ªaz de Vivar la sombra de su partici¨®n
Qui¨¦n iba a decirle a Rodrigo D¨ªaz de Vivar, mil a?os despu¨¦s de morir, que su espada Tizona, nunca quebrantada en sus lances contra fieros sarracenos, pudiera ser partida en dos mitades por una testamentar¨ªa. Tal es hoy el ¨²ltimo desaf¨ªo que su acero afronta.
El juzgado de instrucci¨®n 21 de Madrid acoge desde esta semana un procedimiento de jurisdicci¨®n voluntaria presentado por un letrado de Alcal¨¢ de Henares en nombre de una pareja asturiana septuagenaria. Salustiano Fern¨¢ndez Su¨¢rez y Jacinta M¨¦ndez reclaman para s¨ª ante la ley 'al menos la mitad' de la espada del Cid que se conserva en la Sala de Armas del Museo del Ej¨¦rcito de Madrid, seg¨²n asegura una fuente familiar allegada.
Por el legendario estoque se ha llegado a pedir un precio milmillonario en pesetas
El legendario estoque, con hoja de acero de 0,785 metros de longitud y 0,045 metros de anchura, tiene dos lemas sobre sus lomos vaceados: Io soi Tisona fue fecha en la era de mile quarenta. Y en su env¨¦s se lee: Ave Maria Gratia Plena Dominus Tecum. Su empu?adura original fue trocada por otra renacentista. Antonio J. Criado Portal, catedr¨¢tico de Ingenier¨ªa Metal¨²rgica de la Universidad de Madrid, tras un minucioso examen radiol¨®gico de la espada, dijo de ella en noviembre de 1991: 'Fue forjada en la primera mitad del siglo XI'. En aquel estudio columbraba que el arma pod¨ªa costar 'hasta 750 millones de pesetas'. De ah¨ª surgi¨® el litigio por la titularidad de su herencia, que Salustiano y Jacinta disputan con Jos¨¦ Ram¨®n Su¨¢rez del Otero, marqu¨¦s de Falces.
Para explicar la lid es necesario responder antes a la pregunta: ?c¨®mo lleg¨® Tizona hasta el Museo del Ej¨¦rcito?. Por un intrincado laberinto. El Cid Campeador, que vivi¨® entre 1043 y 1099, la arrebat¨® al malik taifa sarraceno Bujari. Rodrigo la regal¨® a sus yernos, los infantes de Carri¨®n. Tras afrentar ¨¦stos a sus hijas, el Cid la cedi¨® a su sobrino, Pedro Berm¨²dez. Otros dicen que la espada pas¨® al consuegro de Rodrigo, Ram¨®n Berenguer III, conde de Barcelona, y de ¨¦ste al abuelo de Fernando el Cat¨®lico, Fernando de Antequera, quien la regal¨® a Juan II de Castilla, padre de Isabel la Cat¨®lica. ?Fue quiz¨¢ la dote de la boda de Fernando e Isabel?. Tal vez. En 1502, el arma fue inventariada en la residencia regia castellana del Alc¨¢zar de Segovia. En 1516, Fernando el Cat¨®lico, ya viudo, la ofreci¨® a Alonso Carrillo de Peralta, Condestable de Navarra, por mudar su lealtad de los Albrit franco-navarros al monarca aragon¨¦s, quien le nombr¨® marqu¨¦s de Falces. Los herederos de ¨¦ste recibieron la espada con la ¨²nica condici¨®n de prestarla para juras regias. As¨ª, el fierro dilecto del Cid se integr¨® en el patrimonio hereditario de los sucesivos marqueses hasta que, en 1936, el arma desapareci¨® del domicilio de los Falces en Gran V¨ªa, 48. Al finalizar la contienda fue localizada en el castillo de Figueras, fronterizo con Francia. Desde all¨ª, un jefe castrense escribe al Servicio Hist¨®rico Militar madrile?o: 'S¨®lo pude ver la empu?adura a trav¨¦s de la mirilla de un estuche met¨¢lico en el que se hallaba; alguien hab¨ªa pegado un cartel al estuche que dec¨ªa: 'Miliciano, respeta esta espada que es una obra de arte. Es la espada del Cid'. Luis Peral, coronel ayudante del general Franco, viaja a Figueras y se trae Tizona al Museo del Ej¨¦rcito. Es el a?o 1939. Cinco a?os despu¨¦s, en 1944, Jos¨¦ Mar¨ªa Velluti Zbikowsky, marqu¨¦s de Falces, formaliz¨® su dep¨®sito en el museo militar de la calle de M¨¦ndez N¨²?ez. Posteriormente, su heredero, Pedro Velluti Murga, y su hermana Olga, mediados los a?os setenta, firmaron un documento en el que admit¨ªan la titularidad de la espada. Pedro, que sol¨ªa veranear en Luarca, enferm¨®; ya ciego, viaj¨® a Gij¨®n. All¨ª, Salustiano y Jacinta le cuidaron afectuosamente durante m¨¢s de una d¨¦cada y, antes de morir, Pedro test¨® a su favor y les design¨® herederos universales.
Por su parte, Jos¨¦ Ram¨®n Su¨¢rez del Otero y Velluti, hijo de Olga y sobrino del difunto Pedro, recibi¨® en 1998 el t¨ªtulo de marqu¨¦s de Falces; repar¨® en el valor de la Tizona depositada por sus ancestros en el museo y entr¨® en conversaciones con el Estado espa?ol; sugiere vend¨¦rsela por una cifra milmillonaria. Las conversaciones se estancan. Mientras, la espada es declarada Bien de Inter¨¦s Cultural.
Cuando Salustiano y Jacinta presentaron esta semana su escrito 614/2002 ante el juzgado 21, el dilema qued¨® abierto: ?qu¨¦ prima en un testamento: el linaje o el afecto? Si el juez opta por un desenlace basado en la equidad, la a?eja Tizona del Cid sufrir¨¢ su primer quebranto en mil a?os.
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