Ana Coraje
Ya se sabe que el cobarde necesita de la leva monocolor para sublevar sus instintos trogloditas. Necesita decorar los escenarios de su existencia con proclamas que lo reconforten y reafirmen. No vaya a ser que en alg¨²n instante se ponga a pensar y desista. En masa algunos rezuman inquina hacia quien quieren considerar distinto. Y el front¨®n era una fiesta del deporte vasco, de la mano desnuda, del vigor convertido en tes¨®n para sumar tantos a pie de cancha.
Pero en este pa¨ªs nuestro tenemos un problema gordo: unos pocos escupen odio a quienes representan a muchos; unos cuantos se agachan para que las pedradas no les despeinen ni las ideas ni el plan de ma?ana; y otros muchos, aun con dificultades, nos dedicamos a protestar, a denunciar la calumnia y a desnudar la mentira de los agresores.
Ana Urchuegu¨ªa pertenece a este ¨²ltimo grupo. Adem¨¢s de coraje y dignidad, ostenta la representaci¨®n democr¨¢tica de su pueblo y s¨®lo quien pretenda instaurar una dictadura puede sentir la necesidad de eliminar a la persona elegida por aqu¨¦l. Aqu¨ª precisamos de cien a?os de democracia y educaci¨®n c¨ªvica para olvidar tanta imposici¨®n, violencia y acuartelamiento. Cuando levantan airados la pancarta de Faxismoari stop, ?interpelan a quien realmente utiliza modos fascistas de coacci¨®n e imposici¨®n? ?Se creen realmente que s¨®lo ellos son las v¨ªctimas incomprendidas y todos los dem¨¢s somos unos recalcitrantes verdugos de sus ideas?
No podemos admitir siniestras amenazas, como la que acaba de recibir Jos¨¦ Luis Vela. Y agradezco que se quede, porque necesitamos de la savia y el acervo de todos.
Muchas gracias, Ana, por no arrojar la toalla, por tu dignificante calma, por no devolverles el hielazo a quien no se merece ni agua. Somos mayor¨ªa los que estamos a tu lado, en Lasarte, en Andoain y en Euskadi. A todos nosotros nos hirieron el pecho. Espero que este dolor compartido apacig¨¹e un poco el tuyo.
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