Agua dulce en Sidi bou Ghaba

Tras Turqu¨ªa, Marruecos es el pa¨ªs con mayor biodiversidad de toda la cuenca mediterr¨¢nea. La red de humedales es una de las m¨¢s extensas, con m¨¢s de 200 marismas, marjales, lagos de monta?a y lagunas costeras de agua dulce. De ellos, 84 est¨¢n reconocidos por su inter¨¦s. La escasa industrializaci¨®n y una agricultura relativamente extensiva han permitido conservar numerosos ecosistemas. Son, sin embargo, las manchas forestales las m¨¢s perjudicadas por el sobrepasto y una explotaci¨®n excesiva e incontrolada. Los alcornocales, los fabulosos bosques de cedros del Atlas, los arganos (un ¨¢rbol end¨¦mico del Sur), y las espesas manchas de tuyas (Tetraclinis articulata) de la costa atl¨¢ntica, se encuentran seriamente amenazados.

La reserva de Sidi bou Ghaba es uno de los ¨²ltimos reductos del bosque costero primigenio, formado esencialmente de sabinas. Declarada patrimonio natural desde nada menos que 1951, la reserva est¨¢ incluida en el convenio internacional de Ramsar, que reconoce las zonas h¨²medas m¨¢s valiosas del globo. En su interior surge una laguna de agua dulce de unas 200 hect¨¢reas de extensi¨®n, que, en paralelo a la costa, aparece como un b¨¢lsamo, aliviando la sed de verde tras un largo periodo de sequ¨ªa.

Desde algunos puntos se aprecia el mar justo detr¨¢s, formando un contraste espectacular. Apenas dista 36 kil¨®metros de Rabat en direcci¨®n al norte, y bordea una de las m¨¢s bellas playas atl¨¢nticas que se pueda imaginar: la de Mehdia (sobre todo, fuera de ¨¦poca estival). Por el norte la limita el estuario del r¨ªo Sebou, otro lujo acu¨¢tico infestado de aves y de vida, presidido por las ruinas de una fortaleza portuguesa.

Cerceta pardilla

El nombre de la laguna, Sidi bou Ghaba, le viene de un morabito que habit¨® el lugar, y cuya tumba a¨²n se conserva, poniendo el contrapunto blanco en el paisaje. El lago se nutre de la capa fre¨¢tica y de las ocasionales lluvias, y es punto de referencia para las numerosas aves que peri¨®dicamente cruzan el Estrecho en sus movimientos migratorios. Pero, adem¨¢s, es residencia permanente de aves tan llamativas como las esp¨¢tulas, y zona de nidificaci¨®n de la amenazad¨ªsima cerceta pardilla y de la focha cornuda, con su curioso escudo rojo sobre la frente y sus ademanes esquivos. Adem¨¢s de la cerceta pardilla, la lechuza mora -moradora de marismas y pantanos- es la estrella del lugar. Por lo dem¨¢s, se contemplan tambi¨¦n sin muchas dificultades patos colorados, patos cuchara, somormujos lavancos, avetoros, martinetes y calamones huyendo con caminares torpes entre los carrizales.

La reserva rebosa salud medioambiental: legiones de rapaces la sobrevuelan como si fueran gorriones en celo: ¨¢guilas pescadoras, aguiluchos laguneros y cenizos, e incluso halcones de Eleonor y alcotanes. Un tupido bosque ci?e el lago a lo largo de sus m¨¢s de seis kil¨®metros: sabinas, pero tambi¨¦n acebuches (del ¨¢rabe zebuch), lentiscos y ¨¢lamos blancos bordeando las aguas como una puntilla.

Pero el inter¨¦s de la reserva radica tambi¨¦n en la actividad cient¨ªfica y educacional. Est¨¢ gestionada por el Ministerio de Agricultura, Agua y Bosques, en colaboraci¨®n con una ONG de protecci¨®n de los animales dom¨¦sticos: la Spana, con sede en el Reino Unido y proyecci¨®n en el Magreb. Es esta organizaci¨®n quien dirige el centro de visitantes situado en plena reserva. En ¨¦l se imparte toda clase de talleres medioambientales y se sensibiliza de forma sencilla e inteligente no solamente a los ni?os, que acuden a trav¨¦s de sus colegios, sino al p¨²blico en general. C¨®mo aprovechar los recursos sin malgastarlos, cuidar de las mascotas y los animales de carga, o reconocer las huellas y las plantas, son algunas de las cuestiones que los instruidos monitores ense?an a los chavales, y a quienes desean conservar el patrimonio natural que los rodea.