Una boda sin ilusi¨®n
En Sevilla, los l¨ªderes estaban m¨¢s preocupados por mantener a la gente fuera que por dejarla entrar.
Imaginemos una boda que se retrasa durante 15 a?os por la mezquindad y las evasivas del novio. Cuando llegue, por fin, ?qui¨¦n puede disfrutar de ella? En eso consiste la reunificaci¨®n de Europa: la boda de las partes oriental y occidental del continente, separadas durante d¨¦cadas por los muros y las alambradas de la guerra fr¨ªa. Incluso el nombre de la ceremonia es ya una pesadez. Ya no es la reunificaci¨®n o, como tambi¨¦n sol¨ªamos decir, la curaci¨®n de Europa, sino solamente la ampliaci¨®n de la UE: dan ganas de bostezar y apagar la televisi¨®n.
La cumbre de la semana pasada en Sevilla confirm¨® el compromiso de la UE de incorporar a 10 nuevos Estados de aqu¨ª a finales de 2004, s¨®lo 15 a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Al mismo tiempo, posterg¨® las negociaciones econ¨®micas m¨¢s complicadas hasta despu¨¦s de las elecciones alemanas del pr¨®ximo oto?o. En Sevilla, los dirigentes de la UE estaban m¨¢s preocupados por mantener a la gente fuera que por dejarla entrar. No se ocuparon de dar la bienvenida a los dem¨¢s europeos, sino de perseguir a los inmigrantes ilegales, el tema candente en una Europa sacudida por el populismo antiinmigraci¨®n.
La perspectiva m¨¢s extraordinaria y deprimente es que al final puede que sea Polonia la que rechace la pertenencia a la UE en un refer¨¦ndum
Grecia ha asegurado que va a bloquear la ampliaci¨®n si no se incluye a Chipre, aunque no est¨¢ claro c¨®mo se puede incorporar a la UE un pa¨ªs dividido
La PAC es el esc¨¢ndalo m¨¢s antiguo del mundo desarrollado: obliga a subir el precio de lo que comemos y desfavorece a¨²n m¨¢s a la agricultura en v¨ªas de desarrollo
Es posible que algunos lectores, inevitablemente mayores de 30 a?os, recuerden todav¨ªa aquel vertiginoso verano de hace 13 a?os, en 1989, cuando el comunismo fue desmantelado de forma pac¨ªfica mediante unas refoluciones (mezcla de reformas y revoluciones) de nuevo tipo en Polonia y Hungr¨ªa, y el mundo se llen¨® de esperanza. La vuelta a Europa era el lema fundamental de los centroeuropeos.
?Por qu¨¦ se estropearon las cosas? Por nosotros. Nosotros, los europeos occidentales. Para empezar, muchos no consideraron nunca a esos pa¨ªses lejanos de los que poco sabemos, en realidad, parte de Europa. Otros, sobre todo en Francia, simplemente no quer¨ªan que esos pa¨ªses se afiliaran a nuestro club de ricos dirigido por los franceses. En cierta ocasi¨®n, un importante empresario franc¨¦s resumi¨® as¨ª, en privado, su actitud ante la ampliaci¨®n de la UE hacia el este: 'Il faut toujours en parler et jamais y penser' ('Hay que hablar siempre de ella y no pensar nunca en ella'). Entonces, Helmut Kohl y Fran?ois Mitterrand decidieron que Europa occidental deb¨ªa construir primero su uni¨®n monetaria. Una idea espl¨¦ndida y, por tanto, mucho m¨¢s lograda de lo que esperaban muchos esc¨¦pticos (incluido yo mismo), pero ?era la prioridad que correspond¨ªa cuando acababan de terminar los 40 a?os de divisi¨®n de Europa entre el este y el oeste? No.
Ahora, los dirigentes de la UE han acordado, por fin, que debemos llevar a cabo la ampliaci¨®n, pero nadie tiene intenci¨®n de financiarla. Los contribuyentes netos al presupuesto de la UE, sobre todo Alemania, no est¨¢n dispuestos a pagar un euro m¨¢s, y los beneficiarios netos, como Espa?a, no est¨¢n dispuestos a recibir un euro menos. La suma neta que la UE propone transferir a sus 10 nuevos miembros entre 2004 y 2006 es de unos 25.000 millones de euros. En comparaci¨®n, con el Plan Marshall, Estados Unidos transfiri¨® el equivalente a 97.000 millones de euros (en precios de hoy) a Europa occidental entre 1948 y 1951, y en los noventa, Alemania Occidental transfiri¨® a Alemania Oriental alrededor de 600.000 millones de euros. (Las cifras proceden de The International Herald Tribune, que recientemente public¨® una magn¨ªfica serie en tres partes sobre el tema). Para que luego hablen de la solidaridad entre europeos.
Subsidio seg¨²n pa¨ªs
Seg¨²n los planes actuales, los nuevos Estados miembros, la mayor¨ªa de ellos pobres con arreglo a los criterios de la UE, recibir¨¢n la mitad de la suma per c¨¢pita que obtienen pa¨ªses como Espa?a, Portugal, Grecia e Irlanda para proyectos de infraestructura, como carreteras y puentes. Los campesinos polacos recibir¨¢n la cuarta parte de los subsidios directos que reciben sus hom¨®logos franceses, pese a que tendr¨¢n que competir en el mismo mercado ¨²nico. Esto es una estupidez que raya en el insulto. Lo que deber¨ªa ser es que todos los agricultores de la UE tendr¨ªan que recibir la cuarta parte de lo que reciben hoy, porque la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n (PAC) es el esc¨¢ndalo m¨¢s antiguo del mundo desarrollado: obliga a aumentar el precio de lo que comemos y desfavorece todav¨ªa m¨¢s a los agricultores del mundo en v¨ªas de desarrollo. Ahora bien, Francia y otros beneficiarios de la PAC no est¨¢n dispuestos a cambiarlo. En nombre de Europa, por supuesto.
Hasta ahora he escrito como si la ampliaci¨®n al este, con todas sus decepciones, fuera a ser una cosa segura en 2004. Pero no lo es. Irlanda todav¨ªa tiene que celebrar otro refer¨¦ndum sobre el Tratado de Niza, al que ya ha dicho 'no' en una ocasi¨®n. Grecia ha asegurado que va a bloquear la ampliaci¨®n si no se incluye a Chipre, aunque no est¨¢ claro c¨®mo se puede incorporar a la UE a un pa¨ªs dividido. Los populistas antiinmigrantes como Haider y Le Pen contribuyen a que crezca la oposici¨®n interna.
Sin embargo, lo m¨¢s preocupante es el aumento de la hostilidad hacia la UE en los pa¨ªses candidatos. En seis de los 10 que ocupan la primera fila, menos del 50% de los interrogados en un reciente sondeo de opini¨®n contestaron que la pertenencia a la UE iba a ser beneficiosa para su pa¨ªs. En Polonia, el mayor y m¨¢s importante de los candidatos, esa cifra fue del 51%. 'Ayer Mosc¨², ma?ana Bruselas', dicen los euroesc¨¦pticos polacos, cada vez m¨¢s numerosos. Es injusto, desde luego, porque Polonia nunca escogi¨® pertenecer al bloque sovi¨¦tico, mientras que los Gobiernos democr¨¢ticamente elegidos desde 1989 han estado llamando a la puerta de Bruselas sin cesar. Pero se entiende que se sientan as¨ª cuando los emisarios de la UE imponen 80.000 p¨¢ginas de normas y reglamentos a su pa¨ªs; unas normas que, en muchos casos, son un impedimento para una econom¨ªa de mercado nueva y din¨¢mica.
La perspectiva m¨¢s extraordinaria y deprimente es que, al final, puede que sea Polonia la que rechace la pertenencia a la UE en un refer¨¦ndum. Quiz¨¢ parezca exagerado, pero no es impensable. Seg¨²n la Constituci¨®n polaca, un refer¨¦ndum sobre un tema tan importante necesita una mayor¨ªa simple sobre una participaci¨®n que sea superior al 50%. En las ¨²ltimas elecciones parlamentarias, la participaci¨®n fue del 46%. Es decir, los que se oponen no tienen m¨¢s que decir: 'Qu¨¦date en casa y t¨®mate otra cerveza'.
En realidad, no creo que ocurra as¨ª. Supongo que la ampliaci¨®n se producir¨¢, despu¨¦s de todo, en 2004 o 2005; escandalosamente tarde, pero m¨¢s vale tarde que nunca. Ahora bien, el mero hecho de que tengamos que contemplar la posibilidad demuestra qu¨¦ bajo hemos ca¨ªdo. Cuando viajaba de un lado a otro del tel¨®n de acero en los viejos tiempos de la guerra fr¨ªa, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que Europa estaba dividida entre los occidentales, que ten¨ªan Europa, y los orientales, que cre¨ªan en ella. Nunca olvidar¨¦ una ocasi¨®n en la que iba por los pasillos del Parlamento polaco, poco despu¨¦s de las transformadoras elecciones de 1989, con el historiador y dirigente de Solidaridad Bronislaw Geremek. De pronto se par¨® y me dijo: 'Para m¨ª, Europa es como una esencia de Plat¨®n'.
Regatear a puerta cerrada
Si la reunificaci¨®n de Europa se hubiera producido hace 10 a?os, el Este liberado habr¨ªa aportado al proyecto europeo una inmensa carga positiva de idealismo y entusiasmo. Espero que todav¨ªa haya un poco de eso, por parte de grandes europeos como mi viejo amigo Bronislaw Geremek. Pero la mayor¨ªa de los nuevos miembros, cuando se incorporen -si se incorporan-, habr¨¢n llegado a la conclusi¨®n de que Europa consiste, en realidad, en regatear a puerta cerrada con el fin de obtener unos cuantos millones m¨¢s de euros para alg¨²n inter¨¦s nacional espec¨ªfico. ?sa es la lecci¨®n que hemos ense?ado en 15 a?os de peleas miopes y mezquinas.
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