La cumbre terrorista donde se prepar¨® el 11-S se celebr¨® en Tarragona
Los dos pilotos suicidas que estrellaron los aviones secuestrados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el coordinador de los atentados se reunieron en Tarragona en julio de 2001, ocho semanas antes del 11-S, para culminar la operaci¨®n terrorista. A la cumbre asistieron al menos seis ¨¢rabes, que se alojaron en distintos hoteles de la costa y presumiblemente contaron con ayuda de miembros de Al Qaeda residentes en la zona, seg¨²n se desprende de una minuciosa investigaci¨®n policial que ha durado 10 meses y que se recoge en 700 folios entregados por las autoridades espa?olas al FBI. Una pieza que puede ser clave para dar algo de luz a un caso que provoc¨® 3.000 muertos y por el que hay un solo detenido: Zacar¨ªas Mussaui. El pasado 11 de marzo, Guillermo Ruiz-Polanco, juez de la Audiencia Nacional, autoriz¨® a polic¨ªas norteamericanos la filmaci¨®n en v¨ªdeo de todos los escenarios que recorrieron los terroristas.
Las c¨¢maras de v¨ªdeo de una empresa grabaron al jefe de los terroristas suicidas cuando el pasado 9 de julio abandonaba el hotel Diana Cazadora
Mohamed Atta e Iqbal Afzal, un ¨¢rabe con pasaporte irland¨¦s, se alojaron en Madrid en habitaciones contiguas, cenaron y bebieron vodka juntos
'Tengo s¨®lo cuatro horas y me gustan las atracciones fuertes', dijo Marwan al Shehhi, el piloto que estrell¨® el segundo avi¨®n, a empleados de Port Aventura
Al menos seis ¨¢rabes ya identificados, entre ellos tres pilotos suicidas, se reunieron en Tarragona. Simpatizantes de Al Qaeda les dieron cobertura
La primera huella de Mohamed Atta en Espa?a qued¨® marcada en el aeropuerto de Madrid-Barajas a las 16.20 del pasado 8 de julio. El egipcio -1,65 de estatura, 66 kilos, ojos color caf¨¦, cabello negro y mirada penetrante- acababa de descender de un Boeing 757 que cubr¨ªa el vuelo 656 Miami-Z¨²rich-Madrid, un largo viaje de 12 horas.
Atta, de 33 a?os, nacido en Kafr el Shikh, exhibi¨® su pasaporte egipcio en el control de aduanas del ¨¢rea internacional, y no le tembl¨® ni el pulso ni la mirada cuando el agente del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa le mir¨® a los ojos y con un leve adem¨¢n le orden¨® que siguiera hacia adelante. El hombre que dos meses m¨¢s tarde iba a protagonizar el mayor ataque contra Estados Unidos desde Pearl Harbor (1941) parec¨ªa cualquier cosa menos un piloto suicida. Vest¨ªa una camisa de manga corta, pantal¨®n largo y zapatos. En su mano derecha llevaba una elegante cartera de piel. Aunque su rostro, muy caracter¨ªstico, delataba su origen ¨¢rabe, parec¨ªa un turista occidental.
Atta respondi¨® al polic¨ªa con una sonrisa, camin¨® y se perdi¨® entre la marea de turistas que inundaba el aeropuerto. S¨®lo siete meses antes, el 4 de enero, hab¨ªa traspasado ese mismo control policial con la misma naturalidad. Entonces proced¨ªa tambi¨¦n de Florida (EE UU), donde aprend¨ªa a pilotar en la escuela Huffman Aviation de Venice, un pueblo cercano a la tranquila localidad costera de Sarasota.
Cinco horas en el aeropuerto
Cinco horas despu¨¦s, a las 21.15, poco despu¨¦s de enviar un mensaje desde un ordenador p¨²blico, el terrorista de Al Qaeda se dirigi¨® al mostrador de la agencia Viajes Aira, SA, situada en la misma terminal del aeropuerto, y pidi¨® en ingl¨¦s una habitaci¨®n en el hotel Diana Cazadora, a tiro de piedra de la terminal de carga. Registraron su reserva con el n¨²mero 18.598 y le informaron que un minib¨²s de la empresa le trasladar¨ªa hasta el n¨²mero 12 de la avenida de la Hispanidad, sede del establecimiento. ?Qu¨¦ hizo Atta durante cinco largas horas en Barajas? ?Esperaba a alguien?
Tras el egipcio apareci¨® en la recepci¨®n de la misma agencia un hombre de rasgos ¨¢rabes que pidi¨® alojamiento para una noche en el mismo lugar. Iqbal Afzal Admat, de 41 a?os y con pasaporte irland¨¦s, se expres¨® tambi¨¦n en ingl¨¦s, aunque utiliz¨® algunas palabras espa?olas. El empleado de Viajes Aira le asign¨® el n¨²mero de reserva 18.599, es decir, el siguiente de Atta. Minutos despu¨¦s, los dos viajeros se sentaban juntos en el minib¨²s del Diana Cazadora que les traslad¨® hasta el hotel. A la conductora del veh¨ªculo no le pasaron inadvertidos. Desde el retrovisor les observ¨® con detenimiento: hablaban muy animados en ¨¢rabe y parec¨ªa que se conoc¨ªan de toda la vida, seg¨²n ha declarado a los miembros del Servicio de Informaci¨®n de la Guardia Civil.
El piloto suicida se registr¨® en este sencillo hotel de tres estrellas con el nombre de Mohamed Mohamed el Amir Awad el Sayed. Facilit¨® la direcci¨®n El Doblat Blachs Giza (El Cairo) y un n¨²mero de pasaporte diferente al que exhibi¨® durante su anterior viaje a Madrid. Le dieron la habitaci¨®n n¨²mero 111, un alojamiento confortable y funcional. Su enigm¨¢tico acompa?ante ocup¨® la 109, la inmediatamente anterior, y present¨® en la recepci¨®n un pasaporte irland¨¦s con el siguiente domicilio: n¨²mero 3 de R4 Wate Watly (Irlanda).
La recepcionista recuerda bien c¨®mo Atta y su amigo pagaron el alojamiento nada m¨¢s registrarse. Discutieron si lo hac¨ªan en pesetas, pero finalmente Iqbal abon¨® su factura con una tarjeta de cr¨¦dito Visa 4B del Barclays Bank. El suicida lo hizo en met¨¢lico y utiliz¨® pesetas.
Los dos viajeros se recogieron durante unos minutos y aprovecharon para descansar y hacer varias llamadas telef¨®nicas. Atta descolg¨® el tel¨¦fono de su mesita de noche a las 21.30, nada m¨¢s entrar en la habitaci¨®n. Llam¨® a un tel¨¦fono m¨®vil en Alemania, presumiblemente a Hamburgo, ciudad en la que hab¨ªa residido con otros miembros del comando suicida, para comunicarles que hab¨ªa llegado bien. La llamada dur¨® 41 segundos. A las 22.54 repiti¨® la misma comunicaci¨®n, aunque en esta ocasi¨®n estuvo colgado nueve minutos del aparato. Iqbal telefone¨® durante 21 minutos a un n¨²mero de Manchester (Reino Unido).
Paseo y carne para cenar
A las once de la noche, Atta e Iqbal se dirigieron juntos a la recepci¨®n y preguntaron por un sitio donde cenar carne. La joven que la atend¨ªa les recomend¨® un asador ubicado en los locales comerciales del hotel Trip Diana, un establecimiento de la misma cadena, al que acudieron en el minib¨²s. Pero el restaurante estaba cerrado y los viajeros cenaron en otro lugar. Poco antes de las doce, los dos ¨¢rabes regresaron andando hasta el hotel. Esa noche hac¨ªa mucho calor. La recepcionista les vio entrar juntos, y Celestino, un camarero de Alcal¨¢ de Henares, les sirvi¨® dos vasos de vodka que bebieron en el vest¨ªbulo porque la cafeter¨ªa ya estaba cerrada. Las consumiciones se cargaron en la cuenta del ¨¢rabe-irland¨¦s, que nada m¨¢s regresar a su habitaci¨®n tom¨® el tel¨¦fono y habl¨® durante 38 minutos con un n¨²mero del Reino Unido.
A las once de la ma?ana del d¨ªa siguiente, el 9 de julio, el egipcio y su acompa?ante pagaron los extras y abandonaron juntos el hotel a bordo del minib¨²s y en direcci¨®n al aeropuerto. Mar¨ªa Jos¨¦ Esteban, subdirectora del hotel, se fij¨® en ellos. Y no fue la ¨²nica en registrarlos en su memoria. Una c¨¢mara de seguridad del centro de simuladores de vuelo Senasa, situado a cincuenta metros del hotel, grab¨® la inquietante imagen del hombre que s¨®lo ocho semanas despu¨¦s estrellar¨ªa el primer avi¨®n secuestrado, vuelo AA 11 de American Airlines, contra la torre norte del World Trade Center en Nueva York, en el coraz¨®n del pa¨ªs m¨¢s poderoso del planeta.
?Por qu¨¦ se aloj¨® Atta junto a una escuela en cuyos simuladores se imparten cursos privados de familiarizaci¨®n al Boeing 757? ?Fue una casualidad o ten¨ªa la referencia de este hotel por alguno de los alumnos que han pasado por este centro dependiente del Ministerio de Fomento? Entre las compa?¨ªas de bandera que forman a sus pilotos en esta academia figura la de Marruecos.
El rastro del irland¨¦s Iqbal -cuyo encuentro con Atta, en opini¨®n de la polic¨ªa, no fue casual- se perdi¨® en el aeropuerto de Barajas. Pero el terrorista dej¨® nuevas huellas en la terminal de viajeros. Se dirigi¨® a la empresa Sixt Espa?a y alquil¨® un turismo de la marca Hyundai, de color plateado, matr¨ªcula 5315 BHF. El terrorista mostr¨® su pasaporte egipcio, expedido en Hamburgo en la primavera de 2000, y su carnet de conducir, obtenido en Florida al a?o siguiente. Cuando le pidieron una direcci¨®n, Atta dio la de su apartamento en Florida. El veh¨ªculo hab¨ªa sido reservado desde Tejas.
El jefe de los pilotos suicidas sali¨® de Madrid a las dos de la tarde y se dirigi¨® hacia Tarragona. Mientras conduc¨ªa por la N-II, Ramzi Bin al Shibh -un yemen¨ª de 29 a?os, 1,72 metros de estatura, ojos oscuros, cabello negro y calva incipiente- preparaba su maleta en el n¨²mero 54 de la calle Marienstrasse, en Hamburgo, un hogar en el que hasta hac¨ªa muy poco hab¨ªa vivido con Atta y Said Bahaji, camuflados de estudiantes de electr¨®nica.
Bin al Shibh, que hab¨ªa intentado sin ¨¦xito en cuatro ocasiones conseguir el permiso de entrada a EE UU y se hab¨ªa matriculado en la misma escuela de vuelo de Florida, ten¨ªa una importante cita en Espa?a: una cumbre de los pilotos suicidas que preparaban los ¨²ltimos flecos de un atentado terrorista que cambiar¨ªa el mundo.
En busca de hotel
El yemen¨ª tom¨® el vuelo ch¨¢rter IP 1408 de la compa?¨ªa Aerolloid, que cubre el trayecto Hamburgo-Reus (Tarragona), y reserv¨® el regreso para el d¨ªa 30 de julio. El avi¨®n aterriz¨® a las siete de la tarde en el aeropuerto catal¨¢n. Nadie se fij¨® en este ¨¢rabe con cara de ni?o bueno que vest¨ªa ropa occidental y no hablaba espa?ol.
A las diez de la noche, Bin al Shibh apareci¨® en la recepci¨®n del hotel M¨®nica de Cambrils (Tarragona), en la calle Galcer¨¢n Marquet, a cien metros de la playa y cerca del Club N¨¢utico. Lleg¨® en coche y le acompa?aba un hombre de rasgos ¨¢rabes que la jefa de recepci¨®n ha descrito a la polic¨ªa as¨ª: 1,85 de estatura, delgado, de 25 a 30 a?os, de piel morena y pelo corto, abundante y sin entradas. Un retrato que coincide con el de Said Bahaji, el otro habitante del apartamento de Hamburgo, tambi¨¦n piloto frustrado, y propietario de la agenda en la que ten¨ªa anotado el tel¨¦fono 00 34 1 646 45 49 de la antigua casa en Fuenlabrada (Madrid) de Iman Eddin Barakat, Abu Dahdah, un sirio de 38 a?os conectado con dirigentes de Al Qaeda en todo el mundo y al mando de un red de correligionarios en Espa?a.
El aspecto bonach¨®n de Bin al Shibh no le sirvi¨® de mucho. La recepcionista de este hotel de cuatro estrellas, en el que se alojaba la infanta Cristina y el pr¨ªncipe Felipe cuando participaban en las regatas, ha reconocido a los investigadores que, pese a tener habitaciones libres, minti¨® al yemen¨ª y le dijo que el hotel estaba completo. 'A primera vista, aunque su vestimenta era occidental, su aspecto f¨ªsico no le transmiti¨® confianza', dice el informe confidencial de la polic¨ªa. Ramzi habl¨® en ¨¢rabe a su compa?ero y abandonaron el hotel.
Los acompa?antes de Atta montaron en su coche y se dirigieron hasta el hotel Tropicana, en el n¨²mero 33 de la avenida de la Diputaci¨®n, a cinco minutos en coche del anterior, donde les dijeron lo mismo. Pero en esta ocasi¨®n, el recepcionista no minti¨® y se ofreci¨® a buscarles una habitaci¨®n en otro establecimiento. El empleado descolg¨® el tel¨¦fono. 'Tengo dos clientes que han llegado sin reserva. Estamos llenos. ?Ten¨¦is una doble?'. La respuesta al otro lado del tel¨¦fono fue afirmativa.
Cuando Bin al Shibh ley¨® el nombre y la direcci¨®n del hotel donde pod¨ªan dormir no pudo evitar un gesto de sorpresa. A las 22.30, los dos ¨¢rabes atravesaron decididos el vest¨ªbulo del hotel M¨®nica, donde minutos antes les acababan de rechazar. La recepcionista enmudeci¨®, pero reaccion¨® con rapidez. Les dijo que hab¨ªa tenido una anulaci¨®n de ¨²ltima hora y entreg¨® las llaves de una habitaci¨®n. El yemen¨ª, nacido en Hadramout, no puso ninguna pega ni cuestion¨® la versi¨®n de la empleada. Exhibi¨® su pasaporte y estamp¨® su firma en la ficha policial. S¨®lo qued¨® registrado ¨¦l. Las pocas palabras que pronunci¨® fueron en ingl¨¦s. Los dos terroristas subieron a la habitaci¨®n y no usaron el tel¨¦fono. No salieron a cenar.
A esa misma hora, Mohamed Atta ya hab¨ªa llegado a Tarragona procedente de Madrid en su turismo alquilado. Se hab¨ªa instalado en el hotel Sant Jordi, sito en la V¨ªa Augusta, a unos dos kil¨®metros del centro de la ciudad de Tarragona, junto a la playa de Savinosa, en una zona residencial. Se registr¨® con el nombre de Mohamed el Amir, uno de sus dos alias, y marc¨® otra huella al estampar su firma en la ficha del hotel. Le dieron la habitaci¨®n 206.
Juan Jos¨¦ Rabaso, de 33 a?os, el recepcionista que le atendi¨®, no recuerda si lleg¨® solo o acompa?ado. Seg¨²n su versi¨®n, la afluencia de turistas le impide recordar detalles sobre este egipcio que semanas despu¨¦s provocar¨ªa m¨¢s de 3.000 muertos en el mayor atentado terrorista de la historia de Estados Unidos. Atta no hizo nada que llamara la atenci¨®n del recepcionista ni de los dem¨¢s empleados de este peque?o hotel, desde cuyas habitaciones se escucha el sonido del mar.
A las nueve de la ma?ana del 10 de julio, Bin al Shibh y su acompa?ante dejaron el hotel M¨®nica. Pagaron las 13.371 pesetas de la habitaci¨®n y se fueron sin desayunar, pese a que estaba incluido en el precio. Tampoco hicieron llamadas. Ese mismo d¨ªa, la polic¨ªa cree que Bin al Shibh se encontr¨® con Atta, cuyo hotel estaba a 15 minutos en coche.
Reuni¨®n secreta
Los dos compa?eros de piso en Hamburgo llevaban varios meses sin verse porque al yemen¨ª no le hab¨ªan permitido entrar en Estados Unidos, en cuyas escuelas de vuelo se entrenaba el resto del equipo. Por ese motivo, Ramzi hab¨ªa sido nombrado coordinador del golpe. A la cumbre terrorista acudieron Atta, Bin al Shib y su acompa?ante, que por las descripciones facilitadas se parec¨ªa a Said Bahaji, el otro compa?ero en el apartamento de Hamburgo, y una cuarta persona: Marwan al Shehhi, el emirat¨ª de 23 a?os destinado a estrellar contra la torre sur el segundo avi¨®n secuestrado, el vuelo UA 175 de United Airlines que sali¨® de Logan (Boston) con destino a Los ?ngeles y 56 pasajeros a bordo.
La b¨²squeda de la polic¨ªa, Guardia Civil y Mossos de Escuadra en todos los hoteles de la zona no ha encontrado rastro de Marwan al Shehhi, pero varios empleados del parque de Port Aventura, en la localidad de Salou (Tarragona), han reconocido su fotograf¨ªa a los agentes del Servicio de Informaci¨®n de la Guardia Civil. Su cara redonda, ojos vivarachos y aspecto regordete no pasaron inadvertidos. Pero m¨¢s que su f¨ªsico, bastante corriente, le delat¨® su actitud. El 17 de julio, un tipo calcado a Marwan se dirigi¨® al departamento de atenci¨®n al cliente y pidi¨® informaciones sobre las atracciones del complejo. 'Dijo que s¨®lo pod¨ªa estar cuatro horas y que buscaba emociones fuertes. Hablaba en ingl¨¦s e iba acompa?ado de otros dos hombres de rasgos isl¨¢micos que vest¨ªan elegantemente y llevaban una considerable cantidad de dinero en met¨¢lico', se?ala un informe reservado que firma Jos¨¦ Luis Carrasco, capit¨¢n de la Guardia Civil de Tarragona.
Una de las dos personas que acompa?aban a Marwan se acerc¨® al mostrador y pidi¨® cambiar 50 d¨®lares por pesetas. Present¨® un documento brit¨¢nico, y el justificante del canje se emiti¨® a nombre de Sourrender Singh. El tercero no se identific¨®. Ninguno de los empleados del parque ha reconoci¨® la fotograf¨ªa de Atta, lo que hace sospechar a los investigadores que se trataba de otros colaboradores que asistieron a la cumbre de Tarragona. En total seis personas, tres identificadas y otras tres no.
El rastro de Bin al Shibh se pierde desde su salida el d¨ªa 10 del hotel M¨®nica hasta seis d¨ªas despu¨¦s, en que regres¨® a Alemania. ?D¨®nde durmieron el yemen¨ª y su acompa?ante durante esos cinco d¨ªas? La polic¨ªa cree que a la reuni¨®n de los pilotos suicidas asisti¨® alg¨²n colaborador ¨¢rabe de nacionalidad espa?ola que vive en la zona y les dio cobijo. 'Parece m¨¢s que evidente. La Visa de Atta no registra ni un solo gasto durante esos d¨ªas', se?ala una fuente policial. En la casa del colaborador se habr¨ªan celebrado maratonianas reuniones para ultimar detalles del atentado, como el env¨ªo de dinero por Bin al Shibh a Zacar¨ªas Mussaui, un franc¨¦s de origen marroqu¨ª, ¨²nico detenido en EE UU. No se ha demostrado la presencia del sirio Barakat, detenido despu¨¦s del 11-S, en la zona.
Tres ¨¢rabes juntos en el avi¨®n
El d¨ªa 16, Bin al Shibh se present¨® a las 14.30 en el mostrador de la agencia Servisair, en el aeropuerto de Reus, y compr¨® un billete de vuelta a Hamburgo para esa misma tarde. Pag¨® 23.000 pesetas en met¨¢lico y en ning¨²n momento coment¨® que ten¨ªa cerrado su regreso para el d¨ªa 30. En ese vuelo ocuparon asientos pr¨®ximos al del terrorista Nasrttine Makhlude, de 36 a?os, natural de Houcin, y Farid Abdjani, de 29. ?Viajaban con ¨¦l? ?Hab¨ªan participado en la cumbre?
Tres d¨ªas antes, el 13, Atta se present¨® en la agencia de viajes Vibous, en el n¨²mero 125 de la calle Ramblanova de Tarragona, y pregunt¨® la forma m¨¢s r¨¢pida de llegar a Fort Lauderdale (Florida). Teresa Isart, empleada de la agencia, ha declarado a la polic¨ªa que el terrorista iba acompa?ado de otra persona que permaneci¨® en silencio. Le llam¨® la atenci¨®n lo 'bien vestidos' que iban ambos. Atta compr¨® un billete de la compa?¨ªa Delta para el d¨ªa 19 y pag¨® con su Visa Oro. Poco despu¨¦s ampli¨® el contrato de su coche hasta esa fecha.
El jefe del comando suicida dej¨® el hotel Sant Jordi el d¨ªa 16 y se traslad¨® a Cambrils, localidad pr¨®xima. Ese d¨ªa durmi¨® en el hotel Casablanca Playa, y al siguiente, en el hostal Montsant, m¨¢s sencillo, porque no quedaban habitaciones. El 19 regres¨® a Madrid, y antes de devolver el veh¨ªculo repost¨® gasolina en el kil¨®metro 12,700 de la N-II despu¨¦s de recorrer 1.908 kil¨®metros. Horas despu¨¦s tom¨® su vuelo de regreso a Florida. El egipcio ya no volver¨ªa a ver jam¨¢s a sus compa?eros de apartamento en Hamburgo.
Ramzi Bin al Shihb, el yemen¨ª que coordin¨® el ataque, regres¨® a Espa?a el 5 de septiembre, seis d¨ªas antes de los atentados, en un vuelo desde D¨¹sseldorf (Alemania). Ten¨ªa un billete de vuelta para el d¨ªa 19, pero no lo utiliz¨®. La polic¨ªa cree que acudi¨® a una cita. Es el ¨²nico superviviente del comando que podr¨ªa relatar c¨®mo se organiz¨® un atentado que ha cambiado el mundo. En un v¨ªdeo encontrado en los escombros de un recinto militar en Kabul (Afganist¨¢n), desafiante y con rostro cansado, Ramzi mira a la c¨¢mara envuelto en un turbante rojo y anuncia nuevos atentados.
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