Contabilidad de ida y vuelta
Todav¨ªa no hace dos a?os que los analistas financieros y los directivos de las empresas de tecnolog¨ªa e inform¨¢tica decidieron que las cuentas de resultados eran un engorro inaceptable y que los beneficios no representaban el verdadero valor de una compa?¨ªa. En lugar de valores tan conservadores propusieron criterios contables como la inversi¨®n, el flujo de caja futuro o los beneficios esperados. Las empresas de futuro (como las llamadas con evidente cursiler¨ªa puntocom) no pod¨ªan ser valoradas con criterios del pasado y mucho menos con estados contables f¨¢cilmente manipulables que, adem¨¢s, no ten¨ªan en cuenta valores intangibles como la creatividad o la investigaci¨®n. De aquella ¨¦poca (ef¨ªmera) de vino y rosas quedaron algunos residuos contables de dudosa validez, como, por ejemplo, la utilizaci¨®n masiva de la activaci¨®n de gastos que ahora, en plena crisis de confianza de las bolsas, ha hecho estallar el caso WorldCom.
Si se aplica el mismo criterio a todas las empresas, ?cu¨¢ntas superar¨ªan la prueba sin sufrir graves quebrantos?
La activaci¨®n no es un invento de ayer. Las el¨¦ctricas espa?olas llevan medio siglo activando gastos, intereses y casi todo lo que se mueve en sus cuentas de resultados. Escrito para que se entienda, activar un gasto consiste en apuntarlo como activo (de ah¨ª el verbo) en lugar de como un coste. De esta forma, el desembolso no resta en la cuenta de resultados, sino que se convierte en un elemento m¨¢s del activo de la empresa que puede ser amortizado en varios a?os. ?Es una pr¨¢ctica perniciosa? Pues no tiene por qu¨¦. La activaci¨®n tiene sentido para contabilizar un gasto que producir¨¢ directamente rentabilidad. El caso de WorldCom parece dudoso. Se supone que los 3.850 millones de d¨®lares que ocult¨® en el activo eran gastos de creaci¨®n de una red telef¨®nica. La cuesti¨®n se presta a cierta controversia. Si esos gastos eran los salarios de los ingenieros u operarios, la activaci¨®n es incorrecta; pero, por otra parte, la red s¨ª contribuye a crear valor y, desde ese punto de vista -y por la cantidad que corresponda, por supuesto-, la activaci¨®n podr¨ªa defenderse.
No se trata de discutir las investigaciones de la SEC ni poner en cuesti¨®n que las cuentas de WorldCom tengan que revisarse. Probablemente en el an¨¢lisis contable de la compa?¨ªa hay matices y detalles desconocidos ahora que justifican el varapalo. Por supuesto, siempre hay que defender el mayor rigor contable que sea posible; pero en todo momento. Si se aplica el mismo criterio a todas las empresas estadounidenses o europeas, habr¨ªa que preguntarse cu¨¢ntas superar¨ªan la prueba sin sufrir graves quebrantos en sus cuentas de p¨¦rdidas y ganancias y cu¨¢ntas caer¨ªan inmediatamente en la bancarrota.
El problema es m¨¢s de fondo. Da la sensaci¨®n de que los criterios contables admitidos en 1999 hoy ya no son v¨¢lidos; y por la misma raz¨®n, as¨ª que pasen dos a?os no tienen por qu¨¦ ser v¨¢lidos los de ahora, entre los que se incluye el repudio a la activaci¨®n de gastos. Es verdad que los criterios contables no son universales, que ya se sabe que en Estados Unidos son m¨¢s r¨ªgidos y en Europa atienden m¨¢s al principio. Pero la cadena del miedo no se detiene donde uno quiere. Por ejemplo, ?examinar¨¢n los auditores de ahora en adelante con m¨¢s cuidado el balance del activo y las cuentas de gastos de las empresas espa?olas o europeas, con especial atenci¨®n a los posibles casos de activaci¨®n, para curarse en salud poniendo una reserva en el dictamen?
Buena parte de las decisiones econ¨®micas actuales, sean de los gobiernos o de las empresas, tienen por objeto resolver problemas derivados de errores anteriores. Si la SEC hubiera impuesto una prohibici¨®n estricta de la activaci¨®n, con controles rigurosos en cada empresa relevante -?en las m¨¢s endeudadas, por lo menos!- de qu¨¦ gastos pod¨ªan activarse y cu¨¢les no, casos como el de WoldCom no se hubieran producido.
El truco consiste en encontrar la virtud escondida. Es f¨¢cil interpretar que la SEC pretende sentar la mano con voluntad ejemplarizante y que a estas horas muchas empresas cuyas cuentas no se han ajustado de forma ortodoxa estar¨¢n en estos momentos reconstruyendo esforzadamente sus balances. Es una forma como otra cualquiera de ordenar el caos contable de las empresas, caos que ha sobrevivido incluso al supuesto rigor de la SEC. Con ¨¢nimo de escarmiento o sin ¨¦l, quedamos todos a la espera de las instrucciones del ICAC (Instituto de Contabilidad y Auditor¨ªa de Cuentas), que hasta ahora nada ha dicho sobre este asunto. Ni sobre otros.
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