Tercera y ¨²ltima
La presidencia espa?ola del Consejo de la UE toca hoy su fin. Han sido seis meses de esfuerzos hasta reventar para la Administraci¨®n y de paciencia para las ciudades que han acogido las principales reuniones. La capacidad organizativa de esta tercera presidencia espa?ola se le supon¨ªa, y ha quedado demostrada, a pesar del n¨²mero excesivo de reuniones que han sobrecargado la agenda.
El margen de maniobra para lograr acuerdos importantes estaba de antemano condicionado por las diversas citas electorales, sobre todo las de dos pa¨ªses centrales, Francia y Alemania, ¨¦sta en septiembre. En estos seis meses no se ha resuelto ninguno de los grandes problemas que tiene la UE sobre la mesa, ampliaci¨®n, reforma de las instituciones o el funcionamiento de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria tras el ¨¦xito del arranque del euro f¨ªsico. No se le puede achacar al Gobierno de Aznar no haber conseguido lo imposible, pero s¨ª no haberlo intentado con suficiente ah¨ªnco, y, sobre todo, haber generado expectativas excesivas y presentado el resultado de cada reuni¨®n como un gran ¨¦xito.
Una parte de los esfuerzos de la presidencia espa?ola se fueron en recuperar cuestiones que, desde la anterior, en 1995, se hab¨ªan dejado languidecer, como la agenda de las relaciones con Estados Unidos, el proceso de cooperaci¨®n euromediterr¨¢nea lanzado aquel a?o en Barcelona o las relaciones con Am¨¦rica Latina, pero sin grandes logros. En el terreno exterior, el tes¨®n europeo logr¨® en estos meses mantener viva la llama de la paz en Oriente Pr¨®ximo y precipitar el acuerdo entre Serbia y Montenegro para una nueva Yugoslavia.
La prioridad n¨²mero uno era desarrollar la lucha en com¨²n contra el terrorismo. Se han dado pasos operativos de importancia, pero el grueso de la agenda en este terreno se hab¨ªa fijado ya a finales de 2000 en Laeken. Puestos a elegir, entre los logros de este semestre cabr¨ªa destacar dos. El primero, que en el Consejo de Sevilla se sentaran unas bases relativamente sensatas para impulsar una pol¨ªtica com¨²n de inmigraci¨®n para 2003. El Tratado de Amsterdam obliga a hacerlo para 2004, con lo que se ha ganado un a?o. El segundo, aunque Aznar no lo destacara en su balance en el Congreso, la decisi¨®n de lanzar el Proyecto Galileo, para el que se desbloquearon los fondos. Con ¨¦l, y pese a los obst¨¢culos puestos por EE UU, la UE dispondr¨¢ de su propio sistema de navegaci¨®n GPS por sat¨¦lite, m¨¢s preciso que el estadounidense y con importantes derivadas comerciales y tecnol¨®gicas.
Espa?a le pasa el testigo a Dinamarca en una coyuntura que puede llevar a una crisis cuando en noviembre intenten los Quince presentar una posici¨®n com¨²n en materia agr¨ªcola y presupuestaria a los candidatos, y seleccionar los que hayan pasado el examen de ingreso de la actual lista de diez. La UE est¨¢ de nuevo en una encrucijada, pues esta vez se trata de unificar el continente sin perder en ello la esencia de la construcci¨®n europea. En tal tesitura, se ha echado de menos una mayor claridad del Gobierno de Aznar sobre sus ideas respecto a la evoluci¨®n futura y deseable de la UE. Los elementos sueltos que ha ido desgranando, como la Carta de los Parlamentos Nacionales o la propuesta de un presidente permanente del Consejo Europeo no configuran una visi¨®n de conjunto.
Si la UE se ampl¨ªa en 2004, a Espa?a le corresponder¨ªa ejercer su cuarta presidencia dentro de m¨¢s de una d¨¦cada. Incluso sin ampliaci¨®n, ha quedado demostrado en estos seis meses que el sistema rotativo semestral, aunque satisfaga el ego de muchos pa¨ªses, es una forma poco operativa de organizar la convivencia. Es de esperar que se opte por un cambio en profundidad, aunque signifique que esta tercera presidencia espa?ola haya sido la ¨²ltima.
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