El Derby de Harry Potter
A finales de mayo, pocas semanas antes de que se corriese el Derby de Epsom de este a?o en que se conmemoran los 50 de la coronaci¨®n de Isabel II como reina de Inglaterra, falleci¨® el mayor Dick Hern. Fue sin duda uno de los m¨¢s notables entrenadores ingleses del siglo XX, que entre sus pupilos tuvo al ya m¨ªtico Brigadier Gerard y a tres vencedores en el Derby. Tambi¨¦n se encarg¨® durante muchos a?os de entrenar a los caballos de la reina y le proporcion¨® la ¨²ltima victoria cl¨¢sica de sus colores con Dumferline en el Oaks de 1977. Desde que era princesa, Isabel fue una apasionada de los purasangres y de las carreras... quiz¨¢ su m¨¢s aut¨¦ntica afici¨®n personal, no heredada con el rango como la espl¨¦ndida colecci¨®n de vedutas venecianas de Francesco Guardi o la jardiner¨ªa palaciega. Desde luego entiende m¨¢s de caballos que de literatura, si es cierta la maliciosa an¨¦cdota de que, siendo joven, al o¨ªr en una conversaci¨®n el nombre de Dante pens¨® de inmediato en el hijo de Nearco ganador del Derby en 1940, no en el autor de la Comedia. El a?o de su coronaci¨®n, hace medio siglo, estuvo por primera y ¨²ltima vez a punto de conseguir tambi¨¦n el Derby con su potro Aureole. Pero esa vez el regalo de Epsom no fue para la reci¨¦n llegada al trono, sino para un veterano que se desped¨ªa de los hip¨®dromos: Gordon Richards, el peque?o gran jinete que lo hab¨ªa ganado ya todo menos la carrera famosa y que con m¨¢s de cincuenta a?os la consigui¨® por fin en esa ocasi¨®n con Pinza, pocos meses antes de retirarse. Aureole qued¨® segundo, pero se desquit¨® al a?o siguiente ganando el premio Coronation de Epsom, cuando se cumpl¨ªa el primer aniversario de la de su propietaria. Ese d¨ªa la joven reina rompi¨® el protocolo y corri¨® a trav¨¦s de la pista para abrazarse al cuello de su campe¨®n cuando regresaba victorioso...
Pero con el mayor Dick Hern, en cambio, no se port¨® bien. Tras muchos a?os de fieles servicios, Hern sufri¨® una ca¨ªda de caballo durante una partida de caza y qued¨® tetrapl¨¦jico. Luchando con denuedo contra la adversidad decidi¨® seguir entrenando, pero la reina prefiri¨®, tras unos meses, prescindir de sus servicios, se supone que por mal consejo de su administrador lord Carnarvon (nieto del mecenas que apadrin¨® al egipt¨®logo Howard Carter y que mereci¨® por ello la maldici¨®n de Tutankhamon). Fue un gesto feo y err¨®neo, porque Dick Hern -desde su silla de ruedas- a¨²n consigui¨® despu¨¦s otro Derby con Nashwan, junto a varias pruebas cl¨¢sicas m¨¢s. El funeral del mayor, en la iglesia de la peque?a localidad rural donde viv¨ªa su jubilaci¨®n, reuni¨® a todas las personalidades h¨ªpicas del ¨²ltimo medio siglo, jinetes, entrenadores, comentaristas, propietarios, Lester Piggott y Willie Carson junto a John Dunlop o Peter O'Sullevan. Tambi¨¦n estuvo John Reid, que tantas veces gan¨® en hip¨®dromos espa?oles y que acaba de retirarse, cuya hija adolescente cant¨® en la ceremonia f¨²nebre. Fue algo as¨ª como las bodas de Cadmo y Armon¨ªa, en donde se encontraron por ¨²ltima vez todos los viejos dioses. Como tantos otros aficionados agradecidos no pude estar presente, pero tampoco creo haber estado ausente del todo.
El gran favorito para el Derby de este a?o es Hawk Wing, un potro extraordinariamente guapo que lleg¨® segundo a un cuello en las Dos Mil Guineas, dando la impresi¨®n de necesitar algo m¨¢s de distancia. Se considera su mayor rival a High Chaparral (coet¨¢neos ?record¨¢is la serie televisiva de ese nombre, protagonizada por Leif Ericson?), otro buen mozo, hermano adem¨¢s del ganador del a?o pasado Galileo. Pero lo curioso es que ambos candidatos pertenecen al mismo consorcio Tabor-Magnier y los dos est¨¢n preparados en Irlanda por Aidan O'Brien, que en pocos a?os se ha convertido en el mago supremo de los entrenadores europeos. Insisto intencionadamente en lo de 'mago': a sus treinta y dos a?os, con su cara ani?ada y sus gafitas de empoll¨®n, tiene un sorprendente parecido con el Harry Potter cinematogr¨¢fico, que algunos diarios subrayan poniendo juntas sus fotograf¨ªas. Por cierto, en estos d¨ªas puede visitarse en la National Portrait Gallery londinense una exposici¨®n titulada 'De Beatriz Potter a Harry Potter', dedicada a retratos de quienes escribieron para ni?os y adolescentes, benditos sean. Contra el mago irland¨¦s y sus pupilos se alza la coalici¨®n poderosa de los jeques dubait¨ªes, que cuando andan faltos de buenos caballos para una carrera importante compran los de sus adversarios. En este Derby hay nada menos que cinco contendientes de la familia Maktoum, dos de ellos pescados hace un par de semanas para la gran ocasi¨®n: Naheef, Moon Ballad, Tholjanah, Bardari y Fight Your Corner. El resto de los 12 contendientes cuenta menos, salvo quiz¨¢ Coshocton, nieto de otro ganador de Derby -Roberto- e incansable galopador en cabeza ante los ojos del Se?or.
La lluvia de los d¨ªas anteriores hab¨ªa reblandecido la pista de Epsom, disminuyendo las posibilidades del favorito. Tomaron el mando de la carrera Moon Ballad (ganador del Dante Stakes de York, una prueba nombrada en recuerdo del caballo que despista a la reina sobre cuestiones literarias) y Coshocton, los cuales condujeron hasta bien entrada la recta final. Entonces, magn¨ªficos, se dispararon hacia la meta High Chaparral y Hawk Wing, que la cruzaron por este orden luchando entre ellos y a m¨¢s de 12 largos del siguiente contrincante. El hechizo del brujo de Tipperary funcion¨® como los mejores de Albus Dumbledore... Pero siempre aparece tambi¨¦n el lado oscuro, tr¨¢gico, de la fuerza: pocos metros antes de cruzar la meta en un honroso cuarto puesto, el bravo Coshocton dio un traspi¨¦s y cay¨® de bruces, con una pata fracturada. Qued¨® en tierra, con los flancos jadeantes y la extremidad quebrada en un ¨¢ngulo inveros¨ªmil, junto a su jinete Philip Robinson, que sufri¨® una fuerte conmoci¨®n. Despu¨¦s, mientras High Chaparral recib¨ªa en la pista los agasajos del triunfo, a pocos metros un cuadril¨¢tero improvisado de telones de pl¨¢stico negro ocultaba el final de Coshocton, acelerado piadosamente por los veterinarios. No le compadezcamos demasiado, porque muri¨® jovenc¨ªsimo, en el esfuerzo hacia la gloria, herido en sus pies ligeros, sin hijos, sin ma?ana: comparti¨® el destino de Aquiles.
Ya se marcha la reina, en el nuevo cochazo regalado obligatoriamente por sus s¨²bditos. ?Un Derby m¨¢s! Como he visto tantas grandes carreras junto a esta se?ora, no puedo evitar sentir cierto turbio afecto hacia ella, algo as¨ª como compa?erismo. No simpatizo con la portadora de la arcaica corona, claro est¨¢, ni con la acaudalada propietaria que evita los impuestos sucesorios y privilegia con donaciones inmobiliarias a los parientes, ni con la avinagrada matrona de una familia especialmente fastidiosa, sino con la remota ni?a de hace medio siglo: con la jovencita desgarbada que, para esc¨¢ndalo de los mayordomos, corri¨® sobre el pasto refulgente de Epsom con el sombrero torcido y perdiendo un zapato hasta abrazar el ancho cuello sudoroso de su fiel Aureole. ?Adi¨®s, Cenicienta! ?L¨¢stima que ning¨²n plebeyo valiente encontrase entonces el escarp¨ªn extraviado en la hierba y fuese a buscarte a las sombras de palacio, para rescatarte de las largas ceremonias bostezantes, de las joyas ensangrentadas y del horror de reinar!
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Complutense.
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