El jugador universal
Un torneo de perfil bajo como el celebrado en Corea y Jap¨®n exig¨ªa una simplificaci¨®n para tener un cierto protagonismo en la historia. Desviado del di¨¢logo Europa-Am¨¦rica, el Mundial no ha tenido en Asia el caldo de cultivo de costumbre. Puede que la diferencia horaria y la falta de cobertura televisiva, y el cambio de h¨¢bitos que llevaban consigo, hayan contribuido a orillar el f¨²tbol como elemento de consumo diario. Ha costado entender una competici¨®n que a la mayor parte de la gente le pillaba muy lejos y reconocerse en una ¨²nica selecci¨®n como garant¨ªa del juego. Los equipos han ido desfilando tan malamente que parec¨ªa que la eliminaci¨®n era un signo de grandeza y la clasificaci¨®n obedec¨ªa a una cuesti¨®n de enchufe o tradici¨®n. Incluso se ha hablado m¨¢s de los ¨¢rbitros que de los seleccionadores, peleados como est¨¢n la mayor¨ªa con los periodistas de su pa¨ªs, empezando por el propio Scolari, el nuevo campe¨®n, que parec¨ªa tirar de las bridas de un purasangre jaleado por una torcida que exig¨ªa el pentacampeonato como reinvidicaci¨®n de la esencia del f¨²tbol en una ¨¦poca en que las empresas se van comiendo a los clubes y se ha perdido el origen de la pelota.
No hab¨ªa por d¨®nde hincar el diente a la Copa. El d¨ªa a d¨ªa daba para muchas historias y, sin embargo, ninguna com¨²n. Hasta que apareci¨® Ronaldo como punto de encuentro de los que estaban, de los que se hab¨ªan ido y de los que nunca estuvieron. Nadie como Ronaldo para resumir una competici¨®n y, al tiempo, contentar a todo el mundo, pues admite comentarios tanto a los que saben de f¨²tbol como a los que no tienen ni idea. A sus 25 a?os, es ya un valor universal.
Puede ser que Ronaldo fomente el individualismo, por no decir el ego¨ªsmo, frente al juego de equipo, siempre m¨¢s saludable, pero, puesto frente a Kahn, la liturg¨ªa futbol¨ªstica exige que el que marque goles gane al que pretenda evitarlos aunque el portero diga que ten¨ªa una mano da?ada cuando concedi¨® el primer tanto.
Pese a que su vida privada no es ejemplar, su conducta deportiva ha sido generalmente noble, en la victoria y la derrota, y ha sufrido lo bastante para ser considerado un h¨¦roe. Y, siendo el mejor en la cancha, es el que m¨¢s da de comer en la grada. Ronaldo es un fil¨®n. Alrededor de su dentadura y sus goles ha vivido mucha gente y ¨¦l, a cambio, s¨®lo hab¨ªa pedido una segunda oportunidad despu¨¦s de lo ocurrido en Francia, algo tan misterioso que todav¨ªa hoy no tiene explicaci¨®n. El f¨²tbol, generoso como es, se la dio y ¨¦l no la ha desaprovechado, sino que la rentabilizar¨¢.
El ¨¦xito de Ronaldo expresa por lo dem¨¢s lo parado que est¨¢ el f¨²tbol desde 1998. Una vez que Francia se ha ido cayendo a trozos, es mejor volver a los or¨ªgenes, a Brasil y su jugador bandera, capaz por s¨ª solo de ganar un partido, de satisfacer al hincha y al patr¨®n, de dar contenido a un torneo y optimizar la vida de unos y otros. En ¨¦poca de flaqueza colectiva, faltos de equipos de referencia, el mundo del f¨²tbol se puso en manos de Ronaldo y su respuesta no admite r¨¦plica. Nacido en Am¨¦rica y formado en Europa, gan¨® la Copa en Asia. A falta de una vara para medir el f¨²tbol, los goles valen igual en todas partes.
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