Del 'Pez Volador' a los 'Diablos Rojos'
La gran victoria de Corea del Sur: revelarse como un pa¨ªs din¨¢mico
El f¨²tbol ha permitido a Corea revelarse como un pa¨ªs din¨¢mico, festivo y joven. ?sa es la gran victoria de los coreanos, que han disfrutado del mes m¨¢s radiante que recuerdan muchas generaciones. Pero el f¨²tbol no ha sido una simple excusa para la exaltaci¨®n patri¨®tica; en ning¨²n caso se trataba de un deporte ajeno al pueblo, que lleva decenios y decenios disfrutando de ¨¦l en silencio. S¨®lo precisaba una ventana, la que le ha proporcionado el Mundial, un evento en el que envid¨® fuerte al compartirlo con Jap¨®n, con todas las suspicacias que a¨²n le despiertan los nipones, con una inversi¨®n de casi 2.000 millones de euros.
Ciento veinte a?os llevaba este pueblo con vistas al f¨²tbol. Desde que en 1892 los marineros del barco brit¨¢nico Flying Fish (Pez Volador) dejaran una pelota en el puerto de Incheon, al norte de Se¨²l. Sobre esta piedra se edific¨® la primera competici¨®n nacional, en 1921. La afici¨®n prosper¨® y en 1948 el pa¨ªs particip¨® en los Juegos de Londres. Pero el momento cumbre lleg¨® en 1954, un a?o despu¨¦s de que el pa¨ªs se dividiera tras la guerra. Los surcoreanos se clasificaron para el Mundial de Suiza convirti¨¦ndose en el primer pa¨ªs asi¨¢tico en una cita de tanto rango. La falta de vuelos comerciales caus¨® que los surcoreanos tardaran seis d¨ªas en pisar la sede tras un alucinante viaje por tierra, mar y aire. Tan extravagante result¨® que el ¨²ltimo tramo lo hicieron gracias a Estados Unidos, que les prest¨® un avi¨®n militar. Seg¨²n los jugadores, la nave les hizo polvo. Los asientos no estaban dise?ados para ellos, peque?os, y tuvieron que ir con las pantorrillas colgando. Aterrizaron en Suiza un d¨ªa antes del primer partido y s¨®lo les dio tiempo a ensayar un rato en el jard¨ªn del hotel, m¨¢s que nada porque jam¨¢s hab¨ªan jugado sobre hierba. Por si fuera poco, el deb¨² fue contra Hungr¨ªa, la mejor selecci¨®n de la ¨¦poca. No hubo milagro: 0-9.
Tras esa aventura lun¨¢tica, Corea no regres¨® a un Mundial hasta M¨¦xico 86. Antes, en Inglaterra 66, los vecinos del Norte convulsionaron al mundo al derrotar a Italia, lo que despert¨® celos en el Sur, de ah¨ª el especial significado de su victoria ahora frente al calcio en los octavos de final. Desde entonces los surcoreanos no se han perdido un torneo. Nadie les ha discutido en Asia, donde sembraron la primera Liga profesional en 1983. Hoy participan diez equipos, muchos con el mecenazgo de las grandes multinacionales. Seg¨²n la federaci¨®n, hay 650 clubes y 18.500 jugadores.
Con estas semillas, Corea afront¨® el campeonato en su patio. No era una advenediza. Aun a riesgo de salir vapuleada, la afici¨®n, guiada por los Diablos Rojos, una pe?a con 60.000 afiliados, se puso en danza.Los ¨¦xitos generaron la locura colectiva. Ser¨¢ dif¨ªcil que el Mundial ambulante se tope con una hinchada tan entregada, festiva, sana, deportiva e inolvidable.
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