La extra?a pareja
Como si se tratase de los cinematogr¨¢ficos Jack Lemmon y Walter Matthau, en esta recta final del ¨²ltimo mandato de Jordi Pujol como presidente de la Generalitat parece que CiU y el PP, y con ellos Artur Mas y Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, parecen empe?ados en presentarse ante la opini¨®n p¨²blica catalana como una extra?a pareja. Refunfu?ando siempre el uno contra el otro, pele¨¢ndose en ocasiones por lo que s¨®lo parecen ser minucias, disputando a veces sobre esencialidades y en otros casos mucho m¨¢s por el huevo que por el fuero, al fin y a la postre, como Lemmon y Matthau en sus populares filmes, CiU y el PP acaban por reconciliarse y llegan a fraternales y amicales acuerdos. Se trata de una representaci¨®n socorrida, escenificada con reiteraci¨®n cansina y que a estas alturas ya a nadie sorprende ni convence, ni tan siquiera a los m¨¢s entusiastas e incondicionales seguidores de una u otra formaci¨®n pol¨ªtica, hartos ya de tanto remake.
Artur Mas y Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz parecen empe?ados en presentarse como una extra?a pareja
M¨¢s de 22 a?os despu¨¦s de su acceso a la Presidencia de la Generalitat -mal que les pese a algunos desmemoriados, como sucesor de Josep Tarradellas-, a Jordi Pujol se le presenta un dif¨ªcil y penoso trago al final de su muy largo mandato. Como de alguna manera le sucedi¨® ya a?os atr¨¢s a Felipe Gonz¨¢lez, tal vez habr¨ªa sido mejor para Pujol perder de verdad las pasadas elecciones auton¨®micas -las perdi¨® en votos populares, pero las gan¨® en esca?os, que son los que cuentan a la hora de gobernar-, ya que ello le hubiese ahorrado todo lo que est¨¢ padeciendo y lo que le queda todav¨ªa por padecer en los ¨²ltimos meses de este mandato, el sexto y ¨²ltimo desde 1980.
Aunque sin verse sometido a aquella feroz e implacable campa?a de acoso y derribo con que Felipe Gonz¨¢lez y sus ¨²ltimos gobiernos se vieron sometidos por parte del PP y su incip¨¬ente Brunete medi¨¢tica, lo cierto es que a Jordi Pujol y a CiU, y en se?alado lugar a Artur Mas, parecen estar creci¨¦ndoles cada d¨ªa los enanos de su circo. M¨¢s all¨¢ de la machacona y pr¨¢cticamente un¨¢nime insistencia de los sondeos y las encuestas en anunciar una m¨¢s que previsible y clara victoria de Pasqual Maragall y el PSC-CpC en las elecciones auton¨®micas previstas para el oto?o de 2003, se advierte una creciente sensaci¨®n de desconcierto, des¨¢nimo y desasosiego en las filas de CiU, que por otra parte se ven sometidas al fuego graneado de una oposici¨®n parlamentaria que parece haberle perdido el respeto a la federaci¨®n nacionalista fundada y presidida por Pujol. Las cada vez m¨¢s consistentes, fundamentadas e insistentes denuncias sobre supuestos casos de corrupci¨®n econ¨®mica, financiaci¨®n irregular o uso partidista de las instituciones y los fondos p¨²blicos, as¨ª como la ¨²ltimamente frecuente coincidencia entre el hasta ahora siempre leal aliado del PP con la oposici¨®n progresista -PSC-CpC, ERC e ICV-, ponen en evidencia la debilidad pol¨ªtica de CiU en la situaci¨®n actual, precisamente cuando debe enfrentarse al decisivo reto de asumir con todas sus consecuencias la inevitabilidad del relevo en su direcci¨®n.
Es evidente que CiU, y mucho m¨¢s a¨²n CDC, es una creaci¨®n pol¨ªtica de Jordi Pujol, una formaci¨®n hecha a su imagen y semejanza, y que no hubiese existido como la hemos conocido hasta ahora sin su existencia como l¨ªder indiscutido e indiscutible. Pero estos liderazgos, precisamente por ser tan claros y rotundos, tienen una muy dif¨ªcil cuando no ya absolutamente imposible sustituci¨®n. Aqu¨ª no nos sirve la comparaci¨®n entre Felipe Gonz¨¢lez y Jordi Pujol, ya que el PSOE es una formaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s que centenaria, con una ideolog¨ªa y unas se?as de identidad muy definidas aunque cambiantes y complejas, mientras que CiU, y de forma todav¨ªa mu
cho m¨¢s especial CDC, no ha sido nunca en realidad un partido pol¨ªtico -desde sus mismos or¨ªgenes ha venido defini¨¦ndose siempre como 'un movimiento'-, y en sus filas coexisten personas y grupos apenas sin otra afinidad pol¨ªtica que la adhesi¨®n a una inconcreta y no muy definida concepci¨®n catalanista y sobre todo a la propia personalidad dirigente de Jordi Pujol.
La sustituci¨®n de ¨¦ste como l¨ªder indiscutido e indiscutible comportar¨¢ sin duda cambios pol¨ªticos muy importantes, y no s¨®lo en los resultados electorales de la federaci¨®n, sino en la propia conformaci¨®n del futuro de CiU y de CDC m¨¢s en concreto, y por tanto en el conjunto de la vida pol¨ªtica catalana, marcada decisivamente por la huella de Jordi Pujol al menos en el ¨²ltimo cuarto de siglo.
La extra?a pareja de CiU y el PP, o de Artur Mas y Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, es un mal final para esta historia. Lo es porque representa el cierre en falso de una larga e importante etapa de nuestra m¨¢s reciente historia colectiva, pero lo es sobre todo por lo que tiene de mal remake, casi de astracanada vodevilesca. Cuando no parece que ni tan s¨®lo la continuidad de la Santa Alianza entre CiU y el PP pueda impedir que Pasqual Maragall sea el pr¨®ximo presidente de la Generalitat, y cuando parece claro que el PP no podr¨¢ seguir gobernando Espa?a sin el apoyo de CiU, llega la hora de la definitiva definici¨®n de CiU como formaci¨®n pol¨ªtica, lejos de componendas, ambig¨¹edades y contradicciones de todo tipo. Sin gobernar en Catalu?a, ?estar¨¢ dispuesta CiU a seguir apoyando al PP en Madrid? ?A cambio de qu¨¦ y con qu¨¦ justificaci¨®n?
La extra?a pareja puede acabar como un divorcio a la italiana.
cho m¨¢s especial CDC, no ha sido nunca en realidad un partido pol¨ªtico -desde sus mismos or¨ªgenes ha venido defini¨¦ndose siempre como 'un movimiento'-, y en sus filas coexisten personas y grupos apenas sin otra afinidad pol¨ªtica que la adhesi¨®n a una inconcreta y no muy definida concepci¨®n catalanista y sobre todo a la propia personalidad dirigente de Jordi Pujol.
La sustituci¨®n de ¨¦ste como l¨ªder indiscutido e indiscutible comportar¨¢ sin duda cambios pol¨ªticos muy importantes, y no s¨®lo en los resultados electorales de la federaci¨®n, sino en la propia conformaci¨®n del futuro de CiU y de CDC m¨¢s en concreto, y por tanto en el conjunto de la vida pol¨ªtica catalana, marcada decisivamente por la huella de Jordi Pujol al menos en el ¨²ltimo cuarto de siglo.
La extra?a pareja de CiU y el PP, o de Artur Mas y Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, es un mal final para esta historia. Lo es porque representa el cierre en falso de una larga e importante etapa de nuestra m¨¢s reciente historia colectiva, pero lo es sobre todo por lo que tiene de mal remake, casi de astracanada vodevilesca. Cuando no parece que ni tan s¨®lo la continuidad de la Santa Alianza entre CiU y el PP pueda impedir que Pasqual Maragall sea el pr¨®ximo presidente de la Generalitat, y cuando parece claro que el PP no podr¨¢ seguir gobernando Espa?a sin el apoyo de CiU, llega la hora de la definitiva definici¨®n de CiU como formaci¨®n pol¨ªtica, lejos de componendas, ambig¨¹edades y contradicciones de todo tipo. Sin gobernar en Catalu?a, ?estar¨¢ dispuesta CiU a seguir apoyando al PP en Madrid? ?A cambio de qu¨¦ y con qu¨¦ justificaci¨®n?
La extra?a pareja puede acabar como un divorcio a la italiana.
es periodista.
Jordi Garc¨ªa Soleres periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.