Homenaje
Vale que un hombre de la talla humana de Francisco Moreno S¨¢ez merec¨ªa el emotivo homenaje que familiares y amigos le tributaron hace unos d¨ªas. Vale que un catedr¨¢tico de Griego de su nivel, despu¨¦s de muchos a?os aplicando esos mecanismos de respeto y de sabidur¨ªa que s¨®lo los buenos docentes gastan, se haya ganado la gloria del em¨¦rito y vislumbre un futuro despejado de bachilleres y voluntariosos iletrados. Vale que proliferen ahora los sentidos discursos paneg¨ªricos, la evocaci¨®n y la frase traspasada de melancol¨ªa. Vale que compa?eros de aula y de viaje, educadores y pol¨ªticos, historiadores y ciudadanos de a pie exalten las excelencias de un profesor humilde y profundo a quien tanto debe la Historia -la de Alicante en particular-. Vale que sean ellos quienes dirijan su encomi¨¢stica a un acreditad¨ªsimo analista de tantos avatares sociales, a un conocedor como pocos de su tiempo y de la vida en su extensi¨®n, sum¨¢ndose as¨ª al abrazo colectivo. Vale incluso que todo ese gesto coral venga motivado por una jubilaci¨®n anunciada que el pasado junio se materializ¨® con la r¨²brica de una despedida. Vale esto y aquello, pero que nadie me arrebate el placer de brindar esta columna al hombre dispuesto a continuar muchos a?os regal¨¢ndome la dicha de su conocimiento, la experiencia del sabio, la palabra justa en medio de esas tardes de agosto muy cerca del mar, en su casita veraniega, a la paz de Salud, mes¨¢ndose la barba encanecida y socr¨¢tica mientras piensa, mientras gesticula levemente y habla como un viejo guerrero sorprendido en su lugar de reposo, como un fil¨®sofo en estado puro.
De Paco Moreno he aprendido cosas tan nobles como que el pensamiento es un valor innegociable, que la cultura purifica o que los malos tiempos nunca son para siempre. Creo que no he conocido a nadie que haya llevado la honradez a extremos tan solventes, tan ins¨®litos, tan ejemplares...
Vale que no estuve en su homenaje, pero le quiero igual y me conmueve decirlo desde esta serenidad que crece mientras le nombro, que me abriga al saberlo cercano, al sentirlo humanamente como patrimonio y golosina de mi amistad.
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