'?Que salgas de una vez!'
Perico Delgado hace 13 a?os, en Luxemburgo, lleg¨® tarde al pr¨®logo

Luxemburgo, 1 de julio de 1989. 17.13 horas. Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, al volante del coche del Reynolds-Banesto, repasa todos los detalles. Guarda cola detr¨¢s del coche del PDM. Kelly, el pen¨²ltimo, tomar¨¢ la salida del pr¨®logo del Tour a las 17.16. Un minuto despu¨¦s lo har¨¢ el ¨²ltimo, Perico, Pedro Delgado, con el amarillo de ganador del Tour del a?o anterior. Todo est¨¢ controlado. 'Sabiendo lo despistado que es Perico, llegamos con tiempo a la salida', recuerda Ech¨¢varri. 'Cinco minutos antes de que le tocara salir le cambiamos las ruedas de la bicicleta. Le dije al mec¨¢nico, a Carlos Vidales, que se quedara con ¨¦l y no le perdiera de vista'.
El tiempo pasa despacio en el coche. Junto a Ech¨¢varri est¨¢n dos hombres nuevos: Arturo Roman¨ª y Mart¨ªn Rivas, prebostes del Banesto, el banco de Mario Conde que ha decidido invertir en el patrocinio del equipo de Perico Delgado, el h¨¦roe del momento del deporte espa?ol. El ciclista del Tour del 88 que llega de ganar la Vuelta a Espa?a. El Tour 89 es el estreno ciclista del banco. La expectaci¨®n es m¨¢xima. 'A las 14.00 hab¨ªamos presentado al Banco en el hotel Pullman y ah¨ª estaban, ya en la carrera', dice Ech¨¢varri. En el coche est¨¢n todos callados, impacientes. Finalmente, las 17.16. Sale el irland¨¦s Sean Kelly. S¨®lo falta Perico y Miguel Indurain mira hacia la rampa de salida, a 50 metros a su derecha, m¨¢s atr¨¢s, esperando ver la conocida figura de Delgado. Pero la rampa est¨¢ vac¨ªa. Delgado no ha subido. P¨¢nico. El grito sale involuntario '?d¨®nde est¨¢ Perico? ?d¨®nde est¨¢ Perico?'. 'Era horroroso', dice Ech¨¢varri. 'Ve¨ªa la valla y el p¨²blico, pero no pod¨ªa ver qu¨¦ pasaba detr¨¢s, no ve¨ªa a Perico'.
El ex corredor segoviano, por un despiste, inici¨® la primera etapa con 2.40 minutos de retraso
Fue la mejor ronda francesa del ex ciclista, pero acab¨® tercero pese a su remontada
Perico se hab¨ªa perdido. ?O no? 'Yo no me perd¨ª', dice el ciclista segoviano. 'A m¨ª, y a todos, nos gusta calentar bien los pr¨®logos, hay que salir a tope y no puedes empezar en fr¨ªo. Ahora hay rodillos c¨®modos que colocas delante de tu autob¨²s y bien protegido puedes romper a sudar sin problemas, pero por aquel entonces los rodillos eran muy peligrosos, eran tres cilindros y era complicado mantener el equilibrio si no eras muy ducho. Nadie los utilizaba en las contrarreloj. El Tour hab¨ªa dispuesto un parque cerrado para que calent¨¢ramos, pero no estaba muy bien organizado, pasaban coches, se colaban aficionados, entraban periodistas. No se pod¨ªa uno concentrar all¨ª'. As¨ª que Perico, en su mundo, en su nube, concentrado, se fue a dar una vuelta por una zona m¨¢s grande. Sordo a los gritos de Carlos Vidales. '?Perico! ?Perico! ?D¨®nde vas, Perico?', vocea a pleno pulm¨®n el mec¨¢nico, cargado con las ruedas de repuesto, por si acaso pincha a ¨²ltima hora. 'Di un par de vueltas y me cruc¨¦ con Thierry Marie, el especialista franc¨¦s, y me par¨¦ a hablar con ¨¦l. ?C¨®mo es el repecho? No est¨¢ mal, pero se sube bien, cuidado con el desarrollo y as¨ª. Y quiz¨¢s me enroll¨¦ un poco m¨¢s de la cuenta. Le dije 'me voy que tengo que salir'. Sab¨ªa mi hora, y llevaba reloj, pero era un reloj de propaganda que nos hab¨ªan dado los del banco, que en vez de manecillas normales ten¨ªa dos bes grandes, y en la esfera no estaban marcados los minutos, as¨ª que no era muy claro. Pero eso fue lo de menos'.
Perico se volvi¨® y se fue hacia la rampa. 'Y me encontr¨¦ de frente a un auxiliar desencajado. ?Pericooooo!, vamos Perico, que ya es la hora, venga, corre. Y yo le vi muy nervioso, pero yo, que voy siempre un poco pachorra, le respond¨ª: 'tranquilo, hombre, que hay tiempo'. Ah¨ª es nada'.
Ech¨¢varri ya no estaba en el coche. No hab¨ªa aguantado m¨¢s. 'Sal¨ª a colaborar en la busca', cuenta el director del equipo. 'Estaba en el coche y ve¨ªa que no llegaba y Le Barbier, el hombre que dirige las salidas, repiti¨¦ndome, 'que no est¨¢ Pedro, que no est¨¢ Pedro''. Cuando Perico, aun tranquilo, llega a la salida, ve a Ech¨¢varri desencajado, pero ni por ¨¦sas piensa que llega con retraso. 'Yo sab¨ªa que si el cron¨®metro ya se hab¨ªa puesto en marcha no era necesario pasar por la rampa, pero como me hicieron subir, me imagin¨¦ que iba apurado pero en hora. Mont¨¦ en la rampa, y abajo, al lado, Jos¨¦ Miguel me voceaba, 'venga, sal', pero notaba que cuando intentaba salir la mano del comisario me sujetaba el sill¨ªn, y pensaba que a¨²n no era mi hora. Mir¨¦ al cron¨®metro y a¨²n le faltaban segundos para llegar a cero. Pero Jos¨¦ Miguel insist¨ªa, '?que salgas de una vez!'. Y lo volv¨ª a intentar y me volvieron a sujetar. Claro, entonces no entend¨ªa que me sujetaba para que no me cayera, porque sal¨ªa sin acoplarme m¨¢s que un pedal, y el comisario esperaba que metiera el segundo. Fue un momento de gran confusi¨®n. Me acopl¨¦ el segundo pedal. Y entonces me empuj¨® el juez. Por poco me tira del empuj¨®n que me dio. Me di cuenta ya de que sal¨ªa tarde'.
Delgado sali¨® con 2.40 minutos de retraso e hizo el pr¨®logo de su vida. S¨®lo perdi¨® 14 segundos m¨¢s con Breukink, el ganador. Hab¨ªa perdido el Tour antes de salir. No le aplicaron el cierre de control porque hab¨ªa el precedente de otro corredor, Fons de Wolf en 1985, y se elimin¨® el control en los pr¨®logos.
'Fue, sin embargo, tan triste como esperanzador, fue ejemplar la rabia con que reaccion¨®, el pr¨®logo que hizo. Exprimi¨® todos sus jugos. El Tour despu¨¦s', reflexiona Ech¨¢varri. 'Perico era una persona tan concentrada que por un momento ni el tiempo transcurr¨ªa para ¨¦l'.
'Lo peor fueron las dos horas siguientes, los tres d¨ªas siguientes', recuerda Ech¨¢varri. Perico termin¨® el pr¨®logo y no se par¨® a hablar con nadie. Fue directo al hotel Pullman. Se encerr¨® en la habitaci¨®n. 'Fueron momentos de rabia, muy duros, tanta inversi¨®n, tanta gente, tanto dinero... y nada', dice Ech¨¢varri. 'Fueron horas tristes. A¨²n recuerdo, el pasillo del Pullman, un funeral; Vidales, llorando porque se le hab¨ªa escapado Perico; y la rumorolog¨ªa, los periodistas que hablaban de complots pol¨ªticos, de acuerdos econ¨®micos incumplidos... Y a las siete bajamos porque ten¨ªamos un d¨²plex con Barcelona. Perico fue. Ten¨ªa la mirada esa de '?qu¨¦ he hecho, madre m¨ªa?' Y fue, sobre todo, la imagen de entrar en su habitaci¨®n, la de Perico, y verle llorando. Toda una declaraci¨®n. No ten¨ªa que decir nada m¨¢s. Un hombre duro y con personalidad, las l¨¢grimas, una confesi¨®n'.
El d¨ªa siguiente fue peor. Perico, vac¨ªo (la noche anterior ni cen¨®, no se recuper¨®, apenas durmi¨®), demarr¨® furioso en un repecho en el sector matinal. Fue un gesto de orgullo. In¨²til. Por la tarde, se desplom¨® en la contrarreloj por equipos. Todos tuvieron que pararse a esperarle. Perdi¨® m¨¢s de cuatro minutos. El Tour no hab¨ªa hecho m¨¢s que empezar y Perico era el farolillo rojo, a 7.20 minutos de Fignon.
El Tour de 1989 fue el mejor de Perico. Un Tour de ataque, de recuperaci¨®n moral, un Tour desesperado. 'Cuando salimos de Luxemburgo, camino de B¨¦lgica, radio Tour s¨®lo repet¨ªa 'Perico a cola de pelot¨®n, a cola de pelot¨®n'. Simplemente llegar a la meta era un bal¨®n de ox¨ªgeno', cuenta Ech¨¢varri. 'Y as¨ª la primera semana: llegar, llegar, llegar. Se recuper¨® el solo. Nosotros lo ¨²nico que hac¨ªamos era poner una lupa para amplificar cualquier rayo de esperanza. Y lleg¨® la contrarreloj de Dinard. Quiz¨¢s favorecido por salir a primera hora, Perico hizo una contrarreloj espl¨¦ndida. Segundo, a 24s de LeMond. Comenzaba la remontada'.
La remontada continu¨® en los Pirineos. Tercero en Cauterets, donde mand¨® atacar por delante a Indurain, que gan¨® la etapa; segundo en Superbagn¨¨res. Y sigui¨® en los Alpes. Segundo en Alpe d'Huez. Finalmente, Perico acab¨® tercero el Tour que pas¨® a la historia por los 8 segundos que le sac¨® LeMond a Fignon. El Tour que perdi¨® en Luxemburgo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
