San Agust¨ªn
La sierra tiene sus reglas. Los monta?eros avezados saben que aunque el medio natural presente all¨ª su cara m¨¢s hermosa no hay que perderle nunca el respeto. S¨®lo los ignorantes suben a las cumbres con la misma indumentaria y el mismo calzado que llevar¨ªan a un paseo por la playa o la ciudad. S¨®lo la osad¨ªa del profano es capaz de subestimar la fuerza y el car¨¢cter de su naturaleza. Cu¨¢ntas veces los equipos de rescate han tenido que acudir en busca de uno de esos tipos que una ma?ana tranquila y soleada se echaba al monte en camiseta, pantal¨®n corto y zapatillas. Un accidente inesperado, un cambio brusco en la climatolog¨ªa, tan caracter¨ªstico en las alturas, o la falta de orientaci¨®n propia de quienes desconocen el terreno pueden poner f¨¢cilmente al temerario en situaciones de riesgo inesperadas. Eso que ocurre en la sierra ocurre tambi¨¦n con los serranos. Gentes aparentemente pac¨ªficas y afables que se tornan ¨¢speras y broncas cuando alguien de fuera les pierde el oremus. Una combinaci¨®n de circunstancias sociol¨®gicas y culturales que ser¨ªan largas de enumerar han propiciado el que los municipios de la sierra, especialmente los de la sierra norte, sean pol¨ªticamente conservadores. En la actualidad la mayor parte de los pueblos situados en las cotas m¨¢s altas de la regi¨®n est¨¢n siendo gobernados por el Partido Popular. Este grupo, sin embargo, no siempre ha sabido aprovechar esa privilegiada posici¨®n para dar ejemplo de su capacidad de gesti¨®n y de buena sinton¨ªa con sus administrados. Con frecuencia caen en el error de tratar a los lugare?os como unos paletos que han de ser pastoreados desde Madrid.
Fue el caso hace cinco a?os de la torpe reacci¨®n del partido cuando un grupo de alcaldes populares plant¨® cara al Ministerio de Fomento oponi¨¦ndose a que el trazado del AVE a Valladolid atravesara el Valle del Lozoya.
La directiva del PP en Madrid entendi¨® la justificada oposici¨®n como una afrenta a su sacrosanta autoridad y mandaron a un agente de su confianza para sofocar la supuesta rebeli¨®n. Fue un desastre, aquella intromisi¨®n en los asuntos locales provoc¨® tal rechazo que dej¨® con el culo al aire a quienes pensaban que la sierra era su patio de recreo. En los ¨²ltimos d¨ªas, la direcci¨®n regional del partido ha vuelto a evidenciar su equivocada actitud ante los asuntos dom¨¦sticos de estos municipios. A las puertas de la sierra, en San Agust¨ªn del Guadalix, varios cientos de vecinos algunos de ellos armados de palos o bastones tomaron el martes la plaza de la Constituci¨®n donde ten¨ªa anunciada su visita el secretario general del PP en Madrid.
Ricardo Romero de Tejada pensaba acudir junto a los alcaldes y portavoces de setenta pueblos en apoyo del regidor del municipio, Mariano Berzosa. Estaba de por medio la oposici¨®n de los vecinos a la intenci¨®n del Ayuntamiento de entregar a la Comunidad suelo de un dehesa comunal a cambio de recalificar una v¨ªa pecuaria para la construcci¨®n de viviendas. El asunto, que deriv¨® en batalla campal durante el pasado pleno, hab¨ªa tomado un cariz en el que la peor de las recetas era una intromisi¨®n externa. Romero de Tejada cometi¨® el error de olvidar que a nadie le gusta que vengan de fuera a dar lecciones o a manejar los asuntos de casa y en aquellos pagos, mucho menos. Lo mejor que puede decirse de su proceder es que el miedo o la precauci¨®n le iluminaron a tiempo de suspender la visita para no atizar mas el 'clima de levantamiento social' como ¨¦l mismo defini¨® la situaci¨®n all¨ª creada. Es m¨¢s, pidi¨® a los socialistas que tampoco interfirieran y al alcalde que se sentara a dialogar con los vecinos afectados, lo que ha terminado frenando la operaci¨®n. En los prados objeto de controversia pastan las vacas desde tiempos inmemoriales. Puede que conflictos como ¨¦ste parezcan m¨¢s propios de las viejas pel¨ªculas del oeste, donde vaqueros y granjeros pugnaban por el territorio. En ellas, el mandam¨¢s del pueblo sol¨ªa contratar a unos forasteros, tipos duros muy r¨¢pidos con el revolver y que siempre terminaban a tiros. No es lo m¨¢s aconsejable, un alcalde debe gobernar su pueblo con sensatez, mano izquierda y atendiendo permanentemente la voz y el sentir de los ciudadanos. Esta semana en San Agust¨ªn han empezado a entenderlo. De momento el ganado de vacas seguir¨¢ en los prados y el baile volver¨¢ a la plaza. No al rev¨¦s.
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