Una estrella apagada
La falta de la debida atenci¨®n a los requerimientos efectuados por la Consejer¨ªa de Econom¨ªa y Hacienda se enmarcaban en una actuaci¨®n fraudulenta dirigida a manipular en beneficio propio y dilatar al m¨¢ximo la renovaci¨®n de los ¨®rganos de gobierno de El Monte para lograr, bien la obtenci¨®n de un nuevo mandato, bien la permanencia por el mayor tiempo posible'. Con estas palabras, el instructor del expediente abierto por la Consejer¨ªa a Isidoro Beneroso aclaraba las razones que le llevaban a tomar una decisi¨®n, que la Junta hizo suya el pasado martes en Consejo de Gobierno, tan poco corriente en el sistema financiero: la inhabilitaci¨®n durante cinco a?os para ejercer cualquier cargo o responsabilidad directiva. Pero las explicaciones del instructor sirven tambi¨¦n como resumen de dos a?os y medio en los que Isidoro Beneroso, junto a su primo, Juan Manuel L¨®pez Benjumea (ex presidente de Caja San Fernando) hizo de cada paso administrativo una emboscada jur¨ªdica, en pos de alcanzar su anhelo, dirigir la caja ¨²nica sevillana, sin reparar en la legalidad marcada por el Parlamento, en las reticencias de la Junta sobre su gesti¨®n ni en los objetivos del PSOE, el partido que hab¨ªa puesto a ambos en sus cargos.
A Isidoro Beneroso (Tetu¨¢n, 1956) se le consider¨® siempre a los mandos del t¨¢ndem que form¨® con su primo. Sus carreras corren paralelas: como L¨®pez Benjumea, lleva m¨¢s de 25 a?os en el PSOE (que est¨¢ a punto de culminar su expulsi¨®n) y siempre estuvo cercano a la corriente guerrista, aunque desde distinta orilla. Sus primeras responsabilidades vienen de la mano de Manuel del Valle. Como hombre de confianza del entonces alcalde de Sevilla, fue teniente de alcalde y concejal de Urbanismo. El respaldo de Del Valle (al que luego colocar¨ªa al frente de la fundaci¨®n de la caja) le llev¨® a la presidencia de El Monte de Sevilla en julio de 1988 (un a?o despu¨¦s de que su primo llegara a San Fernando). Y en 1990 abri¨® una ¨¦poca de fusiones con la integraci¨®n con El Monte de Huelva.
Esa primera fusi¨®n, aunque no de gran tama?o, dio resultados mucho antes que las de sus competidores (Unicaja, Cajasur y sobre todo Caja San Fernando). Cuando diez a?os m¨¢s tarde, presentaba unos resultados hist¨®ricos (m¨¢s de 8.000 millones de beneficios con un crecimiento del 23%), que la confirmaban como la tercera caja andaluza, aprovech¨® la ocasi¨®n para saltar a la arena y anunciar que ten¨ªa un informe que avalaba una fusi¨®n con San Fernando.
Era enero de 2000, con la Ley de Cajas de Ahorros reci¨¦n aprobada y la apuesta del presidente de la Junta, Manuel Chaves, por una gran caja andaluza encima de la mesa.
Las buenas cifras de la entidad, sobre todo en comparaci¨®n con San Fernando, y su postura rebelde frente al mismo poder pol¨ªtico que le hab¨ªa puesto en el sill¨®n, llevaron a algunos medios a considerar a Isidoro Beneroso 'la nueva estrella sevillana' en el sistema financiero. Pero aunque se comportaba como tal, su gesti¨®n estaba en el filo de la navaja, como atestigu¨® una inspecci¨®n del Banco de Espa?a: arriesgadas inversiones especulativas en el sector inmobiliario, aventuras empresariales desafortunadas (Nature Pack, CCH) y retribuciones exageradas a sus m¨¢s estrechos colaboradores (un plan de pensiones de unos 10 millones de euros para tres directivos). Y en todo su enfrentamiento con la Junta, recurri¨® m¨¢s a sus habilidades pol¨ªticas, fogueadas en a?os de escaramuzas en el PSOE sevillano, que a sus conocimientos financieros.
Los primos trataron de aprovechar cada conflicto para reforzar su posici¨®n negociadora. Al calor de las resistencias localistas que despert¨® el anuncio de la gran caja, se enrocaron en el rechazo a adaptar sus estatutos a la nueva ley, que obligaba a renovar los cargos. Utilizaron el fantasma de la rivalidad con M¨¢laga para hacerse fuertes y forzar una negociaci¨®n con el PSOE, en la que pactaron hacer la renovaci¨®n y la fusi¨®n a la vez. Cuando el presidente de la Junta, impresionado por la altiva reacci¨®n de Beneroso al salir a la luz los informes del Banco de Espa?a, constat¨® que los primos no ten¨ªan ninguna intenci¨®n de cumplir con la ley, comenz¨®, no sin esfuerzo, a destejer la red de apoyos lograda por ambos.
Aun con el viento en contra, Beneroso no cej¨® en poner m¨¢s trampas. Asegur¨® que se ir¨ªa de la caja sevillana fusionada si sus nombres figuraban como los primeros presidentes de la entidad (un gesto profundamente pol¨ªtico y personalista). Y cuando Alcaja hizo aguas definitivamente, puso en marcha todos los mecanismos para resistir en El Monte, a¨²n cuando su partido ya hac¨ªa mucho tiempo que le hab¨ªa retirado la confianza. La ¨²ltima de esas emboscadas, negarse a suministrar la lista de impositores, le ha costado la inhabilitaci¨®n.
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