Corrida remendada de domingo
En Las Ventas contin¨²an las corridas remendadas de los domingos de temporada. En esta ocasi¨®n la ganader¨ªa titular, Los Recitales, lo fue con dos toros de Barcial, muy bien presentados y de mansa condici¨®n. Tambi¨¦n siguen las flojas entradas, que lo ser¨ªan a¨²n m¨¢s sin los autobuses de turistas, am¨¦n de partidarios de alguno de los toreros que llegan en busca de su oportunidad, la gloria, el futuro art¨ªstico, ese consolidar un nombre en una de las bellas artes m¨¢s aut¨¦nticas cuando as¨ª resulta.
Recibi¨® Canales Rivera a su primero con tres largas cambiadas, la ¨²ltima ce?id¨ªsima, y unas ver¨®nicas de corte aceptable. Quit¨® por chicuelinas de buen aire. Y empez¨® por estatuarios muy serios su faena de muleta, que remat¨® de trinchera y recorte templados, de gusto, parsimonia. Sucedi¨® despu¨¦s que quiso, y puso de su parte entrega, quietud, pero no pis¨® los terrenos adecuados, y la faena transcurri¨® entre enganchones, informal. En la hora suprema, una contundente estocada heterodoxa, en el rinc¨®n llamado de Ord¨®?ez, concluy¨® su desigual obra torera.
Recitales / Rivera, Diego, Trivi?o
Cuatro toros de Los Recitales, desigualmente presentados, de juego muy irregular; 4? y 5? de Barcial, muy bien presentados, mansos. Canales Rivera: estocada ca¨ªda (ovaci¨®n); estocada ca¨ªda (silencio). Juan Diego, que confirmaba la alternativa: estocada tendida (leves palmas); pinchazo y estocada desprendida (divisi¨®n de opiniones). Jos¨¦ Luis Trivi?o: pinchazo y bajonazo (silencio); bajonazo y descabello (silencio). Plaza de las Ventas, 7 de julio. Un cuarto de entrada.
En el cuarto, un toro de Barcial con trap¨ªo, volvi¨® Rivera a estar igual de eficaz al manejar la espada. Similar ojo y acierto en ese apuntar a una diana que si se toca, el toro dobla sin contemplaciones. Sin embargo, de capote y muleta, bueno, aqu¨ª no hay mucho que decir, estuvo reiterativo, fuera de cacho, y sin llegar a perfilar faena que digamos.
Juan Diego hubo de confirmar su alternativa con un toro noble y de fuerzas tan justas que quien no conozca las formas de su toreo poco pudo saber de lo que lleva dentro. Unas ver¨®nicas sueltas por el pit¨®n derecho en el saludo del capote, y la media ver¨®nica con la que abroch¨® la serie, as¨ª como dos o tres muletazos bien compuestos ante el parad¨ªsimo oponente. Ni fr¨ªo ni calor, un pasar de puntillas sin molestar.
Tuvo a bien el torero salmantino lucir al precioso toro de Barcial en el caballo. Tres veces acudi¨® al peto de lejos, se arranc¨®, qued¨® fijo junto al estribo y luego no se emple¨®. As¨ª ocurri¨® en el ¨²ltimo tercio, que meti¨® la cara sin celo, no repet¨ªa ni remataba el viaje. Juan Diego se plant¨® ante el morlaco con serenidad, siempre intentando el toreo cl¨¢sico, del que dej¨® suaves apuntes sin que hubiera posibilidad de que aquello fraguara en obra verdadera.
Jos¨¦ Luis Trivi?o no se encontr¨® con su primer toro, mansurr¨®n y de feo estilo conforme avanzaba el tiempo de la lidia. Por tanto, en el momento de rese?ar, apenas queda nada que podamos recordar. En el ¨²ltimo del festejo Trivi?o tuvo un toro noble y flojito, de Los Recitales, a quien hubo de cuidar, y lo hizo de tal manera que en la muleta meti¨® el morro, y fue por ambos pitones incluso con dulzura. Las muchas protestas por las fuerzas pacatas del morlaco en parte se terminaron al tirar a media altura de Cortesano. Faena limpia, templada, falta de emoci¨®n, que siempre pone el toro, como debe ser y es de ley.
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