Las fuerzas de paz de Afganist¨¢n se ponen en alerta tras el asesinato del vicepresidente
Las sospechas apuntan a luchas entre clanes rivales o pugnas por el control del tr¨¢fico de droga
Fue un funeral de Estado. Desde el presidente Hamid Karzai hasta el ¨²ltimo ministro, todo el mundo quiso dar el ¨²ltimo adi¨®s a Abdul Qadir, el vicepresidente asesinado el s¨¢bado. Aunque tanto el Gobierno afgano como los responsables de la Fuerza Internacional de Seguridad para Afganist¨¢n (ISAF) niegan que el suceso cuestione la paz en Kabul, no cabe duda de que la desaparici¨®n de Qadir deja un vac¨ªo de poder potencialmente desestabilizador. La ISAF, que se circunscribe a Kabul, puso ayer en estado de alerta una fuerza de reacci¨®n inmediata.
La mezquita Edga, la mayor de Kabul, estaba a rebosar. Las medidas de seguridad se extremaron ante la concurrencia de ministros y otros altos funcionarios. Su desplazamiento hasta el templo provoc¨® grandes atascos en las principales arterias de la capital. Dos helic¨®pteros alemanes de la ISAF vigilaban desde el cielo. Tras la plegaria, los f¨¦retros de hayi Qadir y de su yerno y conductor se trasladaron por v¨ªa a¨¦rea a su ciudad, Jalalabad, donde fueron sepultados. Ma?ana, martes, ha sido declarado d¨ªa de luto nacional en todo del pa¨ªs.
Mientras tanto, los afganos contin¨²an con su vida. 'No ha sido nada extraordinario, s¨®lo que esta vez la v¨ªctima ha sido preeminente', aseguraba un residente de Kabul un tanto pesimista con el alcance de los cambios que se han producido hasta ahora. Y es que en realidad a¨²n no se han llevado a cabo ni el prometido desarme de la poblaci¨®n ni la desmilitarizaci¨®n de las numerosas milicias, dos aspectos que sin duda contribuir¨ªan a la pacificaci¨®n del pa¨ªs y a su estabilidad.
Sin embargo hayi Qadir no era uno m¨¢s, ni siquiera un ministro m¨¢s. Uno de los pocos pastunes de la Alianza del Norte y figura de peso en el ind¨®mito este afgano, su desaparici¨®n deja un vac¨ªo de poder que Karzai va a tener dificultades en llenar. El riesgo de que se desate una disputa por su herencia militar -?qui¨¦n va a hacerse cargo de su milicia en el este de Afganist¨¢n?- o sus intereses comerciales resulta sin duda preocupante.
Aun as¨ª, el efecto de su asesinato es m¨¢s pol¨ªtico que militar, a decir de diversas fuentes. 'Muestra que cualquiera puede ser asesinado en Kabul, lo que resulta altamente embarazoso para Karzai', explica un analista de la ONU. 'La situaci¨®n de seguridad no es hoy peor que ayer, a pesar de lo que pueda parecer desde fuera', concede.
'Creemos que el asesinato es un intento de desestabilizar el Gobierno de transici¨®n', declar¨® el portavoz de ISAF, el coronel Oz, en una comparecencia ante la prensa. Fue todo lo lejos que alguien se atrevi¨® a apuntar de manera oficial. En la calle hay tantas teor¨ªas como afganos. Observadores bien situados consideran que s¨®lo alguien poderoso, de dentro del Gobierno, puede actuar con semejante impunidad. 'Los bloqueos de carreteras y los controles en los cruces no se pusieron en marcha hasta pasadas las cinco de la tarde, varias horas despu¨¦s del asesinato', apuntan. El objetivo ¨²ltimo era librarse de un tipo que iba por libre y controlar su feudo: la zona este de Afganist¨¢n. Otros sacan a colaci¨®n su implicaci¨®n en el tr¨¢fico de hero¨ªna.
'A¨²n es demasiado pronto para se?alar culpables, pero los interrogatorios tanto de los guardias que vigilaban el ministerio como de testigos presenciales nos dar¨¢n informaci¨®n al respecto', explica a este diario Omar Samad, portavoz de Exteriores. 'Puede haber sido cualquiera. Todo el que ha estado implicado en la pol¨ªtica afgana durante la ¨²ltima generaci¨®n tiene enemigos', admite Samad.
Temerosas de que el incidente pueda asustar a la comunidad internacional, las autoridades afganas insisten en que Kabul sigue siendo una burbuja de seguridad. 'Lo sucedido no significa que ahora nos enfrentemos a la amenaza del caos', asegura Samad, 'usted puede pasearse por cualquier calle de la ciudad con la seguridad de que nadie va a pegarle un tiro'.
Al menos hasta ayer eso era lo que garantizaba ISAF, una fuerza multinacional compuesta por 5.000 soldados procedentes de 19 pa¨ªses y a la que Espa?a aporta el 10%. 'Lo ocurrido no afecta a la seguridad en Kabul', ratificaba el portavoz de ese cuerpo. 'Consideramos que ataques individuales de este tipo pueden ocurrir en cualquier pa¨ªs del mundo; es muy grave, pero nadie puede garantizar que no suceda algo as¨ª', a?adi¨®. El coronel Oz, miembro del contingente turco que desde el pasado d¨ªa 1 dirige la misi¨®n, explic¨® que su mandato se limita a 'asistir al Gobierno de transici¨®n en el mantenimiento de la seguridad en Kabul'. 'No somos responsables del transporte de personalidades o de su protecci¨®n personal', dice.
La escasa protecci¨®n con la que contaba Qadir ha sido objeto de cr¨ªticas. 'Hay ministros que se mueven con un peque?o ej¨¦rcito', reconoce Samad, 'pero Qadir no lo cre¨ªa oportuno'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.