Santificar las fiestas
Las trescientas mil personas que durante el fin de semana fueron llegando en peregrinaci¨®n a Pamplona acogieron ayer con signos de aprobaci¨®n las paternales palabras del arzobispo dichas en su brillante serm¨®n de misa mayor. Sin duda, si esas trescientas mil personas que bien pudieran haberse encaminado a F¨¢tima, han puesto rumbo a Pamplona, es por santificar las fiestas con el sentido cristiano propio de las mismas que el arzobispo predic¨®. Qui¨¦n puede discutir que si el santuario sanferminero se ha convertido en un destino multitudinario, es por el resplandor con que en estas fiestas brilla el ejercicio intensivo de la templanza y la castidad.
El serm¨®n del arzobispo, que tambi¨¦n envi¨® (de la sinuosa manera que suele ser habitual en el gremio mitrado) sus saludos a La Moncloa (al vindicar el derecho episcopal de intervenir como el que m¨¢s en los asuntos de la vida social), fue escuchado con unci¨®n por unas autoridades locales siempre atentas al diligente cumplimiento del art¨ªculo 15.3 de la Constituci¨®n, no tanto donde dicho art¨ªculo instituye la aconfesionalidad del Estado, cuanto donde dice que los poderes p¨²blicos mantendr¨¢n relaciones de cooperaci¨®n con la Iglesia cat¨®lica.
Ya que las autoridades p¨²blicas estaban en la misa que se celebraba, el arzobispo se permiti¨® insistir en que la fe es tanto la columna vertebral de nuestra identidad cristiana como de nuestra identidad navarra. Dicha insistencia tal vez resulte innecesaria. Si de algo vienen dando testimonio las autoridades del lugar, es de su convicci¨®n de que en nuestras sacrosantas esencias identitarias, regi¨®n y santoral se confunden. No es s¨®lo que los gobiernos aut¨®nomo y municipal presidiesen en el pasado mes de enero la misa solemne celebrada en la catedral capitalina en honor del beato Escriv¨¢; es que estos dos gobiernos que en el pasado oto?o peregrinaron al Jap¨®n en busca de las huellas perdidas de Francisco de Javier, de hecho van instituyendo sus respectivas versiones del nacional-catolicismo, ll¨¢mese regional-javierismo o local-ferminismo. Tras su entusi¨¢stica peregrinaci¨®n por las tierras orientales donde el de Javier (seg¨²n cuenta la leyenda) sembr¨® profusamente la semilla de la fe, el presidente del gobierno aut¨®nomo anunci¨® la pr¨®xima edificaci¨®n en el paraje natal del santo de un gran edificio moderno que d¨¦ al lugar el debido esplendor religioso.
En estas y otras ceremonias regional-cat¨®licas ha brillado la ausencia de un consejero de Salud cuya suerte, al d¨ªa de la festiva fecha de hoy, lleva camino de ser la misma del santo Ferm¨ªn: tener que entregar la cabeza al verdugo. Su propio gobierno le acaba de preparar un expediente de padre y muy se?or m¨ªo. Sin embargo, la consejer¨ªa de su digna direcci¨®n no se apea de las directrices regional-cat¨®licas que punen la distribuci¨®n en sanfermines y en dispensarios p¨²blicos de anticonceptivos como la p¨ªldora del d¨ªa siguiente. Esta insistencia de la consejer¨ªa en semejante sanci¨®n es a no dudarlo tan innecesaria como la del arzobispo: ?acaso viene alguien a estas santas fiestas a algo distinto que a practicar la castidad?
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