'El sida en ?frica puede tratarse, yo soy la muestra'
Es granjero, padre de dos hijos, y el a?o pasado sum¨® una nueva carga a su ya dif¨ªcil existencia como campesino de Malaui, uno de los pa¨ªses m¨¢s secos y pobres de ?frica. Es seropositivo, como su mujer, su hermano, su hermana y buena parte de sus vecinos. Pero Fred Minandi, de 42 a?os, ha tenido suerte dentro de la desgracia. M¨¦dicos sin Fronteras le ha incluido en su plan para suministrar antirretrovirales a 1.000 personas en siete pa¨ªses africanos 'y esto me ha cambiado la vida', dice.
Fred no sabe exactamente cu¨¢ndo ni c¨®mo se infect¨®. Tampoco le importa mucho, puesto que los m¨¦dicos le han dicho que puede haber estado viviendo con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) durante m¨¢s de ocho a?os. Hace cinco comenz¨® a encontrarse mal. 'Manchas en la cara, diarreas, malestar, siempre estaba cansado'. No le hac¨ªa mucho caso a todo ello, ya que era lo que ve¨ªa cada d¨ªa a su alrededor, entre sus vecinos de Matikuti, una remota aldea al sur de Malaui. Este pa¨ªs, con el 15% de poblaci¨®n afectada por el VIH y en donde la mayor parte de la poblaci¨®n vive con dos d¨®lares al d¨ªa, el sida est¨¢ arrasando comunidades, escuelas y, sobre todo, el campo. Los hombres j¨®venes en edad de trabajar est¨¢n cayendo y cada vez hay menos personas para trabajar el campo.
Fred recordaba ayer que, desde 1997 y hasta el a?o pasado, malvivi¨® con el virus. No muri¨® porque, seg¨²n dice: 'Mi mujer me trataba muy bien'. Pero estos cuidados significaban que en su casa cada vez entraban menos ingresos. Desde que el VIH comenz¨® a causar estragos en su cuerpo propiciando las llamadas enfermedades oportunistas, tuvo que abandonar el trabajo. 'Me encontraba sin fuerzas, no pod¨ªa ir a trabajar'. Este granjero era una v¨ªctima m¨¢s de la miseria, una situaci¨®n que afecta a la mayor parte de sus compatriotas, pero que Fred hab¨ªa podido atajar hasta entonces gracias a su trabajo y a la ayuda de sus dos hijos.
Cuando todo parec¨ªa perdido le ofrecieron participar en la experiencia del tratamiento, que ha venido realizando junto a otras 150 personas en los ¨²ltimos 12 meses. La vida de Fred ha cambiado hasta el punto de volver a trabajar. 'Incluso he construido una casita para m¨ª y mi mujer', explica mirando fijamente con unos ojos que destilan esperanza.
Ahora, pese a encontrarse bien, sabe que tiene que seguir luchando. Tomar la medicaci¨®n y llevar una vida sana es b¨¢sico para que siga cumpliendo a?os. Su mujer lo tiene m¨¢s dif¨ªcil. De momento ella no ha tenido acceso al tratamiento que ofrecen varias ONG en su pa¨ªs. 'Pero se encuentra bien'.
Tambi¨¦n se encuentra con la obligaci¨®n de explicar al mundo que el mal que est¨¢ matando a sus amigos, familiares y vecinos, podr¨ªa controlarse con la ayuda de los pa¨ªses del Norte. 'Ya s¨¦ que hay gente que dice que es inalcanzable llegar a tratar a todos los que estamos enfermos, pero esto no es as¨ª, s¨®lo falta voluntad'. Este es el mensaje que ayer lanzaba en los pasillos de las salas de actos de la Conferencia de Barcelona. 'M¨ªreme, yo estoy vivo y quiero seguir haciendo cosas'.
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