Despu¨¦s de la tormenta
El Se?or, en su infinita misericordia, nos mand¨® al mediod¨ªa de ayer un torment¨®n con un aparato el¨¦ctrico portentoso. Algunos plomos se fundieron, los ¨¢nimos m¨¢s exaltados se aplacaron, en los rincones cenagosos de la jungla urbana ces¨® de oler a rayos y los abor¨ªgenes de tierras remotas dejaron de hacer preguntas inconvenientes. Poco antes de que el cielo se desplomase con un aparato el¨¦ctrico estrepitoso, un blanco norteamericano de origen anglosaj¨®n me hab¨ªa preguntado c¨®mo pod¨ªan traducirse a su idioma nativo la frase 'los morlacos no han hecho carne en la limpia y r¨¢pida carrera de hoy'. Estaba a punto de renunciar para siempre al bello proyecto de asaltar los cielos con una alta torre hecha de entendimiento cuando la b¨®veda celeste se vino abajo y el yanqui puso pies en polvorosa. Pero, s¨ª; despu¨¦s del tempestuoso encierro del domingo, la carrera del lunes fue r¨¢pida y los morlacos no hicieron carne en ning¨²n lego en las ancestrales artes de sortear limpiamente a la manada.
Con la tempestad, el Se?or hizo que algunos plomos se fundieran, con lo que la megafon¨ªa se interrumpi¨® y el Aserej¨¦ de las Ketchup, indiscutible ¨¦xito musical de estas fiestas, dej¨® moment¨¢neamente de triturarnos unas neuronas que bajo los efectos de la persistente tonadilla llevaban camino de convertirse en zumo de tomate. Tempestad de otro tipo hab¨ªa habido la tarde anterior en los tendidos de sol y sombra, divididos en su opini¨®n con respecto a los vientos que de los sanfermines pasados a estos hab¨ªa sembrado la alcald¨ªa. Como era previsible, los sectores con las neuronas m¨¢s deterioradas por los muchos y variados lances de ¨¦ste y otros festivales, elevaron el tono de la bronca hasta cotas poco presentables en sociedad. Cierto que si de sociedad se trata, a efectos de prevenir tempestades, tampoco son nada aconsejables las ventiscas de arrogancia en el ejercicio delegado del poder. Por lo dem¨¢s, es fama que en los festejos y espect¨¢culos populares queda a criterio del respetable dec¨ªrselo con flores o con hortalizas, siempre que el respetable no pase de esa raya a partir de la que pierde su condici¨®n de tal.
Cay¨® ayer al mediod¨ªa un torment¨®n de los que demuestran que los fuegos de artificio son poca cosa frente a las furias desatadas de la naturaleza. La alcald¨ªa se esfuerza meritoriamente en mejorar unos fuegos artificiales que aspiran a conquistar las mismas cumbres de embeleso alcanzadas en San Sebasti¨¢n, pero eso exige como m¨ªnimo la complicidad de las m¨¢s altas instancias, pues de manifestar estas con rayos y centellas, cualquier meritorio esfuerzo humano se muestra insignificante.
Cay¨® un torment¨®n que puso fin a la primera gran avalancha de estas fiestas de aluvi¨®n. De aqu¨ª a la pr¨®xima invasi¨®n normanda, que a no dudarlo llegar¨¢ con el desembarco masivo del pr¨®ximo fin de semana, los naturales de estos pagos tenemos un poco de tranquilidad (si el volumen de las Ketchup no lo impide) para intentar explicar a los naturales de otras partes que expresiones tales como 'los morlacos no hicieron carne en la limpia y r¨¢pida carrera de hoy', hacen imposible el sue?o de Babel.
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