Pijos
Una, que es optimista por naturaleza y conf¨ªa pese a todo en la Humanidad, cre¨ªa que en el mundo real no exist¨ªan esos super-mega-pijos que aparecen a veces como personajes bufos en las pel¨ªculas. Hasta que vi las famosas notas de los supermercados S¨¢nchez Romero, los comentarios escritos por aquel o aquellos que seleccionaban al personal. Lo peor del asunto, claro est¨¢, es el fondo: que se discrimine laboralmente a la gente por su aspecto y su procedencia. Pero lo m¨¢s escandaloso e irritante es el tonillo, esa mofa ceporra propia de colegiales descerebrados, ese desprecio idiota. A los aspirantes se les rechaza por ser 'morenete', o por 'tener cara de cochinillo', o por ser 'de Parla y fea' o llevar 'chupa de cuero'. Y todo esto para ser cajera o conductor, que ya me dir¨¢ usted si es que los de Parla pisan peor el freno.
La verdad es que no s¨¦ c¨®mo se atreven los super-mega-pijos a escribir comentarios semejantes y ni siquiera a pensarlos, teniendo en cuenta lo horrorosos que com¨²nmente son los se?ores de alcurnia. Que no nos toquen mucho las narices, porque a lo peor vamos a empezar a exigir cierto buen gusto en los directivos de los bancos en donde tenemos nuestro dinero, en los consejos de administraci¨®n de los grandes comercios en los que compramos, en los fabricantes de nuestros coches. Por ejemplo, como uno de los consejeros de mi banco lleve esos espantosos pantalones rojos de los pijos, con la barriguilla pendulona rebosando por encima del cintur¨®n, es que saco todos mis fondos de la cuenta, vamos.
Este asunto vergonzoso tiene su lado bueno, y es que nos ha hecho conscientes de algo que sab¨ªamos sin quererlo saber: que multitud de empresas discriminan a la gente por su aspecto. No s¨¦ si llegar¨¢n a la zafiedad del caso S¨¢nchez Romero, pero ver¨¢n, me he puesto a pensar en las cadenas comerciales, los h¨ªper, los grandes almacenes, las tiendas finas y dem¨¢s etc¨¦teras, y el conjunto de dependientes y empleados en contacto con el p¨²blico no tiene mucho que ver con la gente que yo encuentro por las calles. Faltan los gordos y los feos notorios; faltan colores de piel, faltan inmigrantes. El pa¨ªs real es mucho m¨¢s variado que esa innecesaria e injusta 'buena presencia'.
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