Sainete vasco
Dice la Real de la lengua que en Argentina, Cuba y Uruguay 'sainete' viene a referirse a una situaci¨®n o acontecimiento grotesco o rid¨ªculo y a veces tragic¨®mico. Tambi¨¦n se emplea as¨ª, contin¨²a, en el lenguaje coloquial. M¨¢s propiamente, se trata de una pieza dram¨¢tica jocosa con -a veces, s¨®lo a veces- pretensiones de seriedad, g¨¦nero derivado del 'paso' y del 'entrem¨¦s' barrocos, afianzado en Espa?a a lo largo del siglo XVIII. Tanto da. Lo uno deriva de lo otro. Todos sabemos de qu¨¦ se trata. Ellos hablan del sainete, y yo -c¨®mo no hacerlo-, del ultim¨¢tum (sic) lanzado por el actual tripartito gobernante (tres formaciones y un solo lehendakari verdadero) al Gobierno gobernante en Madrid. Sainete grotesco y rid¨ªculo, jocoso a pesar de sus pretensiones de seriedad. Un acto que mueve a risa si no fuera porque seguimos suspendidos del drama cotidiano de las muertes y amenazas que todo lo ponen en cuesti¨®n. (De forma inmediata, el pr¨®ximo proceso de elecciones municipales, esencial en democracia.) Si no fuera por eso, y porque nos gobiernan (o nos desgobiernan, como usted prefiera), apenas importar¨ªa; mover¨ªa a risa.
Todo esto es un inmenso disparate que ya est¨¢ lanzando al Pa¨ªs Vasco fuera de la historia. Fuera de la corriente de los acontecimientos del presente-presente y del presente-futuro, para distraernos est¨²pidamente en las ci¨¦nagas del presente-pasado; o, m¨¢s bien, del grotesco pasado a secas. S¨®lo del pasado cenagoso. Sociedad de la informaci¨®n, comunicaciones r¨¢pidas, Internet, mundializaci¨®n, red de ciudades europeas, cultura urbana del XXI, todo eso est¨¢ quedando fuera del debate en nuestro entra?able paisito (al que uno nunca trat¨® en tono sainetesco). Lo nuestro es liarnos la manta a la cabeza y lanzarnos por el tobog¨¢n de lo absurdo. Ojos que no ven... Uno se desternillar¨ªa si no fuera por lo que nos jugamos con todo esto: la libertad misma y la prosperidad, de la que a¨²n disfrutamos.
Uno se ve tentado a citar a dos ilustres alemanes (Hegel y Marx): todos los hechos de la historia universal aparecen dos veces, etc¨¦tera. El Gobierno vasco, el primero, llev¨® entre 1936 y 1937 a Euskadi a una situaci¨®n de cuasi-soberan¨ªa en el contexto de nuestra guerra civil. Fue el momento tr¨¢gico (y dram¨¢tico) de nuestra historia. El de ahora es el que corresponde a la farsa, al sainete (aunque siga siendo dram¨¢tico).
?Un ultim¨¢tum desde el Parlamento vasco al gobierno de Madrid, un ultim¨¢tum de dos meses para que nos transfieran los paradores nacionales, la Seguridad Social, el mercado de valores y los centros penitenciarios? ?Un ultim¨¢tum que terminar¨ªa all¨¢ por septiembre, cuando todos estemos un poco m¨¢s bronceados? (?Se encerrar¨¢n entonces en el Parlamento y lo defender¨¢n con sus vidas como lo hicieron los irlandeses en la Casa de Correos el Lunes de Pascua de 1916?) Resulta pat¨¦tico y rid¨ªculo. Cierto que el Estatuto debi¨® (y debe) desarrollarse con todas las consecuencias (ah¨ª nos encontrar¨¢n a casi todos). Que form¨® parte del pacto para la transici¨®n, del paquete constituyente de Espa?a y de Euskadi. Cierto que todos los gobiernos que han tenido la responsabilidad de hacerlo en Madrid han practicado el filibusterismo pactista con esta Autonom¨ªa. Pero no es menos cierto que Lizarra (1998) y la Asamblea del Euskalduna (2000) fueron el pistoletazo de salida hacia la irresponsabilidad en el seno del PNV. Desde que el lehendakari Ibarretxe es 'el verdadero lehendakari', nuestra suerte est¨¢ siendo la suerte del enano.
La tentaci¨®n por parte del PP de suspender la autonom¨ªa vasca (como ocurri¨® en el Ulster) es evidente. Ser¨ªa un disparate sobre otro. (La irresponsabilidad del PP, no pactando su pol¨ªtica antiterrorista, buscando aislar a todo el PNV, clama igualmente al cielo). As¨ª lo percibe uno y lo dice con pena y gran dolor. La gesti¨®n administrativa, la direcci¨®n o el liderazgo pol¨ªtico es cosa de mayores de edad en autoridad y gobierno, personas sensatas y asentadas que no juegan con las cosas de comer ni con el futuro de toda una sociedad. Me duele en el alma tener que constatar que existe un sainete vasco. Que se est¨¢ representando ahora mismo. Que lo padecemos hace demasiado tiempo.
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