La 'pela' es la 'pela'
- El sol siempre brilla en Kentucky. Baix Empord¨¤, ultimas noticias: a) las gambas han salido de su escondite. Las muy XXX se esconden peri¨®dicamente. Cuando lo hacen, no hay manera de pescarlas. Ahora no s¨®lo han salido de su escondrijo, sino que se pescan como en los tiempos de El pescador de coplas. Se est¨¢n pescando tantas gambas que, en fin, la serie Cu¨¦ntame deber¨ªa aprovechar y ambientar un cap¨ªtulo en Palam¨®s. Sinopsis: a?os sesenta, los pescadores vuelven al puerto con toneladas de gambas pop. Mientras las descargan, hablan de la necesidad de un cambio pol¨ªtico moderado, liderado por un ni?o llamado Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, cuyo reciente nacimiento fue anunciado por una estrella. Y b), se ha realizado con ¨¦xito de cr¨ªtica y p¨²blico en Llofriu -Palafrugell DF- la fiesta de la pela. No hay que confundir la fiesta de la pela con el festival porno de Cannes, aunque ambos actos -por otra parte, dos fechas puntales del calendario cultural europeo- compartan un mismo campo sem¨¢ntico.
Se trata de una cita ex¨®tica: ir al bosque con un hacha extra?a, de 'fer la pela', y pelar alcornoques para hacer despu¨¦s tapones
- La tercera v¨ªa. La pela consiste, como su nombre indica, en pelar algo. En este caso, alcornoques. S¨®lo se puede hacer estos d¨ªas, cuando debajo de la corteza del alcornoque -es decir, del corcho- corre savia. Los pelas antes o despu¨¦s, no hay savia y se mueren. La fiesta es una cita ex¨®tica de algo que era cotidiano hace cuatro d¨ªas. Ir al bosque con un hacha extra?a -de fer la pela- y pelar alcornoques. Posteriormente, las piezas de corcho se iban a la f¨¢brica. Se herv¨ªan, se blanqueaban, se transformaban en tapones y se vend¨ªan como polos a Reims, donde acababan tapando una botella de champa?a. La pela era el proceso menos industrial de un negocio extra?o -el negocio taponero- que, primero, tard¨® en industrializarse y, posteriormente, tard¨® tambi¨¦n en dejar de ser rentable. Y por el mismo precio, cre¨® una casta de personas libres y orgullosas, con un rostro de persona libre y orgullosa, a¨²n perceptible en el rostro del camarero que se parte el pecho cuando cobra chorrocientasmil por unas gambas -que, lo dicho, este a?o est¨¢n regaladas- a los se?ores del centre-gauche divine que cada fin de semana van a ponerse las botas al Empord¨¤.
- Cinco horas en Can Mario. La industria del tap fue una buena idea. Consist¨ªa en comprar el corcho a los propietarios de los bosques y en transformarlo en tapones en tu casa. La m¨¢quina necesaria era un cuchillo. Ese proceso sencillo provoc¨® una casta de nuevos obreros industriales. No se parec¨ªan a los ingleses -12 horas al d¨ªa de trabajo, siete d¨ªas a la semana- ni a los franceses -8 o 10 horas al d¨ªa, seis d¨ªas a la semana-. Trabajaban lo que quer¨ªan durante cuatro d¨ªas a la semana. Estaban en el d¨®lar. Pod¨ªan pagar a alguien que les leyera mientras trabajaban. Adquirieron cultura. Se hicieron republicanos federales. Crearon, incluso, un Estado: el Cant¨® de la Bisbal, durante la I Rep¨²blica. Con el tiempo, la cosa se industrializ¨®. Aparecieron las f¨¢bricas, los horarios, los 20-J. En EE UU, alguien descubri¨® que se pod¨ªan hacer tapones con desperdicios de tapones, y que esos tapones de conglomerado daban el pego. La cosa se fue un poco al garete. 'En la actualidad , Palafrugell s¨®lo es l¨ªder mundial de un producto: el tref¨ª . Aunque los tref¨ªns ya no son como antes. Ahora son de conglomerado, con una arandela de corcho. Para las botellas gansas de champa?a , a¨²n se hace alg¨²n pedido. Per¨° res, cuatre taps'.
- Las cosas sencillas. El acto. Cuando llego, Llofriu est¨¢ celebrando la fiesta de la pela. M¨¢s concretamente, pel¨¢ndose un arrocete. Bajo unos toldos. No quepo. Me siento fuera del toldo y me pelo mi arrocete, con la cara de Lawrence cuando se pelaba a camello el Martillo del Diablo. A la media hora hago chiribitas. Tras el arroz, helado, caf¨¦ y cop¨®n. La afici¨®n pide whisky, pero s¨®lo hay Soberano. Una desconsideraci¨®n si se tiene en cuenta que Llofriu fue durante d¨¦cadas la zona planetaria donde se inger¨ªa m¨¢s whisky por habitante. Aunque se lo plimpara todo un solo habitante. Josep. Pla, hips. Finaliza la comida. Nos miramos a la cara hasta que los se?ores que pelan corcho se pelan sus copones. En la sierra de Les Gavarres a¨²n hay gente que vive de pelar corcho. Son pocos. Se podr¨ªan contar con la mano de un operario de un aserradero. Finalmente, los se?ores de la pela dan por concluida la comida. Nos vamos al bosque, detr¨¢s de ellos. Parecemos una peli de Fellini -a saber: a) todo el pueblo va detr¨¢s de ellos para ver algo que s¨®lo saben ellos, como en Amarcord; b) vamos a pelarla, pero colectivamente, como en Amarcord-. Accedemos a un claro del bosque. Un se?or le da cuatro hachazos a un alcornoque. Le saca la corteza. La tira al suelo. Dice: 'I un altre'. Y se va a por otro ¨¢rbol. Cuando se va, Mart¨ªnez y otros ni?os tocan el interior de la corteza. Est¨¢ h¨²meda. Est¨¢ incomprensiblemente fr¨ªa. Me voy a cenar las gambas que me ha preparado mi mam¨¢.
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