Poema de un ¨¦xodo
Tienen mucho que ver, y es l¨®gico que as¨ª sea, las dos pel¨ªculas dirigidas por la joven iran¨ª Samira Makhmalbaf -que arranc¨® su carrera en 1998, con La manzana, cuando s¨®lo ten¨ªa 19 a?os- con las obras de su padre, Mohsen Makhmalbaf, que escribe con ella los guiones y es uno de los m¨¢s renombrados cineastas de Ir¨¢n, director, entre muchas otras, de la reciente y deslumbrante Kandahar.
La joven Samira trae ahora La pizarra, su segunda pel¨ªcula, que rod¨® hace dos a?os en las monta?as del Kurdist¨¢n iran¨ª, y en la que representa con singular audacia la aventura, de intenso poder referencial y metaf¨®rico, del ¨¦xodo de un grupo de maestros kurdos, que deambulan, con sus pizarras amarradas a la espalda, por la des¨¦rtica frontera de su pa¨ªs, huyendo de los bombardeos contra sus aldeas.
LA PIZARRA
Direcci¨®n: Samira Makhmalbaf. Gui¨®n: Mohsen y Samira Makhmalbaf. Int¨¦rpretes: Said Mohamadi, Behnaz Jafari, Bahman Gobadi, Mohamed Karim Rahmati, Rafar Moradi, Mayas Rostami. G¨¦nero: drama. Ir¨¢n, 2000. Duraci¨®n: 85 minutos.
Es un relato visualmente lleno de esplendor, pero dram¨¢ticamente solemne, grave e incluso muy duro, cuya estrategia narrativa se acerca a la de los poemas visuales realizados por Mohsen, padre de Samira, cosa que se explica por la participaci¨®n de ¨¦ste en la escritura del filme. Es un filme de corte ¨¦pico, con protagonista colectivo, que su directora describe como 'un suceso con apariencia irreal, pero al mismo tiempo veros¨ªmil, natural'.
Hay verdad en esto. La represi¨®n contra el pueblo kurdo alcanz¨® formas de crispaci¨®n genocida extremas, delirios ver¨ªdicos inimaginables, de sabor on¨ªrico, cuya representaci¨®n hace de esta pel¨ªcula una especie de locura testimonial, la met¨¢fora de una de las tragedias m¨¢s atroces de la historia reciente, brutalidad que ha sido rozada por el cine iran¨ª y el turco en otras ocasiones, pero que en La pizarra alcanza instantes e im¨¢genes de fuerte singularidad, vibrantes y realizadas con limpieza y sencillez.
En coherencia con la escuela en que se ha formado como mujer de cine, Samira Makhmalbaf compone su filme con recursos de documento, mediante una escrupulosa selecci¨®n de int¨¦rpretes naturales, que en su mayor parte son espejos de s¨ª mismos, lo que da una fort¨ªsima verdad a la imagen, que parece arrancada de una p¨¢gina del libro de la historia del horror de este oscuro y salvaje tiempo.
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