El adjetivo es un pesado
Hab¨ªamos pedido a los oyentes que escribieran cuentos de miedo que no incluyeran la palabra miedo. Y les rogamos que utilizaran el menor n¨²mero de adjetivos posible, prohibiendo expresamente combinaciones como 'olor nauseabundo', 'incendio pavoroso', 'presencia fantasmal', 'horas intempestivas', 'arma arrojadiza', 'tiempo muerto', 'noche oscura' 'cotas altas', 'calurosa acogida', 'tr¨¦mula mano', 'caso omiso', 'tensa espera', 'emoci¨®n contenida' o 'espera interminable'. Tratamos de explicar que el adjetivo es un pesado que se pega como una lapa al sustantivo para hacer bulto, pues en la mayor¨ªa de los casos no dice nada que no hubi¨¦ramos sido capaces de averiguar sin su presencia.
Los resultados de aquella brev¨ªsima lecci¨®n fueron sorprendentes. Llegaron cuentos memorables cuya eficacia s¨®lo se pod¨ªa explicar desde un ejercicio de contenci¨®n formal. Los mejores eran los que contaban algo tr¨¢gico o inquietante con un lenguaje como de andar por casa. Hubo poca coincidencia tem¨¢tica, si exceptuamos un grupo de relatos cuya acci¨®n transcurr¨ªa en los pasillos de las viviendas. Es l¨®gico, pues el pasillo es la met¨¢fora del intestino y en ¨¦l se digieren los primeros miedos de la vida. Por eso habr¨ªa que perseguir a los arquitectos empe?ados en suprimir esta pieza bajo la excusa de que se trata de un espacio in¨²til. Para in¨²til, el 'living', que no sabemos lo que es. No hemos publicado sin embargo ning¨²n cuento de pasillos porque la cantidad no siempre se traduce en calidad.
Nos gust¨® mucho el titulado Memoria, de Jos¨¦ Luis Peinado, precisamente porque habla del Alzheimer sin nombrarlo (un oyente que hab¨ªa aprendido la lecci¨®n). Y nos dio miedo Abuelita, dime t¨², de Antonio Valle, que bajo tan inocente t¨ªtulo narra en poqu¨ªsimas l¨ªneas un proceso de extra?amiento provocado por un acto cotidiano. No dejen de leer Hipoglucemia, de Juan F. Nieto Pajars, que narra una situaci¨®n angustiosa con la naturalidad (de ah¨ª su vigor) con la que en los sue?os aceptamos como normales las cosas m¨¢s extra?as. Hay m¨¢s cuentos que espacio, en fin, como podr¨¢n comprobar si contin¨²an p¨¢gina abajo. Todos valen la pena, pero det¨¦nganse unos segundos en el de Adriana Lis Maggio, Novela min¨²scula, por si les produjera el escalofr¨ªo que hizo sentir a la redacci¨®n de La ventana, de Gemma Nierga. Gracias.
PD. Correo ordinario. Cadena SER (a la atenci¨®n de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s). Gran V¨ªa 32. 28013 Madrid. Internet. www.cadenaser.com. Una vez dentro de la p¨¢gina web hay que pinchar La ventana y, en La ventana, La ventana de Mill¨¢s.
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