Retrato americano

Ya lo avisa el t¨ªtulo de este libro, Estados Unidos es un gran pa¨ªs. Un gigante vast¨ªsimo de econom¨ªa poderosa y sociedad cambiante que proporciona cientos de an¨¦cdotas, datos y noticias. El autor, Bill Bryson (Des Moines, Iowa, 1951), periodista y escritor, explica en el pr¨®logo que los art¨ªculos de este libro fueron concebidos para una columna semanal en el diario ingl¨¦s Daily Mail. As¨ª pensada, en peque?as dosis, la idea es perfecta. Pero ocurre que parte de la gracia se pierde al reunirlos en estas p¨¢ginas.

Es cierto que la escritura divertida e ir¨®nica de Bryson otorga frescura a tanto dato de americano herido por objeto inveros¨ªmil o n¨²mero de anuncios y minutos de duraci¨®n de la publicidad en un programa de la CNN. Pero no lo es menos, como bien dice la se?ora Bryson en uno de los art¨ªculos, que su marido parece estar 'siempre rezongando'. Desprende un tono c¨ªnicamente cr¨ªtico con sus compatriotas. En varios momentos da la sensaci¨®n de que los estadounidenses no se enteran de nada. Ni son tan ingenuos como los pinta en Gente amigable, ni tan poco viajeros e interesados por otras culturas como se entrev¨¦ en el comienzo de Esos aburridos extranjeros. Las cifras de aprendizaje del idioma y la cultura espa?ola en las universidades, que han crecido en los ¨²ltimos a?os, y el censo de poblaci¨®n de 2000, que denota una sociedad multirracial en la que hispanos y negros ganan sitio al blanco anglosaj¨®n -aunque bien es cierto que no en los Estados tradicionalmente WASP-, son datos que confirman lo arriesgado de estigmatizar, incluso para un nativo con humor como Bryson, a este pa¨ªs. Adem¨¢s, y debe ser por la globalizaci¨®n, algunas an¨¦cdotas que tanto le sorprenden son moneda com¨²n en cualquier pa¨ªs desarrollado; como las que se leen en Por qu¨¦ nadie camina, Ayuda para un individuo no designado o La vida deportiva.

Como ocurre con algunas pel¨ªculas, estas p¨¢ginas gustar¨¢n a los incondicionales de la nocturna fluorescencia de las luci¨¦rnagas, de las king size beds y de la simpat¨ªa e ingenuidad -t¨®picas hasta el hast¨ªo- de los estadounidenses, pero, aun as¨ª, lo mejor para disfrutarlas es abordarlas en peque?os sorbos de, por ejemplo, una vez a la semana para as¨ª darse tiempo a olvidar el art¨ªculo anterior.

Al menos, Historias de un gran pa¨ªs deja un regusto agradable porque consigue irritar m¨ªnimamente a quien haya vivido all¨ª un tiempo. Si no, formar¨¢ una opini¨®n, eso s¨ª t¨®pica en algunos casos, en el lector.