En la primera del 'Times'

Ayer salimos en la primera del Times. ?De qu¨¦ Times? Del New York Times. La primera plana del Times de ayer no era una primera cualquiera: daba noticia de una borrasca que amenaza con empapar al inquilino de la Casa Blanca. Y ah¨ª est¨¢bamos. En realidad, en la primera del NYT estaba la foto m¨¢s efectista del encierro jam¨¢s tomada, con una llamada a p¨¢ginas interiores. La foto la hizo un irland¨¦s en la curva de la Estafeta. Sirvi¨¦ndose de una c¨¢mara digital con mando a distancia, el fot¨®grafo de Reuter logr¨® un contrapicado en el que se ve c¨®mo seiscientos kilos de toro van a estamparse contra el objetivo, igual que el tren de los Lumi¨¨re descarrilaba sobre los espectadores.

El astado, en primer¨ªsimo plano, con una camiseta en la cornamenta como trofeo, pone cara de no creerse que va a salir en el NYT. La instant¨¢nea ya fue publicada en un peri¨®dico alem¨¢n con el siguiente pie de foto: '?Sobrevivi¨® el fot¨®grafo?'. Sobrevivi¨®. Los sanfermines son, como bien dice el titular de p¨¢ginas interiores del NYT, diversi¨®n para todos, Except Perhaps for the Gored, excepto quiz¨¢ para los arrollados por la locomotora. Antes que nada, la cronista ha captado en Pamplona el regional-catolicismo que respiramos, y hace notar no s¨®lo la sentida entrega con que en los albores del milenio sacamos en procesi¨®n al santo, sino tambi¨¦n la devoci¨®n que profesamos a la statue of the Virgin Mary. ?D¨®nde est¨¢ en Pamplona la estatua de la Virgen Mar¨ªa? ?Y d¨®nde no! Puede que la periodista hable de la arquitectura regional-cat¨®lica que singulariza a la ciudad, o quiz¨¢ -en lo que ser¨ªa una confusi¨®n tan comprensible como afortunada- se refiera a la estatua de los Fueros, figura femenina a cuyo culto est¨¢ entregadas las huestes de la mayor¨ªa pol¨ªtica.

En los encierros, la cr¨®nica percibe el mismo desajuste entre teor¨ªa y pr¨¢ctica que vienen denunciando los eruditos. Si en teor¨ªa -dice- se trata de desplegar las habilidades precisas para enchiquerar al ganado, en la pr¨¢ctica priman los turistas desconcertados, los aventureros de pelo en pecho y los juerguistas que han naufragado en r¨ªos de alcohol. Brian Culp, de Richfield (Ohio), declara haber aprendido en Pamplona lo que no le ense?¨® la lectura de Hemingway: lo m¨¢s peligroso no son los cuernos, sino las embestidas de la multitud. Julen Medina, one of the great Basque runners -o sea, el divino de Andoain-, pide a los americanos que por Dios no vengan. Los testigos interrogados coinciden en que, cuando se corre por salvar la vida, se corre m¨¢s deprisa, pero no lo suficientemente deprisa.

La mezcla de adrenalina y alcohol -observa la periodista-, no explica por s¨ª sola el atractivo de los sanfermines. ?D¨®nde est¨¢ el secreto de su atractivo? Un bombero de Nueva York -varios de ellos est¨¢n aqu¨ª-, no ve fundamento racional para explicarlo. Noel Chandler, un gal¨¦s habitual de las fiestas, da una respuesta convincente: 'Aqu¨ª se crea una camarader¨ªa igual a la que surge con los colegas de la mili'. Va a ser eso: los sanfermines, fiestas uniformadas, procuran vivencias tan inolvidables como la mili. Hoy en el cuartel no cabr¨¢ un alfiler.