Una cuesti¨®n de voluntad pol¨ªtica
En Florencia fue donde se dio la voz de alarma: la situaci¨®n en el continente africano es explosiva, se dijo en aquella VII Conferencia del Sida. Era 1991. La OMS estimaba entonces en seis millones el n¨²mero de afectados y vaticinaba que, si no se pon¨ªa remedio, en el a?o 2000 ser¨ªan m¨¢s de 10 millones. Ya hemos pasado el 2000 y los infectados en ?frica no son 10 millones. Son 30.
Once a?os despu¨¦s, la historia se repite, pero en otro continente. La situaci¨®n en Asia es explosiva, se ha dicho en la XIV Conferencia de Barcelona. La OMS estima que s¨®lo en el subcontinente asi¨¢tico hay ya 5,6 millones de infectados, pero algunos datos son especialmente alarmantes: en la India ya se han encontrado zonas donde la cuarta parte de la poblaci¨®n est¨¢ infectada. La misma proporci¨®n que ha llevado a ?frica al desastre. Eso significa que el reloj ha comenzado a contar tambi¨¦n en Asia. La pregunta es ?qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando la pandemia alcance en este continente, much¨ªsimo m¨¢s poblado que ?frica, el porcentaje de infecci¨®n del 10%, del 20%, del 30%, que presentan ahora los pa¨ªses subsaharianos? ?Habr¨¢ una XXIX Conferencia del Sida en la que se tenga que lamentar que las previsiones no s¨®lo se han cumplido, sino que se han quedado cortas, como ha ocurrido con ?frica?
Si la de Durban marc¨® en 2000 la inflexi¨®n de las conferencias del sida hacia la vertiente m¨¢s social del problema, sin descuidar la cient¨ªfica, la de Barcelona ha dado un paso m¨¢s hacia el n¨²cleo en el que realmente se dirime la cuesti¨®n: el pol¨ªtico. La conferencia ha dejado una cosa muy clara: sin voluntad pol¨ªtica, la pandemia seguir¨¢ blandiendo su guada?a y a?adiendo ceros en las cifras de v¨ªctimas.
Los asistentes se marcharon ayer con una sensaci¨®n agridulce: la alegr¨ªa de haber compartido con tanta gente venida de tantos lugares la comuni¨®n de una lucha justa y la decepci¨®n de comprobar que sus propuestas no encuentran interlocutor.Los pocos pol¨ªticos con responsabilidad que se han acercado a este foro han demostrado escasa capacidad de voluntad pol¨ªtica.
Una enfermedad incurable que infecta cada d¨ªa a 14.000 personas es una amenaza m¨¢s poderosa que el terrorismo, se ha dicho desde la tribuna de oradores. Y, sin embargo, los recursos que moviliza son infinitamente menores. Si algo hay que globalizar es el derecho a la salud, se ha insistido. Pero s¨®lo la indiferencia pol¨ªtica explica que el Fondo Global acordado hace un a?o no haya logrado recaudar ni la tercera parte del dinero esperado. Esa falta de compromiso, de respuesta ante la tragedia, es lo que m¨¢s duele a las ONG. Porque, a diferencia de hace diez a?os, ahora existen instrumentos con los que parar el sida, pero no se utilizan lo suficiente por falta de recursos. La prevenci¨®n, por supuesto. Pero tambi¨¦n los tratamientos antirretrovirales.
En Barcelona se ha dado por superada la falsa dicotom¨ªa que se establec¨ªa entre prevenir y tratar. La prevenci¨®n es una prioridad para evitar que el virus infecte a 45 millones de personas en los pr¨®ximos diez a?os. Pero cuando ya hay 40 millones de infectados, tratar a estas personas es una prioridad igual de perentoria. Porque tienen derecho a ello y porque, en este caso, tratar es tambi¨¦n prevenir. El tratamiento no s¨®lo evita nuevos contagios, sino tambi¨¦n millones de hu¨¦rfanos y la ruina del pa¨ªs.
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