Humor 'freak'
Desde que el Pent¨¢gono, hace ya un par de meses, advirti¨® de que iban a circular muchas mentiras, deber¨ªamos habernos acostumbrado a no tomarnos nada en serio. Los americanos siguen insistiendo en que est¨¢n en guerra. Y en la guerra, ya se sabe, todo es desinformaci¨®n y las mentiras son actos patri¨®ticos de combate. Por eso mismo, ?qui¨¦n sabe si est¨¢n en guerra y si todo el conjunto -incluidas la ca¨ªda de la Bolsa, la bajada del d¨®lar y la corrupci¨®n de las superempresas globales que han sido hasta ahora ejemplares modelos de competencia- no es una enorme broma?
Hablo de broma porque la ¨²ltima tendencia es equiparar mentira a broma. Hay en el mundo, por lo que parece, una irresistible oleada de un novedoso y peculiar sentido del humor. Un humor freak, medio tecnocr¨¢tico, medio hortera, hecho para brokers, insiders, l¨ªderes, tah¨²res y amos del universo global que se extiende cual tela de ara?a invisible en las conciencias estupefactas del resto del mundo. Ah¨ª est¨¢n los dirigentes del G-8, tan tranquilos, hablando de farol, haciendo p¨²blicas sus falsas haza?as ol¨ªmpicas (los cuatro kil¨®metros en seis minutos de Bush y los 10 kil¨®metros en cinco minutos de Aznar) y ri¨¦ndose a carcajadas. Tanta risa es debida, sin duda, a la previsi¨®n del escaso sentido del humor de la clase de tropa. ?Es que acaso los ciudadanos esperaban que los hombres m¨¢s importantes del mundo no tuvieran su rinc¨®n fant¨¢stico, su juego de listos y r¨¢pidos? ?Es que, por muchos problemas que les acosen -habr¨ªa que ver los que ellos mismos crean-, no lo plantan todo por un partido de f¨²tbol? ?A qui¨¦n le extra?a, pues, que estos superh¨¦roes ol¨ªmpicos vivan en perpetua broma -eso es la competici¨®n- incluso cuando forman gobiernos?
La oleada de humor freak que abanderan estos tipos tan importantes s¨®lo es censurada por los cenizos, los ingenuos -que son los que se toman en serio la vida- o por aquellos que carecen de este sentido del humor: unos pobres mortales, por tanto. Unos lentos. As¨ª, esos ingenuos caer¨¢n de cuatro patas, como he comprobado esta semana, ante el aviso ?urgente!, ?a vida o muerte!, de una nueva generaci¨®n de virus inform¨¢ticos cuya argucia consiste en introducirse en el ordenador sin avisar y actuar mort¨ªferamente al cabo de 14 d¨ªas de incubaci¨®n. Los ingenuos creer¨¢n, sin pensar m¨¢s, que han de seguir las instrucciones de alg¨²n amigo para destruir el virus y quedar¨¢n satisfechos de su pericia cuando eliminen el engendro. Se sentir¨¢n entonces a salvo: habr¨¢n protegido su trabajo con eficacia y evitar¨¢n diligentemente la destrucci¨®n inform¨¢tica de amigos o clientes. Total: un mundo movido por una prehist¨®rica confianza subsiste en la era de los falsos prodigios globales. Mal asunto.
Al d¨ªa siguiente, ?ay!, los ingenuos se enterar¨¢n de que todo era una gran broma y de que el engendro que creyeron borrar era una pieza clave del arranque del ingenio inform¨¢tico. Con lo cual -si siguen creyendo en la electr¨®nica y en la buena fe ajena- volver¨¢n a programar su ordenador reponiendo el elemento eliminado. ?sta ha sido la ¨²ltima broma que ha llevado de cabeza esta semana a todos aquellos que un d¨ªa depositaron su confianza en la tecnolog¨ªa. ?Broma o, con perdon, putada? El colmo del humor freak es la mentira en cadena. Mentira ad infinitum.
No se sabe qui¨¦n pone en circulaci¨®n este tipo de bromas para analfabetos inform¨¢ticos. Lo que s¨ª se sabe es de las carcajadas de todos los que saben frente al pasmo palurdo de los ignorantes at¨®nitos. Lo que s¨ª se sabe es el desprecio hacia la confianza, la lentitud y lo antiguo. Es un sentido del humor terrible y cruel: de matones de patio de colegio. A los enga?os, los faroles y la frivolidad los llaman bromas. Es lo ¨²ltimo. Por ello, habr¨¢ que observar al nuevo Gabinete de Aznar: tiene toda la pinta de ser un h¨ªbrido de jugada de p¨®quer y antivirus.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.