Una nueva decepci¨®n
Cuando se supo que la cumbre del G-7 en Galgary (Canad¨¢) iba a tratar sobre ?frica, todas las instituciones y personas que siguen con angustia su pasi¨®n abrigaron esperanzas de que los siete grandes iban, por fin, a hacer algo realmente importante para ayudar al continente m¨¢s empobrecido de la Tierra. ?frica es un pecado de Europa y por herencia de los Estados Unidos, y su continuo deterioro representa una permanente acusaci¨®n a la conciencia de las naciones ricas. Previamente el poderoso secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O'Neil, hab¨ªa recorrido el continente con Bono, el rockero de la solidaridad, para ver con sus propios ojos la desesperada necesidad del continente olvidado. Pero el resultado de la cumbre, en lo que a ?frica respecta, ha sido una completa decepci¨®n para quienes esperaban el milagro de la generosidad de los pa¨ªses ricos. Ni un compromiso formal, ni un plan de acci¨®n para conseguir que ?frica reduzca su pobreza a la mitad para 2015, la meta fijada por la Cumbre del Milenio. Todo se qued¨® en vagas promesas, ribeteadas por imposibles condiciones. Mucho m¨¢s concreto y firme fue el compromiso de los pa¨ªses ricos de 10.000 millones de d¨®lares para la reducci¨®n del armamento nuclear de Rusia, que les preocupa m¨¢s.
Los problemas de ?frica se liquidaron con palabras y declaraciones de buenas intenciones, que no van a salvar a los 600 millones de africanos de la enfermedad, el subdesarrollo, la deuda impagable, las guerras civiles y en definitiva de la muerte. Las promesas de ayuda, a todas luces insuficientes, est¨¢n adem¨¢s adobadas con exigencias de grandes y milagrosos cambios en la gobernaci¨®n de las naciones africanas.
Oxfam hab¨ªa propuesto a la cumbre del G-7 (Rusia, que hace el G-8, no tiene poder econ¨®mico para ayudar a nadie) que tomaran medidas concretas en tres campos. Una ayuda extra de 4.000 millones de d¨®lares para sentar a todos los ni?os africanos en los bancos de la escuela, y un aporte de 10.000 millones al Fondo Global para la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, que con la guerra civil son los jinetes del Apocalipsis en ?frica. En el campo del comercio ped¨ªan un compromiso para ir desmontando gradualmente los subsidios a la agricultura de las naciones ricas, que est¨¢n destruyendo los mercados y con ellos los medios de subsistencia de las naciones pobres; la apertura de los mercados ricos a los productos africanos y medidas para impedir que se hundan los precios agr¨ªcolas, como el del caf¨¦, que est¨¢ arrastrando a la ruina a muchos productores en ?frica y Centroam¨¦rica.
En el campo de los conflictos b¨¦licos las ONG ped¨ªan que se intensificaran los esfuerzos diplom¨¢ticos para terminar las guerras de Sud¨¢n y de la Rep¨²blica del Congo, y enfrentaran el papel que juegan en estos conflictos las empresas petroleras y mineras de los pa¨ªses ricos.
Al final poco dinero y muchas condiciones. Seis mil millones de d¨®lares para financiar el llamado Nuevo Partenariado para el Desarrollo de ?frica, cuando los expertos calculan que se necesitar¨ªan 60.000 millones para hacer un impacto sostenible en los sistemas de educaci¨®n y salud del continente. Ning¨²n compromiso sobre apertura y justicia en el comercio, alivio de la deuda (fuera de las iniciativas -insuficien-tes- que ya est¨¢n en marcha), remedio a la situaci¨®n sanitaria y la educaci¨®n. La idea de una especie de Plan Marshall para ?frica se qued¨® en las nubes. Por supuesto ni se mencion¨® la complicidad de los pa¨ªses ricos en las guerras africanas. 'Ret¨®rica y promesas recicladas', sentencia Cafod, la organizaci¨®n cat¨®lica de ayuda del Reino Unido.
Pero todo con muchas condiciones, eso s¨ª. 'La ayuda se dirigir¨¢ a naciones que se gobiernen justamente, que inviertan en su propia gente y promuevan la libertad econ¨®mica', dice el comunicado final de la cumbre. Eso ser¨ªa magn¨ªfico, desde luego, pero no se puede esperar a que las naciones africanas sean un modelo de gobernaci¨®n y democracia para ayudar a los que sufren. La comunidad internacional no esper¨® a que Espa?a, Corea del Sur, Indonesia, Singapur, Turqu¨ªa y, ¨²ltimamente, China y Vietnam fueran democracias para distinguirlas con su ayuda y sus inversiones.
Esperar a que las naciones africanas sean democracias perfectas para darles m¨¢s ayuda s¨®lo perpetuar¨ªa el c¨ªrculo vicioso de la pobreza y de la fragilidad de la democracia. Hay que ayudar ahora para que la salud, el desarrollo, el progreso social y la democracia sean una realidad en ?frica.
Luis de Sebasti¨¢n es catedr¨¢tico de Esade, de Barcelona.
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