Un jesuita 'sin papeles'
Amigos de Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa celebran los 90 a?os del famoso te¨®logo
Expulsado hace 30 a?os de la Compa?¨ªa de Jes¨²s por publicar Yo creo en la esperanza, a Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa, de 90 a?os, delgado, correoso, p¨ªcaro y sin pelos en la lengua como siempre, le llueven homenajes y no para de recibir invitaciones para dictar conferencias por toda Europa. Los te¨®logos de la Asociaci¨®n Juan XXIII, de la que D¨ªez-Alegr¨ªa fue presidente, y amigos del Pozo del T¨ªo Raimundo, donde vivi¨® una docena de a?os al lado del padre Jos¨¦ Mar¨ªa Llanos, acaban de organizarle en el Ateneo de Madrid un festejo oratorio que colm¨® de gozo y sonrisas a los oyentes. '?Vivan los jesuitas jubilosamente jubilados!', exclam¨® para clausurarlo el fil¨®sofo Jos¨¦ Luis Abell¨¢n.
A finales de los sesenta D¨ªez-Alegr¨ªa viv¨ªa en Roma y era un bullicioso profesor de la imponente universidad gregoriana. Tiempos del posconcilio, aunque ya se vislumbraban nubarrones en aquella primavera eclesial. D¨ªez-Alegr¨ªa pide entonces permiso para editar Yo creo en la esperanza. No ha lugar, le dicen. Y toma una decisi¨®n que cambiar¨ªa su vida. El libro aparece en 1972 en una editorial de Bilbao. Inmediatamente, exclaustrado a la fuerza, D¨ªez-Alegr¨ªa se quita el bonete de jesuita, se pone boina de cura y viaja a Madrid camino de una de las chabolas del Pozo del T¨ªo Raimundo. Y, genio y figura, se hace imprimir esta tarjeta de visita: Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa. Doctor en Filosof¨ªa. Doctor en Derecho. Licenciado en Teolog¨ªa. Ex profesor de Ciencias Sociales en la universidad gregoriana. Jubilado por m¨¦ritos de guerra incruenta. Calle de Martos, 15. Pozo del T¨ªo Raimundo.
Fue un banquero a confesarse y le dijo: 'Mire, padre, yo soy banquero'. Y el cura: '?Mal empezamos!'
'Un jesuita sin papeles', define a D¨ªez-Llanos su colega Casiano Florist¨¢n, profesor em¨¦rito de la Pontificia de Salamanca. D¨ªez-Alegr¨ªa vive ahora en una casa de jesuitas, en el centro de Madrid, donde le miman, aunque sigue fuera de la combativa orden fundada por Ignacio de Loyola. Y no ha perdido ni un ¨¢tomo de su coraje teol¨®gico, revolucionario. Ni el humor. 'Sus libros est¨¢n llenos de humor teol¨®gico, no como los catecismos de Ripalda y Astete, aburridos jesuitas', dijo Enrique Miret Magdalena.
Nacido en la sucursal del Banco de Espa?a de Gij¨®n, de la que su padre era director, D¨ªez-Alegr¨ªa se cambi¨® pronto al bando de los mineros y empez¨® a tener problemas con la dictadura franquista, nacionalcat¨®lica a machamartillo, pero poco amiga de curas de combate. S¨®lo el apellido D¨ªez-Alegr¨ªa, con un famoso general en la familia, le libr¨® de la c¨¢rcel, aunque no de marginaciones y desplantes. Una vez le preguntaron c¨®mo un banquero pod¨ªa ser cat¨®lico, y D¨ªez-Alegr¨ªa contest¨® con esta an¨¦cdota brech-tiana. Fue un banquero a confesarse y le dijo: 'Mire, padre, yo soy banquero'. Y el cura le respondi¨®: '?Mal empezamos!'. El rico penitente se enfad¨® y se fue.
En el homenaje del Ateneo de Madrid, otro de los disc¨ªpulos de D¨ªez-Alegr¨ªa, el te¨®logo Alfredo Tamayo Ayester¨¢n, cont¨® [y el viejo maestro acept¨® complacido el recuerdo] la sensibilidad del ex jesuita por las v¨ªctimas del sistema econ¨®mico inhumano y el conflicto que sufri¨® tras una sonada conferencia en la C¨¢mara de Comercio de Madrid, donde el ex jesuita dijo, ajeno a las consecuencias, que 'la clase dirigente vive en situaci¨®n de pecado'. 'D¨ªez-Alegr¨ªa no ha cesado de proclamar su convicci¨®n de que si un socialismo de rostro humano es muy dif¨ªcil, un capitalismo de rostro humano es imposible', record¨® Tamayo.
A los 90 a?os, D¨ªez-Alegr¨ªa publica la segunda parte de su famoso libro, esta vez con el t¨ªtulo Yo todav¨ªa creo en la esperanza, pero en medio hay obras de impacto como Rebajas teol¨®gicas de oto?o, Cristianismo y propiedad privada o La cara oculta del cristianismo. ?l mismo se considera un miembro m¨¢s de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, orgulloso de que el padre Ignacio Ellacur¨ªa, asesinado por el fascismo clerical de El Salvador, Jon Sobrino o Gustavo Guti¨¦rrez le consideren 'un viejo compa?ero'. 'En el fragor de la injusticia que vive este mundo global no cabe otra cosa que el compromiso social', dijo.
A la Iglesia actual D¨ªez-Alegr¨ªa le aconsej¨® humildad. 'Volver a Cristo'. Y menos papanatismo. 'Hay que citar m¨¢s a los Evangelios y menos al Papa'. 'El nombre medieval del Vicario de Cristo es inadecuado. Pero se puede usar con tal de no tom¨¢rselo demasiado en serio', dijo el autor de Yo creo en la esperanza. Y tambi¨¦n que 'en unos veinte o treinta a?os se admitir¨ªa el matrimonio de los cl¨¦rigos y, un poco m¨¢s tarde, el sacerdocio de la mujer'. 'Seguramente, Jos¨¦ Mar¨ªa, har¨¢n falta m¨¢s a?os', le consuela ahora Tamayo. El combativo ex jesuita a?os puso ante sus colegas y admiradores el gesto de no haber perdido la esperanza.
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