Un joven ultra intenta asesinar a Chirac en pleno desfile del 14 de julio
Varios espectadores detienen al agresor cuando acababa de disparar al paso del coche presidencial
Varios espectadores que asist¨ªan ayer al desfile militar del 14 de julio, la fiesta nacional francesa, detuvieron a un ultraderechista de 25 a?os cuando acababa de realizar un disparo al paso del presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, que iniciaba su revista de tropas de pie, en coche descubierto, por la avenida parisiense de los Campos El¨ªseos. El agresor es un militante de Gud, un grupo de extrema derecha vinculado a la Universidad de Panth¨¦on-Assas, marcadamente conservadora. El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, confirm¨® anoche que el detenido hab¨ªa reconocido que intentaba matar al presidente y suicidarse despu¨¦s.
El disparo se produjo a unos 150 metros del presidente, distancia suficiente para haberle alcanzado. Las medidas de seguridad fueron reforzadas inmediatamente en el palacio del El¨ªseo, donde 6.000 personas acudieron a la invitaci¨®n presidencial para celebrar la fiesta nacional tras la parada militar. All¨ª fue donde la esposa del presidente, Bernadette Chirac, dijo que lo sucedido hab¨ªa sido un atentado -'est¨¢ claro'- antes de que autoridad alguna evocara tal hip¨®tesis. El ministro responsable de Libertades Locales, Patrick Devedjian, habl¨® de 'acto aislado de un desequilibrado'.
El arma utilizada, una carabina 22, de peque?o calibre (5,56 mil¨ªmetros), se usa para la caza y el tiro deportivo. Hab¨ªa sido adquirida la semana pasada y el agresor ten¨ªa cinco cartuchos en su cargador, pero se trata de un arma semiautom¨¢tica, cuyo usuario precisa apuntar de nuevo para repetir el tiro. Esto explica por qu¨¦ un grupo de espectadores, aparentemente al margen del servicio de seguridad, pudieron retener al agresor.
Eran las 9.52 de la ma?ana. Maxime Brunerie, delgado y con el pelo muy corto, se encontraba en la esquina de la avenida Friedland con la plaza donde se encuentra el Arco del Triunfo, mezclado entre los espectadores. Chirac acababa de subirse al coche militar descubierto en el que iba a descender por los Campos El¨ªseos hasta la tribuna de la plaza de la Concorde, escoltado por la Guardia Republicana a caballo, para pasar revista a las unidades que se dispon¨ªan a desfilar.
De pronto, el disparo. Chirac ni se dio cuenta. Pero Mohamed Chelali, de 50 a?os, un turista canadiense de origen franc¨¦s, estaba observando el paso del coche del presidente cuando sinti¨® un arremolinamiento de personas a su derecha. 'Me volv¨ª. A dos o tres metros de m¨ª vi a un hombre que apuntaba en direcci¨®n al presidente', cont¨® a los periodistas que le aguardaban anoche, a su salida de la entrevista mantenida con el ministro del Interior. 'Un vecino golpe¨® al tirador en la mano, otro le cogi¨® del codo y yo tir¨¦ del ca?¨®n', cuenta Chelali. ?l [el agresor] se resist¨ªa a soltar el arma y no dec¨ªa nada. La gente comenz¨® a gritar '?Polic¨ªa, polic¨ªa!', y entonces llegaron varios agentes [cinco en total], que se lanzaron sobre ¨¦l, le tiraron al suelo y le esposaron.
El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, comunic¨® que el agresor es un militante de extrema derecha, sin m¨¢s precisiones. Uno de los ministros asignados a su departamento, Patrick Devedjian -en Francia es normal que un ¨¢rea del Gobierno tenga varios ministros- a?adi¨® que el detenido era de 'extrema, extrema derecha, m¨¢s all¨¢ incluso del Frente Nacional', en alusi¨®n al partido pol¨ªtico presidido por Jean-Marie Le Pen.
El detenido ha declarado que forma parte del Gud, un movimiento estudiantil de extrema derecha pr¨®ximo al movimiento de los cabezas rapadas. Fue creado en 1968, tras la disoluci¨®n del movimiento extremista Occidente, y se cree que cuenta con algunos cientos de militantes en Panthe¨®n-Assas, una de las universidades de Par¨ªs, de tendencia marcadamente a la derecha. El 22 de noviembre de 1999, el Gud celebr¨® sus treinta a?os de existencia apu?alando a un joven de color.
Sarkozy inform¨® a Chirac de que se hab¨ªa producido un intento de atentado. '?Ah, bueno!', dicen que se limit¨® a comentar Chirac. En una entrevista televisada de una hora, el presidente guard¨® total sangre fr¨ªa y no hizo alusi¨®n alguna a lo ocurrido, ni tampoco le preguntaron por ese asunto los tres presentadores que le entrevistaron.
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