El caso de los cheques escolares en EE UU: el desenlace
He perdido la apuesta. Y por causa de una dama: Sandra Day O'Connor, una fr¨¢gil mujer de 72 a?os de edad, desde luego, pero tambi¨¦n la juez m¨¢s poderosa de la tierra. Situada en medio de las disputas entre los cuatro jueces m¨¢s o menos liberales del Tribunal Supremo federal norteamericano y los otros cuatro claramente conservadores, el independiente voto de O'Connor suele ser decisivo en los casos cruciales.
Lo ha sido esta vez, haci¨¦ndome perder el envite que jugu¨¦ con ustedes en la edici¨®n de Catalu?a de este diario del pasado 1 de abril: escrib¨ªa all¨ª que esta se?ora ten¨ªa en su mano el voto que pod¨ªa dar la mayor¨ªa a los partidarios de los cheques escolares o a sus adversarios y, en contra de lo que entonces predije, la magistrada ha votado a favor de los cheques en el caso Zelman c. Simmons-Harris, probablemente el m¨¢s importante de la agenda de este a?o del Tribunal Supremo federal de Estados Unidos. Mi error de c¨¢lculo ha sido su triunfo y, tal vez, el inicio de una revoluci¨®n escolar. Veamos por qu¨¦.
El voto de la juez O'Connor valida el sistema de cheques escolares de Cleveland
Ante el fracaso masivo del sistema escolar p¨²blico de Cleveland (Ohio), una ley estableci¨® un sistema de cheques escolares para que las familias, en particular las m¨¢s pobres, decidieran d¨®nde quer¨ªan que sus hijos estudiaran. El caso judicial se plante¨® en seguida como un problema de promoci¨®n estatal de una confesi¨®n religiosa, algo prohibido por la Constituci¨®n de aquel pa¨ªs de inmigrantes de credos distintos: como el 96% de los padres resolvieron gastar los cheques en escuelas religiosas -cat¨®licas-, los adversarios de este sistema de financiaci¨®n de la ense?anza alegaron que violaba la Constituci¨®n.
Hace unas semanas, el 27 de junio, una sentencia redactada por el presidente del Tribunal, el magistrado William Rehnquist, ha apoyado a los partidarios de los cheques escolares. Escribe Rehnquist que el programa no establece ninguna ayuda directa a las escuelas religiosas, sino que s¨®lo pone en las manos de los padres una aut¨¦ntica posibilidad de elegir: ellos -que no el Estado de Ohio- resuelven qu¨¦ escuela recibir¨¢ la ayuda. Es pura elecci¨®n privada, algo perfectamente admisible.
Los cuatro magistrados m¨¢s liberales gritan ?falta!: no hay excusa, dice uno de ellos, por simp¨¢tica que resulte la causa de los cheques en una ciudad angustiada por el desastre cr¨®nico de su sistema escolar; c¨²mplase la ley y h¨¢gase justicia, as¨ª se hunda el mundo. Los l¨ªmites y las fronteras trazados por la Constituci¨®n est¨¢n precisamente para preservar los valores constitucionales en casos dif¨ªciles y ¨¦ste era uno de ellos: nunca jam¨¢s recurso p¨²blico alguno habr¨ªa de poder destinarse a apoyar ning¨²n tipo de actividad o instituci¨®n religiosas. Cuanto mayor sea el riesgo de desviaci¨®n del dinero p¨²blico hacia usos religiosos, menos leg¨ªtimo ser¨¢ el sistema legal de ayudas de que se trate: no hay libertad de elecci¨®n si, de hecho, m¨¢s del 90% del dinero de los cheques acaba en manos de instituciones religiosas. ?C¨®mo va a ser neutral un sistema que, a la postre, favorece a las escuelas confesionales?
Este ¨²ltimo argumento es inquietante, pues implica que la libertad de elecci¨®n no existe si quien formalmente decide lo hace en contra de nuestra manera de pensar. Mas la juez O'Connor, al resolver votar a favor de los cheques, no se ha dejado amilanar por la fuerza abstracta de las ideolog¨ªas educativas ni por el estruendo ensordecedor de las guerras culturales. Esta se?ora ha hecho las cuentas y ha resuelto con el sentido pr¨¢ctico, a ras de tierra, propio de las mujeres de este mundo. As¨ª, escribe en la fundamentaci¨®n de su voto, el dinero que Ohio reserva para cada cheque individual es la mitad del que destina por alumno a las escuelas comunitarias p¨²blicas y casi la tercera parte del que subvenciona las escuelas 'im¨¢n', tambi¨¦n p¨²blicas.
Por otro lado, el cheque no se destina a clases de religi¨®n o adoctrinamiento religioso, sino a ense?anza reglada; adem¨¢s, las escuelas religiosas inscritas en el programa est¨¢n obligadas a aceptar alumnos de cualquier confesi¨®n religiosa y, de hecho, en muchas de ellas los m¨¢s de los ni?os no pertenecen a la confesi¨®n propia de la escuela.
Tampoco es cierto que ni un centavo de dinero p¨²blico pueda destinarse a instituciones confesionales: muchos estados las eximen, de la misma manera que las leyes federales permiten generosas deducciones en las donaciones a fundaciones ben¨¦ficas religiosas o a instituciones hospitalarias o asistenciales.
O'Connor ha abierto una brecha en uno de los frentes m¨¢s re?idos de nuestros conflictos culturales. Cuando, hace tres meses, cre¨ª que resistir¨ªa, me equivoqu¨¦: desde el 27 de junio, los legisladores de 50 estados tienen las manos libres de ligaduras constitucionales para poner a prueba la bondad de los cheques escolares.
El experimento ha comenzado. Den tiempo al tiempo y dentro 10 diez a?os dispondremos de experiencia suficiente para evaluar resultados. El inmenso laboratorio social norteamericano va a ponerse en marcha. Con permiso de sus jueces.
Pablo Salvador Coderch es catedr¨¢tico de derecho civil en la Universidad Pompeu Fabra.
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