A veces no es l¨ªcito hacer el bien
La bio¨¦tica lo expresa de esta sutil manera: nunca es l¨ªcito hacer el mal, pero a veces no es l¨ªcito hacer el bien. En esa idea anida el derecho del paciente a rechazar un tratamiento, aunque le vaya en ello la vida. En el ordenamiento jur¨ªdico, desde la Ley de Sanidad de 1986 -conocida como Ley Lluch-, el derecho a la vida ha perdido preeminencia frente al derecho a la libertad. Los enfermos pueden rechazar tratamientos y lo ¨²nico que le queda en esos casos al m¨¦dico es preocuparse de que sean informados de las consecuencias de hacerlo.
Que en Espa?a haya, todav¨ªa, hospitales que no acepten las exigencias de los Testigos de Jehov¨¢ contra las transfusiones de sangre no quiere decir que estos religiosos cristianos no tengan raz¨®n legal, aunque a muchos les parezca una barbaridad que lleven sus creencias hasta la muerte. Aparte de la reiterada doctrina sobre el consentimiento informado, base de la generalizaci¨®n reglamentaria del llamado testamento vital y, en un futuro m¨¢s o manos pr¨®ximo, de la eutanasia, lo que afirma la Constituci¨®n (art¨ªculo 16), es que la garant¨ªa de la libertad religiosa no tiene m¨¢s limitaci¨®n, en sus manifestaciones, que los derechos fundamentales ajenos. El debate se reduce, por tanto, al hecho de que el protagonista de la tragedia que da lugar a esta sentencia del Tribunal Constitucional es un ni?o de 13 a?os, testigo de Jehov¨¢ como sus padres. ?Era ese ni?o titular del derecho a la libertad religiosa? ?Se tiene capacidad de autodeterminaci¨®n a esa edad? Sin dudarlo, la Audiencia de Huesca s¨ª apreci¨® juicio suficiente en el ni?o para negarse a ser transfundido. Lo hizo de acuerdo con el C¨®digo Civil, pero incluso el C¨®digo Penal, en su art¨ªculo 181, acepta la idea de que un ni?o de 12 a?os tiene ese juicio de mayor de edad (como menor maduro), en este caso cuando puede consentir una relaci¨®n sexual no sancionable.
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