Cuesti¨®n de estilo
Si hay que creer a las revistas de modas -que insisten en sobrevivir pese a que la gente hoy hace de la moda una gran broma infantil- el estilo lo es todo. Y, curiosamente, aunque nadie sabe decir qu¨¦ es eso del estilo, todo el mundo lo entiende. 'El estilo es... el estilo', me ha llegado a decir un experto en dise?o. Es una definici¨®n que sigue un estilo bien definido, derivado de aquel aserto b¨ªblico, madre de todas las definiciones precisas que en el mundo han sido: 'Yo soy el que soy'. Es decir, nada m¨¢s l¨®gico que Dios sea todo y no necesite mayor comprensi¨®n que la complicidad voluntaria y subjetiva. ?sa es la escuela que ha dado frutos tan excelsos como la legendaria definici¨®n del Bar?a: 'Som el que som i representem el que representem'. El ¨²ltimo ejemplo de ese estilo tan popular es la pen¨²ltima afirmaci¨®n del presidente Bush: 'Para ser un estadounidense responsable hay que comportarse con responsabilidad'. Viva la inteligencia y que cada cual se las componga como pueda.
Ese estilo contempor¨¢neo de definici¨®n indefinida -un extraordinario ejemplo del auge de lo abstracto y del ox¨ªmoron posmoderno- encuentra en la que ser¨¢, sin duda, la canci¨®n del verano, Aserej¨¦, un hito definitivo. ?sta es la simb¨®lica letra del estribillo de la canci¨®n que han parido Las Ketchup, llamadas as¨ª por ser las hijas de El Tomate, un guitarrista flamenco cordob¨¦s. Lean despacio por favor, y mediten: 'Aserej¨¦, ja dej¨¦, tejebe tude jebere siunouba b¨ª, majabe an de bugui an de buididip¨ª'. ?No es cierto que tanta modernidad merecer¨ªa ser inscrita en el balance de la Espa?a del Perejil? Una Espa?a donde el malentendido militante -del Estado auton¨®mico a la huelga inexistente del 20-J, del 'Espa?a va bien' al Perejil militarizado y dialogante- es realmente el estilo definitorio hasta ahora de lo ultramoderno: el no va m¨¢s de la fantas¨ªa abstracta en la que se ha desenvuelto el mundo y que ha permitido todos los cuentos de la lechera y hasta la construcci¨®n de castillos en el aire. Todo ello simbolizado en esas extraordinarias corbatas rosas que hoy hasta llevan los presentadores de televisi¨®n.
Algunos han llamado a esta modernidad que ha caracterizado el final del siglo XX y el comienzo del siglo XXI 'estilo burbuja'. La arrogancia, el farol, la jugada de p¨®quer, la ambici¨®n global, la ilimitada fe en la desregulaci¨®n total y en la tecnolog¨ªa de f¨¢bula han conformado ese estilo fant¨¢stico desplegado en la econom¨ªa y en la pol¨ªtica. Un estilo al que Las Ketchup, acaso, han escrito el epitafio perfecto.
?Un estilo que se acaba? Todos los s¨ªntomas de la vuelta al realismo y a lo comprensible est¨¢n ah¨ª. Ve¨ªa estos d¨ªas a los ciclistas del Tour, hombres anuncio, s¨ª, embutidos en mallas fluorescentes como hormigas gal¨¢cticas. ?Qu¨¦ har¨ªan estos ciclistas sin sus piernas? Unas piernas decisivas que son lo ¨²nico que muestran al desnudo como para preservarlas del enorme espect¨¢culo que es todo lo dem¨¢s. Unas simples piernas: qu¨¦ descanso para la vista, harta de ret¨®rica, atiborrada de definiciones indefinidas.
Cuando se observa el inter¨¦s que despierta el humilde Rodr¨ªguez Zapatero frente al estilo arrogante del presidente Aznar, cuando distinguidos comentaristas comienzan a insinuar que 'hay que defender al capitalismo de los capitalistas' o 'a Estados Unidos de s¨ª mismo', cuando hasta Bush (hijo) acusa a Bush (padre), su ¨¦poca y 'la cultura econ¨®mica de los noventa' de los actuales desastres de las bolsas, cuando empieza a calificarse de horterada tanta fantas¨ªa acumulada, es que algo se mueve en la sensibilidad y en la percepci¨®n de las cosas. Tal vez comienza un nuevo estilo: realista y tranquilo. Pr¨®ximo. C¨¢lido y sin pretensiones. Los ciclos -hasta en el estilo- se cumplen inexorablemente en la historia. Y, si hay algo claro, es el enorme cansancio sobre los cuentos de la lechera, aunque incorporen perejil.
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