El en¨¦simo entierro del 'esp¨ªritu de Barajas'
Salvando las distancias, Marruecos ha cometido con Perejil el mismo error de c¨¢lculo que cometi¨® la dictadura militar argentina en 1982 cuando quiso resolver su contencioso con el Reino Unido sobre las Malvinas con la ocupaci¨®n militar del archipi¨¦lago. Galtieri pens¨® entonces que, enfrentado a una pol¨ªtica de hechos consumados, Londres no se atrever¨ªa a intentar la reconquista de unas islas perdidas en el Atl¨¢ntico sur, a miles de kil¨®metros de la metr¨®poli y con una poblaci¨®n de escasamente un millar de almas. Pero el dictador argentino y los miembros de la Junta militar olvidaron que ning¨²n pa¨ªs serio puede aceptar unos hechos consumados respaldados por una acci¨®n militar.
En el caso del islote Perejil se ha repetido la misma historia. Rabat, aprovechando la opacidad documental sobre la soberan¨ªa de la isla, ocup¨® militarmente y con alevos¨ªa el territorio la pasada semana en la confianza de que Espa?a no se atrever¨ªa a empeorar a¨²n m¨¢s sus ya dif¨ªciles relaciones con su vecino con una acci¨®n sobre un islote de 135.000 metros cuadrados, poblado s¨®lo por cabras.
Con Perejil se ha repetido lo de las Malvinas. Galtieri olvid¨® que un pa¨ªs no puede aceptar los hechos consumados avalados por una acci¨®n militar
La mediaci¨®n de EE UU nunca ser¨¢ desinteresada porque est¨¢ obsesionado con el suministro alternativo de crudo de Oriente Pr¨®ximo y con Sadam Husein
En las relaciones bilaterales ha habido siempre un pa¨ªs, Espa?a, que ha jugado limpio, y otro, Marruecos, que no siempre ha ofrecido reciprocidad
Restablecido el 'statu quo', Espa?a y Marruecos deben aprestarse a negociar sobre todos los temas que envenenan las relaciones entre ambos pa¨ªses
El tiro por la culata
Al cerebro de la operaci¨®n le ha salido el tiro por la culata. Marruecos se qued¨® solo en su maniobra, condenada por la Uni¨®n Europea, la Alianza Atl¨¢ntica y, significativamente, por Argelia, mientras el resto del mundo ¨¢rabe guardaba silencio. Espa?a hizo lo que ten¨ªa que hacer: pedir por la v¨ªa diplom¨¢tica durante cinco d¨ªas el restablecimiento del statu quo anterior al 11 de julio y advertir que el Gobierno espa?ol no tolerar¨ªa los hechos consumados. La respuesta de Rabat reafirm¨¢ndose en la ocupaci¨®n no dejaba otra opci¨®n a Espa?a que proceder al desalojo de la guarnici¨®n marroqu¨ª, operaci¨®n desarrollada el mi¨¦rcoles con una limpieza y precisi¨®n elogiables.
Restablecido el statu quo ante Espa?a y Marruecos, dos vecinos condenados a entenderse, deben aprestarse a negociar, pero no s¨®lo sobre la situaci¨®n de Perejil, sino sobre todos los temas que envenenan las relaciones entre los dos pa¨ªses y que pueden reducirse a uno: la posici¨®n espa?ola sobre el futuro del S¨¢hara occidental. Porque ¨¦se, y no otro, es el origen del desencuentro entre Rabat y Madrid. Marruecos pretende que Espa?a se olvide del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n prometido por las Naciones Unidas a los saharauis en 1975 y sancione la anexi¨®n de iure -la anexi¨®n de facto ya est¨¢ consumada desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas- del antiguo territorio espa?ol al reino alauita. Espa?a invoca sus compromisos y prefiere esperar a que las Naciones Unidas se pronuncien definitivamente sobre el tema.
La decisi¨®n de la ONU ser¨¢ anunciada el pr¨®ximo 31 de julio. Ojo, pues, a esa fecha y a la decisi¨®n final que en ella adopte Espa?a, porque ser¨¢ clave para determinar el futuro de las relaciones entre Madrid y Rabat. A la vista del giro copernicano contenido en las recomendaciones del plan sobre el S¨¢hara, elaborado por el ex secretario de Estado norteamericano James Baker, a petici¨®n del secretario general de la ONU, Kofi Annan, mucho me temo que Espa?a se quede sola, junto a Argelia, en la defensa de los derechos de los saharauis, una vez conocida la disposici¨®n de Francia y, sobre todo, de Estados Unidos a consagrar la anexi¨®n marroqu¨ª, edulcorada con la promesa de una amplia autonom¨ªa para la antigua colonia espa?ola.
A este respecto, ser¨ªa interesante conocer cu¨¢ntos contratos ocultos sobre prospecciones petroleras esconden esos apoyos. Por eso no conviene enga?arse en torno a la oportunidad de ciertos intentos de mediaci¨®n, como el que, aparentemente, ha realizado Washington cerca de las dos capitales. Esa mediaci¨®n nunca ser¨¢ desinteresada por parte de una Administraci¨®n norteamericana, como la actual, obsesionada por dos temas interconectados: el suministro de crudo alternativo al de Oriente Pr¨®ximo y el derrocamiento de Sadam Husein.
Por encima de crisis puntuales, como la de Perejil, conviene recordar que, en la historia de las relaciones hispano-marroqu¨ªes, desde la independencia en 1956, ha habido siempre un pa¨ªs, Espa?a, que ha jugado limpio, y otro, Marruecos, que no siempre ha ofrecido reciprocidad a los continuos gestos de amistad por parte de los sucesivos Gobiernos espa?oles.
La ejecutoria de lealtad de Espa?a hacia Marruecos y, m¨¢s concretamente, hacia la dinast¨ªa alauita reinante, comienza antes de la independencia, cuando Francia decide deponer a Mohamed V -abuelo del actual monarca y s¨ªmbolo de la independencia marroqu¨ª-, exiliarlo a Madagascar y proclamar sult¨¢n a un t¨ªtere de Par¨ªs, Mohamed Ben Arafa. A riesgo de incrementar a¨²n m¨¢s el aislamiento internacional de la dictadura franquista, el Gobierno de Madrid se niega a reconocer la autoridad del nuevo sult¨¢n y no s¨®lo mantiene su apoyo a Mohamed V, sino que, clandestinamente, suministra armas a los independentistas a trav¨¦s de una red de agentes montada por el entonces Alto Estado Mayor espa?ol.
Los veteranos del Istiqlal
Los veteranos del Istiqlal (Independencia), prohibido en el protectorado franc¨¦s, recordar¨¢n, sin duda, las ayudas de las autoridades espa?olas al fundador del partido, Allal el Fassi, a quien yo mismo entrevist¨¦ en Madrid para Radio T¨¢nger, ciudad entonces en manos espa?olas, y la protecci¨®n que, en todo momento, recibi¨® de la Alta Comisar¨ªa la sucursal del Istiqlal en la zona Norte, conocido all¨ª como el Partido Reformista, dirigido por Abdeljalek Torres.
Un a?o despu¨¦s de la independencia, el 22 de noviembre de 1957, elementos del denominado Frente de Liberaci¨®n del Sur, alentado y financiado por Rabat, atacan Ifni (y hostigan a algunas guarniciones del S¨¢hara) de improviso cuando se iban a iniciar conversaciones para la retrocesi¨®n del antiguo territorio a Marruecos. (Santa Cruz de Mar Peque?a o Ifni fue adquirido por una concesi¨®n del sult¨¢n a finales del siglo XVIII y reocupado en 1934 por el coronel Osvaldo Fernando Capaz en plena Rep¨²blica). Ir¨®nicamente, muchas de las armas utilizadas en el ataque a Ifni formaban parte de las suministradas por Espa?a a los independentistas durante la campa?a previa a la independencia.
El cronista presenci¨® las escaramuzas mantenidas durante tres meses -noviembre de 1957 a marzo de 1958- y que culminaron con el repliegue a Sidi Ifni de las escasas tropas mantenidas de guarnici¨®n por el Ej¨¦rcito espa?ol en los diversos zocos del territorio. Un ataque est¨¦ril que termin¨® con la devoluci¨®n prevista del territorio, porque ni los m¨¢s exaltados nacionalistas espa?oles pensaban aferrarse a la posesi¨®n de un territorio yermo, cuyo valor estrat¨¦gico para una hipot¨¦tica defensa del S¨¢hara desapareci¨® con la introducci¨®n en los ej¨¦rcitos modernos de las unidades aerotransportadas.
Seis a?os despu¨¦s de la retrocesi¨®n de Ifni y Cabo Juby, el nuevo rey de Marruecos, Hassan II, que hab¨ªa sucedido a su padre, Mohamed V, se detuvo en Madrid, despu¨¦s de entrevistarse en Par¨ªs con el general De Gaulle, para celebrar una reuni¨®n de alto nivel con el general Franco.
La entrevista se celebr¨® a principios de julio de 1964 en el aeropuerto madrile?o, y all¨ª naci¨® lo que se denomin¨® entonces el esp¨ªritu de Barajas. En virtud de ese esp¨ªritu, del que podr¨ªa informar detenidamente, si viviera, el entonces embajador de Espa?a en Rabat, abuelo del actual presidente del Gobierno, Manuel Aznar Zubigaray, presente en la entrevista, ambos pa¨ªses, los dos gobernados por dictadores, se compromet¨ªan a resolver por la v¨ªa pac¨ªfica y de la negociaci¨®n todas sus diferencias, incluidas las reclamaciones territoriales. Once a?os despu¨¦s, y con un Franco moribundo, Hassan II organiza la Marcha Verde. El esp¨ªritu de Barajas se enterraba una vez m¨¢s.
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