'Calote'
Calote es el t¨¦rmino que los brasile?os utilizan para referirse a la reestructuraci¨®n de una deuda mediante el alargamiento de sus plazos y la reducci¨®n de su tipo de inter¨¦s. La palabra tambi¨¦n se usa cuando la falta de capacidad de pago -o de voluntad de pago- del deudor le lleva a declarar la imposibilidad de seguir honrando sus obligaciones financieras. Los participantes en los mercados financieros est¨¢n aprendiendo a pronunciar el t¨¦rmino, algunos por curiosidad intelectual, y otros sencillamente porque est¨¢n convencidos de que Brasil no podr¨¢ durante mucho m¨¢s tiempo seguir haciendo frente a sus deudas externa e interna.
La deuda externa brasile?a asciende a unos 200 miles de millones de d¨®lares y est¨¢ repartida al 50% entre el sector p¨²blico y el sector privado. Por su parte, la deuda p¨²blica interna supone una cifra similar y conlleva el pago anual de una factura de intereses que equivale al 7% del PIB brasile?o. Brasil lleva tres a?os registrando super¨¢vit fiscales en el entorno del 3,5% del PIB, la deuda p¨²blica ha continuado aumentando y hoy equivale al 56% del PIB.
El s¨²bito descubrimiento por los mercados de la vulnerabilidad que para la econom¨ªa brasile?a supone su elevado nivel de endeudamiento tiene mucho que ver con tres factores. En primer lugar, con la mediocre evoluci¨®n de la econom¨ªa brasile?a desde que estall¨® la crisis asi¨¢tica, que se ha traducido en un bajo ritmo de crecimiento -en los ¨²ltimos a?os, apenas un 0,8% anual- unas tasas de inter¨¦s muy elevadas -por encima del 18%, pese a que la inflaci¨®n est¨¢ en torno al 7%- y un tipo de cambio que se ha depreciado muy fuertemente: desde la virtual paridad con el d¨®lar del Plan Real, que estaba a¨²n vigente en diciembre de 1998 a los actuales 2,8 reales por d¨®lar.
La segunda raz¨®n es pol¨ªtica: Brasil tiene elecciones en octubre de este a?o, y los sondeos no aseguran que el pr¨®ximo Gobierno vaya a dedicar su capital pol¨ªtico a desarrollar las pol¨ªticas fiscales y monetarias que har¨ªan posible seguir honrando las obligaciones financieras del pa¨ªs. La tercera raz¨®n deriva de la irresistible tentaci¨®n que los mercados tienen -contra toda evidencia- de pensar que Brasil acabar¨¢ comport¨¢ndose como la Argentina del default y la ruptura de las reglas de juego.
Frente a la primera raz¨®n lo ¨²nico que cabe decir es que Brasil no ha dilapidado en los ¨²ltimos a?os su potencial de crecimiento. Todo lo contrario. Con mucho esfuerzo y no poca destreza pol¨ªtica, el pa¨ªs ha logrado avances institucionales que han mejorado la consistencia de su pol¨ªtica econ¨®mica. La ley de Responsabilidad Fiscal brasile?a y la reestructuraci¨®n de la deuda de sus 27 Estados, junto a un sistema fiscal que recauda el equivalente al 34% del PIB, configuran una pol¨ªtica fiscal que nada tiene que ver con la padecida por los pa¨ªses que han incumplido sus obligaciones financieras. La pol¨ªtica de metas de inflaci¨®n instrumentada por el Banco Central cuenta con la credibilidad que otorga haber cumplido desde 1999 los objetivos anunciados, algo de mucha importancia econ¨®mica y pol¨ªtica en un pa¨ªs en el que la sombra de la hiperinflaci¨®n est¨¢ todav¨ªa presente.
Finalmente, el r¨¦gimen de tipo de cambio flotante es un potente amortiguador de las perturbaciones financieras externas e internas. El pa¨ªs tiene potencial de crecimiento, una excelente clase empresarial, y una sociedad que ahorra y conf¨ªa en su moneda. No suelen ser estos los rasgos del pa¨ªs que est¨¢ a punto de precipitarse en el abismo del aislamiento internacional y el retorno a las utop¨ªas populistas.
Brasil tiene graves problemas sociales, desequilibrios macroecon¨®micos y vulnerabilidades externas e internas que todav¨ªa debe corregir. No parece que el calote de la deuda, la expropiaci¨®n del patrimonio de los ahorradores sea la mejor v¨ªa para conseguir este objetivo. As¨ª est¨¢n entendi¨¦ndolo quienes compiten en las re?idas elecciones de octubre. Armi?o Fraga, el Gobernador del Banco Central, est¨¢ manteniendo reuniones con los candidatos para tratar de conseguir un consenso m¨ªnimo sobre ciertas reglas b¨¢sicas de actuaci¨®n del pr¨®ximo Gobierno: seguir aplicando una pol¨ªtica fiscal prudente, mantener las metas de inflaci¨®n, y rechazar inequ¨ªvocamente la ruptura de los contratos. Los mercados todav¨ªa no oyen esta m¨²sica, o no se la creen al 100%. Pero el Tesoro norteamericano, el G-7, y el FMI s¨ª que est¨¢n prestando atenci¨®n, y prometen que, una vez asegurado un rumbo sostenible para la futura pol¨ªtica econ¨®mica, Brasil tendr¨¢ acceso a la financiaci¨®n necesaria para sortear sus dificultades.
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