El tiempo agiganta la leyenda
La veneraci¨®n hacia el 'Dream Team' y r¨¦cords mundiales como el de Kevin Young ha ido en aumento
El tiempo, lejos de oxidar, abrillanta determinadas gestas deportivas. Los diez a?os transcurridos desde el verano de 1992 han agrandado, si cabe, la dimensi¨®n de un equipo, el Dream Team, ¨²nico en la historia y al que no se le adivina, hoy por hoy, otro que le resista la comparaci¨®n. Barcelona goz¨® del lujo, sin precedentes, de poder disfrutar de una selecci¨®n de la NBA gracias a que por vez primera el baloncesto se abri¨® a todos los profesionales. Y el equipo que se form¨® suena a legendario e irrepetible. Magic Johnson, Michael Jordan, Larry Bird... Cualquier otra de las selecciones que la NBA ha enviado a los Juegos o a los Mundiales han quedado en un suced¨¢neo de aquEl maravilloso grupo que Chuck Daly se honr¨® en presidir m¨¢s que dirigir, ya que no necesit¨® pedir un solo tiempo muerto en los ocho partidos que su equipo gan¨® por una diferencia media de 44 puntos y en los que promedi¨® 117 puntos a favor. Lo nunca visto.
El paso de los a?os tampoco ha podido con la marca que dej¨® el estadounidense Kevin Young en el estadio ol¨ªmpico de Montju?c. Vol¨® por encima de las vallas. Se zamp¨® los 400 metros en 46.78 segundos, baj¨® por vez primera en la historia de los 47 segundos, borr¨® el r¨¦cord del legendario Edwin Moses con nueve a?os de vigencia. Y diez a?os despu¨¦s, a¨²n nadie ha sido capaz de correr como lo hizo aqu¨¦l atleta de 20 a?os. 'Pens¨¦ que yo estaba corriendo muy r¨¢pido', describi¨® el brit¨¢nico Kriss Akabusi, tercero, 'pero cuando Kevin me pas¨® volando, y he dicho volando, me dije: este tipo va en serio'.
Tampoco ha pasado a mejor vida el r¨¦cord del mundo de los 4x100 metros en el que el equipo estadounidense se bat¨ªa contra casi sus ancestros, contra el r¨¦cord logrado en M¨¦xico 68, con la particularidad de que esta vez la ¨²ltima posta la bland¨ªa Carl Lewis. La gran estrella se desquit¨® a lo grande, primero al salir triunfador de su particular duelo con Mike Powell en el salto de longitud, despu¨¦s, y pese a haber quedado excluido en las pruebas de selecci¨®n de EEUU, logrando el derecho a estar por lo menos en el relevo gracias a una lesi¨®n de Mark Whiterspon.
El m¨¢s r¨¢pido ba?o de oro que jam¨¢s se haya visto en unos Juegos tuvo lugar en el majestuoso Palau Sant Jordi, donde el gimnasta bieloruso Vitali Scherbo dom¨® aparato tras aparato hasta llegar a la media docena, cuatro de ellos en una misma jornada. Todo un r¨¦cord. La gloria le supo, si cabe, a m¨¢s. Ten¨ªa motivos para reivindicarse. Estaba en un equipo artificial, el Unificado, la soluci¨®n de compromiso tras haber quedado desmembrada la antigua URSS. 'Mi bandera y mi himno son los de Bielorrusia', repet¨ªa, a sus 20 a?os, por todos los rincones del tatami. Por si quedara dudas, seis veces hizo sonar la cancioncilla.
La grandeza y la desgracia abrazaron a la misma persona. Gail Devers, tras sobreponerse a una extra?a enfermedad que la mantuvo casi inv¨¢lida desde 1988 hasta 1990, gan¨® contra pron¨®stico la carrera de los 100 metros para despu¨¦s tropezar en la ¨²ltima valla y perder la segunda medalla de oro cuando la ten¨ªa practicamente en el bolsillo. Otra de las im¨¢genes que dejaron los Juegos fue la del brit¨¢nico Derek Redmond, un atleta marcado por las lesiones, que por fin, a los 27 a?os, debutaba en la cita ol¨ªmpica. Pero en el momento m¨¢s inoportuno, en plena carrera, sufri¨® un desgarro muscular. No se resign¨®. Quiso acabar la semifinal de los 400, a pesar de los dolores, aunque fuera a la pata coja. El p¨²blico se rompi¨® las manos para premiar la escena, que acab¨® de completar su tinte dram¨¢tico porque Jim, el padre de Redmond, no pudo resistirlo, y salt¨® a la pista para ayudar a su hijo a cruzar la meta.
Perkins, Popov, Morales, Janet Evans o la pareja de nadadores m¨¢s galardonados con tres oros, Evgeny Sadovyi y Kristina Egersgezi fueron los reyes en una pileta en la que el estadounidense Mike Barrowman hizo los 200 metros braza en 2.10.16, un registro que todav¨ªa vale su peso en oro.
Los Juegos de Barcelona, que no tuvieron una estrella preeminente, quedaron marcados por los simbolismos que trazaron algunas victorias como la de la argelina Hasiba Bulmerka, la mujer que desafi¨® las amenazas de los integristas por correr sin velo o la de la et¨ªope Derartu Tulu en los 10.000 metros, que la convirti¨® en la primera mujer del ?frica negra campeona ol¨ªmpica. Un final redondo en unos Juegos en los que, por primera vez desde hac¨ªa 20 a?os, participaron todos los pa¨ªses con Comit¨¦ Nacional Ol¨ªmpico.
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