Jujol y Mir¨®
En un brillant¨ªsimo acto que reuni¨® en el MNAC a m¨¢s de 600 personas, eficaz e inteligentemente organizado por Susana Froutchman, cuatro ponentes hablaron de Jujol, el genial arquitecto colaborador de Gaud¨ª de quien puede verse en el museo una magn¨ªfica exposici¨®n, peque?a pero bien explicada y bien mostrada, hasta el 18 de agosto. En realidad, los ponentes hablaron m¨¢s de s¨ª mismos que de Jujol: Perejaume desgran¨® un bello discurso que hablaba m¨¢s bien de su arte (de los lugares, de los emplazamientos); Argullol desarroll¨® su teor¨ªa de la metamorfosis en el seno de la modernidad y sobre todo John Malkovich, con una voz que por ella sola ya val¨ªa todo el acto, habl¨® de su fascinaci¨®n por Jujol desde que lo descubriera un d¨ªa, como hicimos la mayor parte de nosotros, paseando por la Diagonal y viendo la casa Planells.
Malkovich no es, como dicen, coleccionista de Jujol: se ha hecho hacer una r¨¦plica de uno de los bancos del arquitecto para su casa, algo muy americano, por cierto. Pero nos gust¨® igual y la idea de traerlo, para fomentar el que el p¨²blico catal¨¢n supere su tradicional pereza a desplazarse a los lugares que no est¨¢n en pleno centro, fue muy h¨¢bil. Malkovich hace lo que deber¨ªa hacer el COPEC desde hace veinte a?os: difundir por Europa y Am¨¦rica la obra del arquitecto, que, desde que se puso de moda, s¨®lo ha tenido una peque?a exposici¨®n en Nueva York en l984 (Public Library y Spanish Institute) y en Par¨ªs, como ¨²ltima sede de una exposici¨®n itinerante organizada por el Colegio de Arquitectos en l989 (Centre Pompidou, 1991). Como me contaba otro enamorado de Jujol, quiz¨¢ este olvido se deba a que no les gusta o no lo entienden.De hecho, un se?or detr¨¢s de m¨ª sali¨® del acto comentando que se trataba de un arquitecto 'que hac¨ªa torretes' (torrecitas), lo cual confirma lo anterior. No hay nada m¨¢s dif¨ªcil que saber ver el arte y saber descubrir el talento antes de hora. Casi un siglo de retraso en su comprensi¨®n nos da la medida de c¨®mo est¨¢ nuestro list¨®n est¨¦tico.
A pesar de no ser Gaud¨ª y de poseer grandes desigualdades cualitativas en sus obras, Jujol es genial en varios ejemplos de su arquitectura en la que su decoraci¨®n interior adquiere un sentido pl¨¢stico independiente, m¨¢s all¨¢ de la simple ornamentaci¨®n y resulta genial a nuestros ojos modernos en ejemplos de artes aplicadas en las que utiliza materiales pobres y de desecho como el cart¨®n o las latas. Su l¨¢mpara para la iglesia de Vistabella de 1918, y a pesar de que evidentemente en las artes pl¨¢sticas Pablo Picasso ya hab¨ªa utilizado el cart¨®n tan pronto como en l912 y la pasamaner¨ªa en l914 y de que tal vez esta 'pobreza' jujoliana se deba tambi¨¦n a la escasez de medios propia de las peque?as iglesias de pueblo, parece ciertamente un T¨¤pies (con quien comparte un cierto franciscanismo), un ejemplo de arte povera italiano o un Antoni Llena avant-la lettre. Su reja de la Torre dels Ous (l913) podr¨ªa citarse como un bello precedente de los agujeros y rasgaduras del italiano Lucio Fontana. Tambi¨¦n se ha citado, de forma muy general y vaga, su semejanza con ciertas obras surrealistas. Yo quisiera llamar la atenci¨®n hoy sobre la gran similitud que guardan ciertas pinturas o decoraciones pintadas de Jujol y las obras de Mir¨®, y avanzar que sin duda supusieron una influencia insoslayable para el pintor surrealista. Mir¨® naci¨® en el pasaje del Cr¨¦dito barcelon¨¦s y por tanto, cada ma?ana pasaba por delante de la incre¨ªble, por lo extraordinariamente 'extravagante', Casa Ma?ach (abierta en 1911 en la calle de Ferran, y destruida durante la guerra civil), cuyo propietario hab¨ªa apadrinado al joven Picasso. En ella las formas alveoladas, sinuosas y ondulantes son exactamente como detalles parciales de las pinturas de Mir¨® de los a?os veinte. Es imposible que el joven inquieto, rebelde y curioso que Mir¨® era antes de irse a Par¨ªs en l920 (Mir¨® ten¨ªa 18 a?os cuando se cre¨® la tienda Ma?ach), no se sintiera fascinado por aquel torbellino cargado de energ¨ªa y de ritmo: un buen artista, adem¨¢s, lo asimila todo, lo bueno y lo malo y lo integra consciente o inconscientemente en su arte, debidamente transformado y personalizado.
Por otro lado, hay otras afinidades entre ambos: el pensamiento irracional y m¨ªstico que caracteriza al Art Nouveau en general y a buena parte de nuestro Modernisme guarda similitudes con el ser ¨ªntimo de Mir¨®, que dec¨ªa 'odiar a los artistas que pretender teorizar' y cuyo arte es tambi¨¦n 'visionario mientras escucha la naturaleza', como afirmaba Jacques Dupin hablando de los arquitectos modernistas. Tambi¨¦n la integraci¨®n de objetos cotidianos la pudo tomar Mir¨® de Picasso, pero asimismo del arte popular y de Gaud¨ª y Jujol. Nos preguntamos si Mir¨® pudo ver o le hablaron de ese fascinante porr¨®n incrustado en la torre de la casa Bofarull (l914), en Els Pallaresos (Alt Empod¨¤). Pod¨ªa haberlo visto en una de sus excursiones desde Montroig, donde sus padres ten¨ªan la famosa mas¨ªa y donde ¨¦l sol¨ªa residir de junio a octubre (o noviembre). Finalmente, tenemos ese concepto de espacio infinito en la casa Negre de Sant Joan Desp¨ª de Jujol, hecho de blauet mediterr¨¢neo, con arabescos decorativos pintados de blanco que se contraponen al motivo contrario, es decir, arabescos azules sobre una pared blanca. Mir¨® inventa a su vez espacios indefinidos, absolutos, muchos de los cuales entre 1925 y 1927 son azules con formas blancas muy sintetizadas y biom¨®rficas. Es obvio que Mir¨® las crea a partir de una s¨ªntesis de elementos extra¨ªdos de la naturaleza, que reduce en un vocabulario muy personal hecho de signos, manchas y formas abstractas. Pero no es desde?able la hip¨®tesis del impacto que en su retina debi¨® de causar la extraordinaria libertad gr¨¢fica de Jujol. Y para finalizar, uno no tiene m¨¢s que poner de lado los dibujos que Jujol hac¨ªa en libretas -entre 1911 y 1920- con acuarelas, tinta y purpurina, y una obra como Cap d'home de Mir¨®, de 1932, hoy en una colecci¨®n privada barcelonesa. Y as¨ª los ejemplos son numerosos, evidenciando la continuidad de una tradici¨®n vanguardista catalana.
Por otro lado, hay otras afinidades entre ambos: el pensamiento irracional y m¨ªstico que caracteriza al Art Nouveau en general y a buena parte de nuestro Modernisme guarda similitudes con el ser ¨ªntimo de Mir¨®, que dec¨ªa 'odiar a los artistas que pretender teorizar' y cuyo arte es tambi¨¦n 'visionario mientras escucha la naturaleza', como afirmaba Jacques Dupin hablando de los arquitectos modernistas. Tambi¨¦n la integraci¨®n de objetos cotidianos la pudo tomar Mir¨® de Picasso, pero asimismo del arte popular y de Gaud¨ª y Jujol. Nos preguntamos si Mir¨® pudo ver o le hablaron de ese fascinante porr¨®n incrustado en la torre de la casa Bofarull (l914), en Els Pallaresos (Alt Empod¨¤). Pod¨ªa haberlo visto en una de sus excursiones desde Montroig, donde sus padres ten¨ªan la famosa mas¨ªa y donde ¨¦l sol¨ªa residir de junio a octubre (o noviembre). Finalmente, tenemos ese concepto de espacio infinito en la casa Negre de Sant Joan Desp¨ª de Jujol, hecho de blauet mediterr¨¢neo, con arabescos decorativos pintados de blanco que se contraponen al motivo contrario, es decir, arabescos azules sobre una pared blanca. Mir¨® inventa a su vez espacios indefinidos, absolutos, muchos de los cuales entre 1925 y 1927 son azules con formas blancas muy sintetizadas y biom¨®rficas. Es obvio que Mir¨® las crea a partir de una s¨ªntesis de elementos extra¨ªdos de la naturaleza, que reduce en un vocabulario muy personal hecho de signos, manchas y formas abstractas. Pero no es desde?able la hip¨®tesis del impacto que en su retina debi¨® de causar la extraordinaria libertad gr¨¢fica de Jujol. Y para finalizar, uno no tiene m¨¢s que poner de lado los dibujos que Jujol hac¨ªa en libretas -entre 1911 y 1920- con acuarelas, tinta y purpurina, y una obra como Cap d'home de Mir¨®, de 1932, hoy en una colecci¨®n privada barcelonesa. Y as¨ª los ejemplos son numerosos, evidenciando la continuidad de una tradici¨®n vanguardista catalana.
Victoria Combal¨ªa es cr¨ªtica de arte.
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