La etapa reina de los animadores
Boogerd, un rodador holand¨¦s, gana en La Plagne, mientras detr¨¢s Armstrong se divierte atacando
Para Francisco Mancebo el d¨ªa amaneci¨® con el peso de los grandes d¨ªas. Su equipo estaba animado. El detalle del de Navaluenga atacando al final de los Deux Alpes hizo concebir esperanzas. Hab¨ªa llegado el d¨ªa de los tres colosos hors cat¨¦gorie, el Galibier que roza las nubes y sus 2.645 metros, la Madeleine, siempre impenetrable, la larga y tendida subida a La Plagne, a casi 2.000 metros. Un d¨ªa para gigantes. Tras el desayuno Mancebo tuvo una charla con Ech¨¢varri. 'Ten, sobre todo, cuidado con los descensos', le dijo su director. 'El del Galibier siempre est¨¢ h¨²medo. Cae la nieve de los glaciares que sigue derriti¨¦ndose, y es muy pronunciado abajo, porque baj¨¢is por la subida del T¨¦l¨¦graphe; el de la Madeleine es muy cerrado en la parte de abajo, y luego hay buen valle hasta el pie de La Plagne'. Mancebo escuch¨® y orden¨® a sus mec¨¢nicos que le cambiaran los tubulares, que se los pusieran reforzados. 'Y', sigui¨® Ech¨¢varri, 'ya es hora de que empieces a dar ¨®rdenes, de que analices t¨² la carrera y decidas qu¨¦ se debe hacer, que no siempre el director en el coche puede saberlo todo. No dudes en pedir a tus compa?eros que tiren o que ataquen o que esperen o lo que quieras'. Mancebo asinti¨®. Era el d¨ªa en que deb¨ªa intentar asaltar el podio.
Era el d¨ªa de los grandes planes tambi¨¦n en el Euskaltel, el equipo vasco que ve c¨®mo se acaba el Tour, etapa a etapa, y que su d¨ªa no llega. 'Los Pirineos han sido los Alpes del a?o pasado, y los Alpes ser¨¢n los Pirineos, donde ganamos la etapa de Laiseka', dijo su m¨¢nager, Miguel Madariaga, pero los Pirineos segu¨ªan siendo los Pirineos y los Alpes los Alpes, nadie los hab¨ªa cambiado. Era el d¨ªa en el equipo naranja de pensar en Iban Mayo, el escalador brillante del a?o pasado que en su primer Tour hab¨ªa penado por el llano; o en el veterano Laiseka, el vencedor de Luz Ardiden 2001, el hombre que inflam¨® los Pirineos, que segu¨ªa con su Tour economicista, de ahorro y recuperaci¨®n.
En el Kelme la cosa no ol¨ªa a d¨ªa grande: era un d¨ªa de resaca, por la victoria de Botero, la v¨ªspera, y de preocupaci¨®n por los males de Sevilla; pero en el ONCE-Eroski, s¨ª, era el d¨ªa del juego de domin¨®: si Beloki empuja a Rumsas, y el pegajoso lituano se cae, y si Azevedo empuja a Mancebo y empuja a Igor, y si Igor tira para adelante, y si Pradera y Serrano y Jacksche hacen lo que deben, no tiran porque no les toca, o s¨ª, entonces sale lo que sale, o quiz¨¢s. O as¨ª: equipos, podio, general y etapa, todo en uno. Qu¨¦ cacao.
No fue el d¨ªa de ninguno. Fue el d¨ªa de los animadores, de los secundarios. La etapa reina la gan¨® un clasic¨®mano holand¨¦s, que los Alpes son holandeses, un Michael Boogerd que es m¨¢s que nada rodador, qu¨¦ estafa. Un escalador de ?vila, amigo de Mancebo, cu?ado del Chava, hijo de V¨ªctor Sastre, que cre¨® la escuela ?ngel Arroyo, llamado Carlos Sastre, atac¨® decidido en la subida a La Plagne, a la caza de la etapa, del largo Boogerd.Sali¨® con mucha desventaja, le falt¨® aliento, qu¨¦ l¨¢stima. Y Armstrong jug¨® de nuevo; qu¨¦ aburrimiento. El americano fue otra vez el gato con los ratones, atac¨® y se fue cuando quiso, cuando sus enormes rodadores, los incre¨ªbles Hincapie y Padrnos, dejaron de trabajar, al pie de La Plagne, que le hab¨ªan subido el Galibier y la Madeleine, qu¨¦ exageraci¨®n; y cuando su pareja de pesos ligeros espa?oles, el asturiano Rubiera, que, como en los Pirineos, agarr¨® la criba y dej¨® en media docena el grupo de irreductibles, y el bejarano Heras, que apenas tuvo que dar un par de acelerones, le dejaron el cuerpo a gusto. 'Atac¨® porque le apeteci¨®', dijo Bruyneel, su director. 'Atac¨® porque tendr¨ªa ganas', dijo Rubiera, que, desde atr¨¢s, le vio salir. 'Se encontrar¨ªa bien y querr¨ªa sacar m¨¢s tiempo', dijo Heras, que le vio partir, el cohete de siempre, a su lado. 'M¨¢s o menos esto est¨¢ acabado', sentenci¨® el salmantino.
Fue, al final, el d¨ªa grande de los holandeses y del Rabobank, que ya han ganado dos etapas; el habitual buen d¨ªa de Armstrong, que ya saca m¨¢s de cinco minutos a Beloki; y el d¨ªa del abatimiento de los optimistas. Sevilla, al final, se retir¨®. Mancebo tuvo cuidado en los descensos, y no se cay¨®, pero tampoco subi¨® muy all¨¢. Le pregunt¨® Unzue, su director, c¨®mo se encontraba, y le dijo que bueno, bien, y le puso a Santi Blanco, que s¨ª que corre este Tour, a hacer m¨¢s fuerte la subida de La Madeleine. 'Fuimos a mover el ¨¢rbol, a ver qui¨¦n se ca¨ªa', dijo Mancebo. En el Galibier ¨¦l fue de los ¨²ltimos en soltarse, pero cuando Rubiera empez¨® tan acelerado acab¨® como siempre, con los dientes apretados unos metros por detr¨¢s. Perdi¨® la quinta plaza. Ya es sexto, y ve acercarse a los de atr¨¢s, diluirse sus sue?os de podio.
Al Euskaltel no le fue mucho m¨¢s all¨¢. Iban Mayo, que s¨ª que corre el Tour, apareci¨® en la Madeleine, se junt¨® con Jalabert, el de siempre, y Axel Merckx, el de casi siempre, e intent¨® seguir a Boogerd desde lejos: all¨ª se qued¨®.
Y el ONCE-Eroski hizo de todo, sali¨® en el Galibier con tres que no tiraron porque detr¨¢s...; sali¨® en la Madeleine con otro que tampoco fue lejos; empuj¨® con Igor, que se qued¨®; empuj¨® con Beloki, que no despeg¨® al pegajoso lituano; puntu¨® con los tres, incluido Azevedo, el regular, y, por lo menos, aceler¨® en la cabeza de la clasificaci¨®n de equipos. Igor fren¨® su ca¨ªda aunque perdi¨® una plaza, pero le adelant¨® su amigo Azevedo. Se conform¨® el equipo. 'Armstrong hace lo que quiere', dijo Saiz. 'El podio est¨¢ decidido, aunque a¨²n no el orden'.
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