Un para¨ªso tras el cemento
El R¨ªo Verde ofrece a su paso por Ist¨¢n (M¨¢laga) paisajes frondosos y pozas aptas para el ba?o
La Costa del Sol guarda a¨²n detr¨¢s de su cornisa de cemento sorpresas de silencio, aire no contaminado, fauna y flora silvestre y aguas limpias. Incluso a pocos kil¨®metros de las peores aberraciones arquitect¨®nicas de Marbella, que siguen trepando por las faldas de la Sierra Blanca.
Ist¨¢n todav¨ªa es diferente, a pesar de que su t¨¦rmino municipal ofrece un mirador privilegiado sobre la costa; a pesar de que dista s¨®lo 13 kil¨®metros de la ciudad tur¨ªstica que ha pasado en poco m¨¢s de una d¨¦cada de esconder palacetes entre pinares y dunas a exhibir bloques y gr¨²as entre centros comerciales y atascos de tr¨¢fico.
El silencio ha encontrado refugio junto al rumor de agua del R¨ªo Verde, que ha arrullado la historia de Ist¨¢n, poblaci¨®n de menos de 2.000 habitantes fundada en el siglo XV por los ¨¢rabes durante la huida de las tropas cristianas, precisamente despu¨¦s de perder una batalla en sus orillas. Parad¨®jicamente, el R¨ªo Verde da de beber ahora a las poblaciones de la Costa del Sol m¨¢s contrapuestas a Ist¨¢n sus aguas de color turquesa, que quedan apresadas en el Embalse de la Concepci¨®n despu¨¦s de descender bajo tierra desde la Sierra de las Nieves.
Antiguamente, cuando el pueblo viv¨ªa de la producci¨®n de gusanos de seda y pasas, el R¨ªo Verde era su principal fuente de riqueza. Hoy sigue constituyendo un lujo, aunque las mejores huertas desaparecieran con la construcci¨®n del embalse. Ahora es un lujo para los ba?istas poco amantes de las aglomeraciones de las playas, tanto aut¨®ctonos como for¨¢neos, que se solazan en sus pozas cristalinas.
La ruta del R¨ªo Verde arranca cerca de Ist¨¢n. Al pueblo s¨®lo es posible acceder desde Marbella. La carretera asciende en innumerables curvas entre pinos y alcornoques. Una vez en el pueblo hay que buscar el polideportivo, que est¨¢ en la parte alta.
Justo donde termina el complejo surge a la izquierda de la carretera un carril que, salvo en ¨¦poca de lluvias, es transitable con un turismo. A tres kil¨®metros y medio del inicio, el carril se bifurca. Para bajar hacia el r¨ªo hay que buscar siempre la izquierda, hasta encontrar un vado en el cauce que permite cruzar al otro lado y dejar el coche. Volviendo atr¨¢s unos metros se encuentra un carril terrizo con un cartel que se?ala la vereda que lleva a la zona de las pozas.
El primer tramo de la vereda es cuesta arriba, y atraviesa bosquetes de a?ejos alcornoques que crecen m¨¢s rectos que en otros sitios, y zonas de vegetaci¨®n mixta, donde se pueden ver acebuches, quejigos y hasta pinsapos. Escogiendo la izquierda en todas las bifurcaciones llega un momento en que el carril empieza a descender y se deja a la izquierda la casa Palomera, otrora de labor, y hoy remozada y pintada en albero y a?il. All¨ª, de nuevo a la izquierda, aparece una se?al en madera que reza 'Ruta 5, casa El Balat¨ªn', que hay que seguir hasta bajar al r¨ªo en un tramo presidido por un desvencijado puente colgante de madera.
El camino sigue al otro lado del r¨ªo, aunque tambi¨¦n se puede seguir caminando por el cauce hasta encontrar el Charco del Canal¨®n, que es donde se encuentran las pozas m¨¢s c¨®modas para el ba?o, porque est¨¢n rodeadas de rocas lisas que permiten tumbarse al sol. Los juncos, plumeros y adelfas protegen la intimidad de los ba?istas.
El agua bulle de vida: hay peces en abundancia, ranas, culebras de agua, gal¨¢pagos, zapateros y lib¨¦lulas negras. Los peces no se espantan con la compa?¨ªa, y si uno se queda muy quieto en el agua puede sentir su roce. Si el visitante no queda harto de agua con el ba?o y va calzado convenientemente, puede emprender el camino de retorno por el cauce.
La temperatura del agua no es problema porque durante el verano es m¨¢s bien templada. Pero no conviene escoger esa opci¨®n si se va justo de tiempo, porque prolonga la excursi¨®n en torno a una hora y media. Tambi¨¦n conviene hacerse con un bast¨®n, porque las piedras del r¨ªo son muy resbaladizas.
Pero, aparte de esos inconvenientes, el paseo r¨ªo abajo no tiene desperdicio. Adem¨¢s de rapaces y aves acu¨¢ticas como las lavanderas, se pueden ver rastros de jabal¨ªes, comer zarzamoras o higos si se va en el momento adecuado y darse varios chapuzones extra, voluntarios o producto de un resbal¨®n.
Ba?ador y buen calzado
- D¨®nde: Para acceder a Ist¨¢n hay que llegar a Marbella y seguir las indicaciones. Una vez en el pueblo, hay que conducir hacia la parte alta, donde est¨¢n la piscina municipal y el polideportivo. Pasado este edificio se encuentra a la izquierda el carril que baja hasta el r¨ªo. Tomar siempre a la izquierda en las distintas bifurcaciones hasta encontrar el r¨ªo, y despu¨¦s la senda que nace a la derecha en sentido ascendente. - Cu¨¢ndo: Esta ruta ofrece distintos atractivos seg¨²n la ¨¦poca del a?o. Para un ba?o de r¨ªo son recomendables la primavera y el verano. - Alrededores: Muy cerca de esta ruta se encuentra el Casta?o Santo, un ¨¢rbol al que se le calculan m¨¢s de 1.000 a?os de edad con un tronco tan espl¨¦ndido que para rodearlo hacen falta varias personas. El pueblo, dispuesto como un balc¨®n sobre un frondoso valle, es hermoso y tranquilo. Merece la pena visitar el antiguo lavadero p¨²blico. La gastronom¨ªa local es rica y variada, y guarda perlas como la sopa de tomate con higos. Tambi¨¦n se puede hacer una excursi¨®n a la Sierra de las Nieves, Parque Natural y reserva de la biosfera. - Y qu¨¦ m¨¢s: Es imprescindible llevar buen calzado para caminar por el r¨ªo. Lo ideal son unas viejas zapatillas de deporte que no tengan la suela lisa. Tambi¨¦n conviene llevarse un bast¨®n si se va a hacer el camino de vuelta por el cauce.
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