Liberar la imaginaci¨®n
El pr¨®ximo diciembre se cumplir¨¢n cinco a?os de la muerte del franc¨¦s Cornelius Castoriadis. Pero su enorme figura no ha desaparecido ni un segundo de la asamblea permanente que tiene lugar en el espacio p¨²blico del pensamiento. Aqu¨ª y all¨¢ los textos de Castoriadis circulan como material imprescindible para pensar una renovaci¨®n pol¨ªtica radical que no pase por fundar ninguna otra instituci¨®n que suplante a los seres humanos en la tarea de gobernarse a s¨ª mismos: el a?o pasado, intelectuales como Edward Said, Alain Badiou o Agnes Heller participaron en un congreso en Nueva York dedicado a profundizar en la obra del pensador greco-franc¨¦s; hace unos meses, apareci¨® en Le Seuil el volumen que inaugura la publicaci¨®n integral de sus seminarios en la Escuela de Altos Estudios de Par¨ªs; la revista Archipi¨¦lago anuncia un n¨²mero especial para diciembre consagrado a abordar todas las dimensiones de un pensamiento tan complejo; y para sorpresa de los c¨ªnicos y los estetas, a los que Seattle y G¨¦nova les ha borrado de la cara la sonrisa confiada en el 'final de la historia', se recuperan incluso sus textos m¨¢s antiguos sobre la cuesti¨®n de la autonom¨ªa.
LA INSIGNIFICANCIA Y LA IMAGINACI?N. DI?LOGOS
Cornelius Castoriadis Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Capella Trotta . Madrid, 2002 140 p¨¢ginas. 9,50 euros
La insignificancia y la imaginaci¨®n es la ¨²ltima publicaci¨®n de Castoriadis en castellano. Recoge cinco di¨¢logos radiof¨®nicos de Castoriadis con Octavio Paz, Daniel Mermet, el bi¨®logo chileno Francisco Varela, el psicoanalista Jean-Luc Donnet y el matem¨¢tico Alain Connes que, como se?ala perfectamente una nota editorial, 'son un testimonio modesto de la apasionada curiosidad de Cornelius Castoriadis por todos los ¨¢mbitos del saber y, sobre todo, su determinaci¨®n filos¨®fica de pensar todo lo pensable'.
Una idea atraviesa todos estos di¨¢logos y la obra entera de Castoriadis: para pensar lo viviente, la sociedad o la historia, para hacer pol¨ªtica o matem¨¢ticas e incluso para conservar la cordura, hay que liberar la imaginaci¨®n. Porque pensar no es s¨®lo buscar la adecuaci¨®n de nuestro discurso y la cosa pensada, sino tambi¨¦n 'el esfuerzo constante por romper la clausura en la que estamos y pensar algo distinto'. Porque hacer pol¨ªtica no es escoger cada cuatro a?os entre candidatos id¨¦nticos que se limitan a seguir la corriente dominante de las cosas, sino la acci¨®n colectiva de reflexi¨®n, deliberaci¨®n e instituci¨®n de las normas sociales. Porque hacer matem¨¢ticas no es s¨®lo cuesti¨®n de c¨¢lculo, sino tambi¨¦n de invenci¨®n de axiomas, criterios de decisi¨®n, procedimientos de demostraci¨®n, etc¨¦tera. Porque lo viviente no es un sistema que recoge y filtra la informaci¨®n del exterior, sino la autocreaci¨®n de un mundo propio, como Castoriadis ilustra vivamente aludiendo a los colores: 'Los vivientes superiores tienen una percepci¨®n de los colores, pero el mundo de lo f¨ªsico no tiene colores, sino longitudes de onda. El color es una cualidad que aparece con algunas categor¨ªas de seres vivos'. Porque, en fin, como sab¨ªa Chesterton y Castoriadis confirm¨® durante a?os de pr¨¢ctica psicoanal¨ªtica, la manera m¨¢s segura de perder toda lucidez es empe?arse en conservar s¨®lo la raz¨®n: 'La enfermedad ps¨ªquica es esencialmente el bloqueo de la imaginaci¨®n'. La libertad pol¨ªtica y la cordura, por tanto, se conquistan siempre contra todas las formas de paranoia que tratan de encerrar a los hombres en un sistema de vida y de interpretaci¨®n que repite incesantemente 'esto es as¨ª y no puede ser de otro modo'. Seg¨²n Castoriadis, s¨®lo un exceso de imaginaci¨®n podr¨¢ salvarnos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.