A la inmensa minor¨ªa

'For four people', para cuatro personas, confesaba escribir el recluido Pound, y lo lamentaba por el resto del mundo que las desconoc¨ªa; otro inquilino de sanatorios -aunque por razones diferentes-, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, dirig¨ªa su obra a la inmensa minor¨ªa. Al ensayista, ahondador de la historia, buceador de las luces abisales de la m¨ªstica, y poeta, Jos¨¦ Jim¨¦nez Lozano (Langa, ?vila, 1930), cuatro le parece multitud: 'No podr¨ªa / yo escribir para tantos, y tampoco / conoce a mi gente el mundo. / O poor world, I am sorry!', declara en el poema que, a modo de atrio, da paso a Eleg¨ªas menores, quinto de sus libros de poes¨ªa, tras Tantas devastaciones, Un fulgor tan breve, El tiempo de Eur¨ªdice y P¨¢jaros.

Los lirios del campo y las aves del cielo, con referencia evang¨¦lica y trasluz de Kierkegaard, titula el autor la primera de las secciones y por ella desfilan los meses, las estaciones, los animales (aves, sobre todo), las plantas... o lo inefable, lo incorp¨®reo: sombras, enigmas. Reverberaci¨®n del ser y la naturaleza. En Memorias, la segunda, esta potencia del alma es visitada por los dioses, los celos, los libros... y por presencias: Paolo Ucello, las Bront?, Pilato, Keats... Recuerdo, palimpsesto de la historia. El ¨¢ngel exterminador, la duda y la s¨²plica, la b¨ªblica zarza, pueblan Silencio y oraciones, t¨ªtulo expl¨ªcito -aunque la transparencia de la escritura de Jim¨¦nez Lozano es poli¨¦drica-, Jueves Santo, amanecer de Pascua... muerte y esperanza trenzadas como ¨¢rbol y yedra. Fina punta del alma concluye el volumen, y la ausencia y el adi¨®s cierran los ojos -con el C¨¢ntico espiritual de fondo- de p¨¢ginas que proyectan su sombra m¨¢s all¨¢ de lo tangible: 'Enciende la candela, y mira / cu¨¢n extensa es la sombra / de este peque?o libro. / La llama te revela / lo que no est¨¢ ah¨ª escrito, / la parte del silencio. / Este adentro / s¨®lo lo muestran las candelas'.

Eleg¨ªas menores es un libro recogido en la privacidad del esp¨ªritu y desde ¨¦l morosa y amorosamente escrito. Lo cruza el suave disparo de la poes¨ªa oriental y su belleza destilada, flota en ¨¦l una estela grecolatina, y en el recogimiento franciscano queda espacio para la -menos afortunada- iron¨ªa. Hay, s¨ª, lugares comunes, mas aventado el grano (que es abundante y maduro), dejada la harija volar con el aire (vuele tambi¨¦n alg¨²n la¨ªsmo), zarandeado el cedazo (algo que se echa en falta), nos lega hondura y delicadeza, emoci¨®n y belleza. Lucidez. Poes¨ªa en la que es celebraci¨®n el existir, poes¨ªa contra la palabra fugaz, contra el decir feble, en busca de una permanencia no desconchada por el paso del tiempo (ese abril y sus lilas destruidas que nos perfuma de Eliot). En Eleg¨ªas menores, Jim¨¦nez Lozano (premio Nacional de las Letras espa?olas, de Castilla y Le¨®n y de la Cr¨ªtica) nos deja poemas tan hermosos como Esperanza: 'Caudal de niebla desgarrado, mi esperanza / colgando de un ¨¢rbol seco; / si helase, / se bordar¨ªa como una blonda'. Tan delicados como Ocaso: 'Un p¨¢jaro posado en una rama / con cristales de escarcha, / sol ca¨ªdo y rojo. / L¨¢mpara japonesa / encendida en su ausencia.