Una escalinata de piedra sobre las olas

Un kil¨®metro de arena fina separa las aguas del golfo de Vizcaya del flamante paseo mar¨ªtimo que la localidad de Bakio luce desde hace tres temporadas. El Bakio de los naranjos, del chacol¨ª y de los surfistas se remoza poco a poco en busca de una categor¨ªa perdida, de cuando muchas adineradas familias bilba¨ªnas del siglo pasado ten¨ªan esta playa como su rinc¨®n de veraneo. Muestra de ello son las casonas que salpican el municipio.

Estas tierras baquienses se asientan en una honda vallejada costera que es capaz, por su privilegiado clima, de mantener en sus huertas naranjos y limoneros, ins¨®litos en estos litorales. Los vi?edos tienen tambi¨¦n aqu¨ª protagonismo, siendo el valle una de las cunas del chacol¨ª vizca¨ªno. Vale la pena acercarse a degustarlo en la bodega-museo Gorrondona.

Tras disfrutar de la belleza de la playa de Bakio, darse un chapuz¨®n o practicar surf junto a los numerosos deportistas que se concentran aqu¨ª a diario en busca de grandes olas, la mejor alternativa es recorrer la costa en direcci¨®n a la punta de Artataua, donde sobre un islote se alza la ermita de San Juan de Gaztelugatxe.

El mirador del Calero

El final de la playa por el este se halla cerrado por una sucesi¨®n de impresionantes acantilados, coronados por la cochambre de unos viejos e invasores edificios de apartamentos. Junto a ellos se encuentra el mirador del Calero, uno de los oteaderos que mejor muestra las panor¨¢micas litorales, alzado por encima de las Pe?as Rojas. Desde la balconada, y con la mirada puesta en los precipitaderos marinos, parte una pista por la izquierda, que dirige sus pasos entre las angosturas costeras de este rinc¨®n del golfo vizca¨ªno hacia lo alto de los abismos que dan vistas al famoso cabo de Machichaco. Esta ruta acerca en poco m¨¢s de tres kil¨®metros a uno de los santuarios religiosos m¨¢s emblem¨¢ticos del Pa¨ªs Vasco, la ermita de San Juan de Gaztelugatxe. Levantada sobre una pe?a al pie de los acantilados de la punta de Artataua, con un acceso de escalinatas de piedra que salva las escolleras en donde rompe el oleaje c¨¢ntabro mediante un camino colgado que une el islote a la tierra firme. Una imagen incomparable que ha servido, en muchos cat¨¢logos y folletos, como muestra del paisaje costero del Pa¨ªs Vasco. A muy poca distancia de este enclave se encuentra tambi¨¦n la ermita rom¨¢nica de San Pelayo, una de las joyas de la arquitectura de la comarca.