?Puede haber esc¨¢ndalos contables en Espa?a?
La profesi¨®n contable y los empresarios est¨¢n gozando de una ola de popularidad mundial a cuenta de las claras discrepancias entre el contenido de la informaci¨®n financiera de las empresas y la realidad.
La lista de empresas implicadas puede hacerse larga. En algunos casos las discrepancias dejan a la empresa con una imagen algo peor, pero en otros (Enron, WorldCom y qui¨¦n sabe cu¨¢ntas m¨¢s) el descubrimiento de la mentira les ha precipitado en el abismo de la bancarrota, porque puede que no se trate de un maquillaje, sino de una pintura en forma de retrato de cuerpo entero.
Ante estas noticias, el lector prudente puede preguntarse si en Espa?a, o en Europa, puede suceder lo mismo, porque los nombres que est¨¢n sonando hasta el momento provienen del otro lado del Atl¨¢ntico. La respuesta a este interrogante no es un 's¨ª' o un 'no' escuetos, sino una reflexi¨®n sobre las causas y las condiciones en las que este tipo de problemas se producen, porque ni los problemas son nuevos, ni las causas que los desatan son in¨¦ditas, ni la forma de resolverlos es desconocida. Aunque las autoridades bienintencionadas hayan salido al paso tranquilizando a los mercados, la certidumbre sobre el comportamiento de las empresas no es general y las declaraciones oficiales hay que tomarlas m¨¢s en el sentido de que no existe una corrupci¨®n generalizada que de la certeza de que no se va a dar ning¨²n caso de fraude notable en nuestros mercados.
'El hecho de que haya fraude no tiene que ver con las normas contables, sino con su observancia y el control que impida la tentaci¨®n'
'En la primera l¨ªnea de lucha contra el enga?o deben estar los auditores, que tienen que mejorar su independencia'
El hecho de que haya fraude no tiene que ver en s¨ª con las normas contables, que en Espa?a est¨¢n a la altura de las m¨¢s exigentes, sino tambi¨¦n con la observancia de las mismas y los controles de tipo administrativo y social que impidan efectivamente las tentaciones de fraude informativo. De la misma forma que todo el mundo admite que mejorar la circulaci¨®n de veh¨ªculos en un pa¨ªs requiere no s¨®lo tener mejores normas reguladoras de tr¨¢fico, sino tambi¨¦n y especialmente contar con una buena infraestructura viaria y un conjunto de mecanismos de control, incluyendo en ellos las sanciones a los infractores, mejorar la informaci¨®n financiera de las empresas supone dise?ar un sistema donde se desarrollen buenas normas contables y de informaci¨®n. Este esfuerzo puede llegar a ser bald¨ªo si no se tienen las instituciones que velen por el cumplimiento de las mismas de forma efectiva: auditores, reguladores burs¨¢tiles, organismos p¨²blicos encargados de velar por el seguimiento de las normas y un sistema judicial que pueda resolver los conflictos planteados sobre la informaci¨®n contable de las empresas.
Buena prueba de que las normas no sirven por s¨ª solas es el hecho de que en los Estados Unidos de Am¨¦rica se precian de tener las mejores normas del mundo y la profesi¨®n auditora m¨¢s cualificada. Sin embargo, ni las normas son tan buenas ni la profesi¨®n ha resultado tan s¨®lida. De demostrar esto se est¨¢ encargando otra instituci¨®n que, con su tenaz labor de revisi¨®n de las cuentas de las empresas, ha destapado los problemas: se trata de la Securities and Exchange Commission (SEC), ¨®rgano regulador de los mercados burs¨¢tiles, que depende directamente del Congreso.
La SEC interviene activamente en la regulaci¨®n contable, que en Estados Unidos es independiente de la Administraci¨®n P¨²blica, revisa en profundidad las cuentas que las empresas cotizadas presentan, les obliga a revisarlas si encuentra problemas y, en su caso, impone sanciones que pueden llegar a la exclusi¨®n del r¨¦gimen de cotizaci¨®n oficial en las bolsas de valores.
En una palabra, en toda esta crisis se est¨¢ comportando, seg¨²n su mandato, como un verdadero cancerbero, velando por la transparencia y la veracidad de la informaci¨®n. Y no le duelen prendas, porque es partidaria de que es mejor cortar a tiempo con cualquier pr¨¢ctica corrupta, para ayudar al mercado en la toma de decisiones que fija los precios y distribuye los recursos, que mantener medias tintas y decir s¨®lo lo pol¨ªticamente conveniente con respecto a las empresas que desinforman al mercado.
Las Comisiones de Valores en Europa no tienen, por el momento, la potencia y resoluci¨®n de la SEC, pero los gobiernos est¨¢n convencidos de que deben hacer las reformas necesarias para que los mercados de capitales tengan m¨¢s seguridad en la veracidad de la informaci¨®n que reciben de las empresas. Para ello necesitan m¨¢s poderes, m¨¢s coordinaci¨®n entre ellas y m¨¢s independencia del poder pol¨ªtico.
Estas afirmaciones no son nuevas, y es patente que existe un movimiento en este sentido que no tardar¨¢ en dar sus frutos, ya que de otra manera no podr¨¢ haber mercados integrados de valores en el Viejo Continente. La palabra clave es transparencia de la empresa, y eso implica no s¨®lo revelar datos econ¨®micos, sino tambi¨¦n detalles sobre el estilo de direcci¨®n, que debe responder a los c¨®digos de buen gobierno de todos conocidos, donde se reflejan las mejores pr¨¢cticas, y que en nuestro pa¨ªs no han tenido por el momento demasiada atenci¨®n por las empresas cotizadas.
Ahora bien, esta promesa de tranquilidad no va a satisfacer al lector, porque los esc¨¢ndalos pueden aparecer ma?ana, muchos meses antes de que las comisiones de valores cumplan sus ambiciones.
Por suerte para Europa, y para Espa?a, la falta relativa de mecanismos de refuerzo y control del cumplimiento se suple mediante otros controles que, por el momento, parece que act¨²an paliando los defectos de los controles netamente contables. As¨ª, la propia estrechez de los mercados burs¨¢tiles, que en casi todos los pa¨ªses tienen dimensi¨®n local, hace que la informaci¨®n fluya de una manera m¨¢s espont¨¢nea e informal, y las cuentas maquilladas no puedan imponerse a los datos desfavorables que se obtienen por otros medios. De otra parte, muchas de las grandes empresas europeas est¨¢n sujetas a alg¨²n tipo de regulaci¨®n (como los bancos o las el¨¦ctricas en Espa?a) y en tales casos el regulador act¨²a tambi¨¦n de control, exigiendo que la informaci¨®n que se env¨ªa al mercado cumpla determinados requisitos.
No obstante, estos controles adicionales quiz¨¢ no sean lo suficientemente disuasorios. Si una empresa, ahora que el ciclo econ¨®mico ha cambiado de rumbo, quiere disfrazar su mala tendencia utilizando todos los trucos contables, ya sean legales, alegales o ilegales, para ganar algo de tiempo y despistar a los incautos para que sigan apeteciendo sus t¨ªtulos, probablemente encontrar¨¢ excusas y maneras de hacerlo, con independencia de qu¨¦ empresa sea y d¨®nde se encuentre situada. Los responsables de la informaci¨®n contable son los directivos de las empresas, y probablemente haya que seguir, en otros pa¨ªses, el mismo pensamiento que ha llevado al presidente de los Estados Unidos a dise?ar un sistema de sanciones que les disuada de caer en la tentaci¨®n.
En la primera l¨ªnea de lucha contra el fraude contable est¨¢n los auditores, y por eso han sido los m¨¢s cuestionados y los m¨¢s perjudicados por esta crisis de confianza. La profesi¨®n auditora tiene en Espa?a, y en otros pa¨ªses europeos donde tambi¨¦n se ha implantado hace apenas unas d¨¦cadas, una formaci¨®n y cualificaci¨®n equivalentes a la de los mejores pa¨ªses del mundo, pero tiene que luchar para mejorar su independencia con vistas a perfeccionar su vigilancia sobre las empresas.
La Uni¨®n Europea es muy consciente de esta limitaci¨®n, y est¨¢ buscando activamente la forma de reforzar esta cualidad, que propiciar¨¢ profesionales que no duden en distinguir entre su cliente (accionistas, inversores, sociedad en general y el mercado) y el que les paga (directivos de la empresa). En Espa?a, las medidas propuestas en el anteproyecto de ley financiera van en esta direcci¨®n, y en esta clave hay que entender la rotaci¨®n de auditores, la prohibici¨®n de servicios relacionados o la colaboraci¨®n que se pretende con la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores.
La f¨®rmula social para evitar el fraude contable es clara, y consiste en una bater¨ªa de controles en serie para que las empresas se disuadan. A la responsabilidad de los administradores y directivos hay que unir la existencia de auditores formados, independientes y autorregulados, as¨ª como la exigencia de ¨®rganos de supervisi¨®n y vigilancia de los auditores y de los mercados que tengan poder suficiente para imponer disciplina, y la impongan. Si esta bater¨ªa funciona, la tentaci¨®n de defraudar ser¨¢ menor. Por cierto, esta serie de controles no es gratuita, aunque podr¨ªa pensarse sobre qui¨¦n o qui¨¦nes deben correr con los gastos.
De lo anterior se deduce que no estamos enteramente libres en Europa de la existencia de fraudes contables, aunque circunstancias ajenas a los mecanismos aceptados de control nos est¨¦n dando, al menos por el momento, cierta tranquilidad que no nos debe dejar quietos a la hora de tomar las medidas correctoras. Es m¨¢s, la agudizaci¨®n de la crisis econ¨®mica puede provocar tentaciones de desinformaci¨®n en las empresas, y por eso es m¨¢s urgente que nunca empezar con las reformas. El aforismo de Terencio 'homo sum: humani nil a me alienum puto' ('soy un hombre, nada de lo humano me es extra?o') es especialmente ¨²til en este caso porque significa una llamada a la prudencia en el juicio y a la celeridad en la actuaci¨®n.
Jos¨¦ Antonio Gonzalo Angulo es catedr¨¢tico de la Universidad de Alcal¨¢ y ha presidido la comisi¨®n que ha elaborado el libro blanco sobre la reforma contable.
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