'Cherchez la femme'
La expresi¨®n francesa cherchez la femme fue acu?ada por Alejandro Dumas a mediados del siglo XIX. Y en su acepci¨®n original significaba que la soluci¨®n de un determinado problema depend¨ªa de una mujer, a la que hab¨ªa, por ello, que tratar de encontrar cuanto antes. Con el tiempo esta expresi¨®n se ha popularizado y ha ido incorporando m¨¢s capas de sentido. Pero esa acepci¨®n primera mantiene no s¨®lo su vigencia, sino sobre todo su inter¨¦s. Porque quien dice buscar a la mujer dice atenderla, escucharla, incluirla. Asumir, en definitiva, la perspectiva de g¨¦nero sin la cual -como desgraciadamente suele ser el caso- el abordaje de cualquier cuesti¨®n pol¨ªtica, convivencial o cultural resulta hoy siempre incompleto. Y a menudo, tambi¨¦n insuficiente, es decir, ineficaz. Hoy quiero analizar las nefastas consecuencias de la falta de enfoques de g¨¦nero, refiri¨¦ndome a tres temas de permanente y penosa actualidad: la violencia, la inmigraci¨®n y el sida.
?ste es un pa¨ªs donde cada a?o alrededor de 60 mujeres son asesinadas por maridos o compa?eros sentimentales, y sin embargo el terrorismo dom¨¦stico recibe un tratamiento residual, marginal frente a otras formas de violencia pol¨ªtica, racial o social. Esto explica no s¨®lo el car¨¢cter esencialmente sexista de nuestra sociedad, sino el porqu¨¦ todas esas otras formas de violencia persisten y crecen. Considero un error grav¨ªsimo el dividir la violencia en categor¨ªas, el priorizar unas y despreciar otras. Porque todas esas violencias tienen en com¨²n la actitud de quienes las ejercen, su irrespeto profundo del pr¨®jimo, la aberrante relaci¨®n que establecen entre conflictos y soluciones.
El terrorismo dom¨¦stico, ejercido y padecido en el interior de las casas, es el primer contacto humano con los venenos sociales, con la desigualdad y la intolerancia; el primer aprendizaje. Combatirlo es, pues, la primera posibilidad real de trasmitir lo contrario, de inocular ant¨ªdotos, en forma de civilidad y de respeto. Cherchez les femmes, ayudar a erradicar esta lacra resolver¨ªa muchas otras formas de violencia, muchos terrores.
Voy a reducir ahora el tema de la inmigraci¨®n al de la natalidad y al desequilibrio reproductivo entre nuestras sociedades y los pa¨ªses en desarrollo. Aqu¨ª faltan nacimientos y eso preocupa; all¨ª sobran, lo que explica miserias e inmigraciones masivas. Hace poco, en el suplemento que este diario dedic¨® a la inmigraci¨®n, Ignacio Sotelo escrib¨ªa, refiri¨¦ndose a nuestra baj¨ªsima tasa de natalidad, lo siguiente: 'Parece que autonom¨ªa y bienestar de la mujer restringen su fertilidad'.
Yo quiero decirle al se?or Sotelo que no se trata de una cuesti¨®n de fertilidad, sino de libertad, de capacidad de las mujeres de decidir qu¨¦ hacer con su cuerpo y con su vida. En los pa¨ªses del Tercer Mundo apoyar la causa de la liberaci¨®n de las mujeres -el control de su sexualidad y su independencia social y profesional- conducir¨ªa la natalidad por derroteros m¨¢s racionales, es decir, m¨¢s adaptados a las realidades y a las posibilidades personales y sociales de cada comunidad. Del mismo modo, contribuir a la igualdad real de las mujeres en nuestros pa¨ªses, liberar a las madres de las dobles jornadas, de la precariedad laboral, del desequilibrio en el reparto de las tareas dom¨¦sticas, impulsar¨ªa los nacimientos, afianzar¨ªa el necesario relevo generacional.
Y lo que vale para la natalidad vale para el sida. La reciente Conferencia de Barcelona ha dejado claro que 'el sida es cada vez m¨¢s joven, m¨¢s pobre y m¨¢s femenino'. Las dimensiones monstruosas que la epidemia alcanza en Africa, por ejemplo, s¨®lo se frenar¨¢n realmente si las mujeres africanas pueden decidir qu¨¦ tipo de relaciones sexuales mantener y en qu¨¦ condiciones de 'seguridad'.
La clave del cambio est¨¢ en las mujeres. El mundo no tiene arreglo si no se apoyan sus causas, aqu¨ª o all¨ª; si no asumimos colectivamente las perspectivas y las responsabilidades de g¨¦nero. Cherchez les femmes, pues, como un planteamiento de primera y extrema necesidad.
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